Especial para El Litoral
Sopa de Wuhan es un libro creado durante y como consecuencia del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (Aspo). Se trata de una iniciativa editorial de Pablo Amadeo -profesor de Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata- que reunió a quince pensadores que publicaron recientemente sus interpretaciones y pensamientos sobre la pandemia de coronavirus.
La edición es gratuita y de circulación libre en formato PDF, reúne opiniones y pensamientos de: Giorgio Agamben; Slavoj Zizek; Jean Luc Nancy; Franco “Bifo” Berardi; Santiago López Petit; Judith Butler; Alain Badiou; David Harvey; Byung-Chul Han; Raúl Zibechi; María Galindo; Markus Gabriel; Gustavo Yáñez González; Patricia Manrique y Paul B. Preciado.
Tempranamente, el 26 de febrero de este año, el filósofo italiano Giorgio Agamben publico el polémico artículo “La invención de una epidemia”, en Quodlibet.
La respuesta no se hizo esperar y estuvo a cargo de su amigo el pensador francés Jean-Luc Nancy a través del artículo “Excepción viral” publicado en Antinomie.it el 28 de febrero de 2020.
Agamben volvió a la carga con “El temor a contagiarse de otros, como otra forma de restringir libertades. Contagio”, publicado en Quodlibet.it el 11 de marzo de 2020 y “Reflexiones sobre la peste” publicado en su blog “Una voce” el 27 de marzo de 2020.
La base teórica de los artículos de Agamben están contenidas en dos de sus libros: “Homo Sacer. El poder soberano y la vida desnuda” y “Estado de Excepción” editados y traducidos en Argentina por Adriana Hidalgo donde se puede encontrar gran parte de su obra en español.
La nota ayuda a pensar la singular situación que vive el planeta, los estados y las personas. En este sentido los actos jurídicos producidos pueden analizarse con los conceptos de Agamben relacionados al estado de excepción.
“La excepción es una especie de la exclusión. Ella es un caso individual, que está excluido de la norma general. Pero lo que caracteriza a la excepción en particular, es que aquello que es excluido, no por ello pierde toda relación con la norma, al contrario, la norma se mantiene en relación con la excepción en forma de suspensión. El Estado de excepción, entonces, no es el caos que precede al orden, sino la situación que resulta de su suspensión. En este sentido, según su etimología, la excepción es verdaderamente sacada fuera (ex capere) y no simplemente excluida”, dice Agamben.
Conversamos sobre estos temas con un distinguido especialista en el tema: Edgardo Castro, que es doctor en Filosofía por la Universidad de Friburgo (Suiza). Investigador del Conicet, miembro del Centro de Investigaciones Filosóficas (Buenos Aires) y profesor universitario. Sus publicaciones se ocupan de la filosofía contemporánea, particularmente francesa e italiana. Es uno de los principales traductores de la obra de Giorgio Agamben al español.
Entre sus libros, cabe destacar Pensar a Foucault (1995), Giorgio Agamben. Una arqueología de la potencia (2008), Lecturas foucaulteanas. Una historia conceptual de la biopolítica (2011) y, publicado por Siglo Veintiuno Editores, Introducción a Foucault (2014).
Giorgio Agamben nació en Roma en 1942. En su juventud asistió a los célebres seminarios de Martin Heidegger en Le Thor. Ha dictado cursos en diversas universidades europeas. Fue director de programa en el Collège International de Philosophie de París. Profesor de Iconología en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia. Adriana Hidalgo editora publicó Infancia e historia, Estado de excepción, Profanaciones, Lo abierto, La potencia del pensamiento, El Reino y la Gloria, Signatura rerum, El sacramento del lenguaje, Desnudez, Opus Dei, Altísima pobreza, El misterio del mal, Pilato y Jesús, ¿Qué es un dispositivo?, Idea de la prosa, El final del poema, Gusto, Stasis, El uso de los cuerpos, Homo sacer. El poder soberano y la vida desnuda, Lo que resta de Auschwitz, ¿Qué es la filosofía?, La aventura, Karman, Autorretrato en el estudio, ¿Qué es real?, Creación y anarquía y Polichinela.
—Hemos visto lo que está pasando en el mundo con la pandemia de coronavirus y nos gustaría detenernos en el pensamiento de Giorgio Agamben que ha reflexionado sobre el tema inmediatamente, como otros pensadores. Algunos conceptos son los que expresa en su libro “Homo Sacer, el poder soberano y la vida desnuda” y “Estado de excepción”, ¿verdad?
Efectivamente. Agamben ha sido una de las primeras voces en reaccionar, en términos muy críticos, respecto de las medidas que se están tomando en particular en las sociedades occidentales ante la epidemia del coronavirus, a medida que eso más o menos (con diferencias por supuesto), son las mismas en todos los países, sobre todo lo relacionado con el aislamiento preventivo obligatorio y social.
La voz de Agamben ha sido importante a lo largo de este debate, que ya lleva más o menos dos meses. Es hoy, un filósofo muy citado, una referencia en el ámbito de las Humanidades y de las Ciencias Sociales.
Las ideas a las que alude, efectivamente están contenidas en su libro “Homo Sacer, el poder soberano y la vida desnuda”. Ese libro es en gran medida un análisis filosófico de los campos de concentración, me refiero a los campos de concentración de exterminio nazi de Auschwitz y Birkenau en particular y a partir de ese análisis Agamben desarrolla una concepción de la política moderna, al punto que afirma que, el paradigma de la política moderna en Occidente son los campos de concentración.
¿Qué significa esto? Fundamentalmente dos cosas, que el poder se ejerce en términos de excepción; es decir, sin someterse a limites explícitamente a lo establecido por las leyes o a la división de poderes. La verdad en Occidente es que se gobierna siempre a través de formas de excepcionalidad como los decretos de necesidad y urgencia o el decreto de estado de sitio; es decir con restricciones de las libertades, al punto de desconocer el derecho a las personas, esto es en mayor o menor grado. Obviamente en el campo de concentración es un caso extremo pero para Agamben, al mismo tiempo, paradigmático.
La contraparte de esto es que esa excepcionalidad en el ejercicio del poder genera algo que Agamben llama “vida desnuda”, retomando la expresión de Walter Benjamin. ¿Qué es esta vida desnuda? Es una vida que está expuesta a la muerte violenta, porque todavía está expuesta a la muerte. Pero acá se trata la vida expuesta la muerte en forma violenta porque no está protegida por ningún tipo de ley, ni la ley de los hombres, ni la ley de los dioses y toma esta figura del “homo sacer” o del hombre sagrado que es una antigua figura del derecho romano.
Lo que Agamben lee en la actual situación de las sociedades occidentales, en las medidas que han tomado en relación con la epidemia del coronavirus, es que se repite este funcionamiento. Se toman medidas en términos excepcionales y la contraparte de eso es la producción de vida desnuda, a tal punto que la gran preocupación de la política en estos días es la preservación de la vida, simplemente.
—Lo que está diciendo es que tiende a ser cada más frecuente la excepción que la norma. ¿No?
Sí, que en Occidente se gobierna cada vez más en estado de excepción. De hecho en el segundo volumen que se llama precisamente “Estado de excepción”, Agamben impuso una historia del estado de excepción, mostrando cómo desde el momento en que surge esta figura en el derecho europeo; es decir, la posibilidad de suspender las garantías constitucionales. El estado de excepción, la figura del estado de excepción sufre dos transformaciones fundamentales: en primer lugar, se independiza el caso respecto del cual había surgido, que era cuando había una amenaza de guerra externa y comienza a ser utilizada esta forma jurídica, es un instituto jurídico, con otras razones, incluso no pocas veces por razones económicas, para devaluar por ejemplo, para subir impuestos como sucedió en Alemania o Francia a comienzo del siglo pasado. Por un lado el estado de excepción se independiza de la necesidad de una amenaza bélica externa y por otro lado se extiende cada vez más.
—Cita además algo tremendo: el decreto del 28 de febrero de la Protección del Pueblo y del Estado, donde el gobierno alemán suspende los artículos de la constitución de Weimar sobre las libertades personales y justamente eso nunca fue levantado ¿No?
Sí, porque en su interpretación del nazismo, es en definitiva un ejercicio del poder en estado de excepción, y hace de ese acto el nacimiento jurídico-político del nazismo.
—Él habla también de esta cuestión paradojal del estado de excepción ¿En qué consiste esta paradoja del estado de excepción?
La paradoja de la excepción es que el soberano está por ley, por a fuera de la ley. O sea, la ley misma le da la posibilidad de ponerse por afuera, de suspenderla. Entonces se produce algo muy curioso o paradójico -como llama Agamben- que, en relación con el soberano, la vida se puede encontrar en una situación de exclusión-inclusiva, está excluido del ordenamiento jurídico pero lo está en la medida en que también está incluido ese ordenamiento jurídico, el cual está suspendido. Esta figura es la relación exclusión-inclusiva, que no estaría incluida si no tuviese relación con algo con lo que está incluido.
—Retomo algo que señaló recién. Vemos y escuchamos en estos días algo que dice Agamben en su libro de “Estado de excepción” cuando sostiene el argumento de excepción por necesidad. Es así, ¿no?
Siempre es ante una necesidad. Ahora, acá analizamos una interpretación de Agamben, sobre la cual a mi modo de ver, también hay una serie de matices. Que haya situaciones de necesidad y que la restricción de las libertades sean necesarias es algo que esta admitido. El problema es quién debe tomar esa decisión, cuáles son los límites jurídicos de esa decisión y cuánto dura esa decisión. No todo estado de excepción es igual. Por otro lado la tesis de fondo es saber si modelo campo de concentración es aplicable a la situación actual, creo que deberíamos discutir esta postura, sin negar la importancia de la observación de Agamben.
El campo de concentración es un modelo de exclusión completa y el confinamiento es un modelo que no funciona solo en términos de exclusión sino de un control de territorio, su cuadriculación y las restricciones de movimientos que Foucault llama el modelo peste. Son dos modelos: el campo de concentración y el modelo peste con puntos en común pero no son lo mismo.
—De modo que ¿no es aplicable directamente esa categoría a lo que pasa hoy?
No se puede comparar un estado de excepción con una justicia que funciona o con el estado de excepción que se produjo en la Alemania nazi. Me parece que ahí hay matices, uno no puede pasar fácilmente o de manera directa de una cosa a la otra. Además ahí hay una observación que es esta: el campo de concentración es una máquina de producir muerte; el modelo de peste es una máquina de preservar de la muerte, y no funciona exactamente igual que lo que vemos hoy, sin negar la importancia de una voz de alerta sobre la restricción de las libertades individuales que también ha observado Agamben (en esto coincido más). Tampoco la política puede subordinarse por completó a la medicina (por completo quiero decir sin límites).
Obviamente, tampoco puede desvincularse de la medicina, porque justamente “Homo Sacer”, en un sentido diferente al que lo hizo Foucault en “La voluntad de saber” y en “El nacimiento de la vida biopolítica”, lo que han sacado a la luz es el nexo esencial que existe de la política moderna con la medicina. La política moderna se hace cargo de la vida biológica de la población.
Es la primera vez que la biología de la especie se convierte en una tarea de la política y esto hoy lo vemos de manera evidente a nivel planetario. Hay como dos visiones de la política que acá se confronta y entran en juego, una visión jurídica de la política donde se inscribe más Agamben que Foucault y de una versión médica de la política en las que se inscribe más Foucault que Agamben. Este es nuestro debate actual: derechos, libertades, garantías, la dimensión jurídica fundamental y salud, mortalidad, contagio, en una serie de conceptos del mundo de la medicina son los ejes hoy delinean el horizonte de la política.
—Lo que pretende el estado de necesidad es el orden sobre el desorden y los estados avanzaron en se sentido como consecuencia de la pandemia. ¿Vamos hacia un orden mundial o vamos en busca de nacionalismos extremos?
Acá hay varias observaciones. Lo primero es que no todos los países han decretado un estado de sitio, puede ser que el estado de sitio sea formalmente decretado o sea de hecho, pero no hay que ir rápidamente de una cosa a la otra. Nosotros en Argentina no estamos en estado de sitio, uno puede ir a la justicia. Obviamente que las libertades están restringidas y la posibilidad de circular también, pero no hay un estado de sitio en el sentido estricto, estamos hablando de otra cuestión.
Otro punto importante es: ¿la pandemia, fortalece al Estado o debilita al Estado? Hay dos cosas, se dan los dos juegos. Hay un punto en que el rol del Estado se ha fortalecido, por ejemplo en la asistencia económica en la medida de sus posibilidades y a veces más allá de sus posibilidades a los afectados, que somos todos los ciudadanos de este país. Pero también se ve debilitado, el juego me parece que es bastante más complejo ¿Qué puede salir de esta situación? Más allá, es mucho más difícil de creer. Claramente, lo que sabemos es que no vamos a seguir igual por cuestiones inclusive un poco más básicas que son la capacidad propia de desplazamiento, de movimiento de personas y de mercancías; y cómo se reformulará después el juego de poder entre lo que Occidente ha sufrido y China en principio ha sufrido, pero también producido.
Bueno, ahí hay todo un re-equilibrio de fuerza, creo que por el momento lo que sabemos con mayor certeza es que es un problema y una necesidad de reconfiguración. ¿Cómo eso se reconfigura? Por el momento no sabemos.
—¿Qué otro pensador actual le ha llamado la atención por la hondura de sus reflexiones en este momento particular y por qué?
Me parece que el diagnóstico de Foucault es un poco más certero en algún punto sobre la importancia de la vida de la población para la política moderna, que no se trata ni de haber subrayado este aspecto médico del modelo peste sin reducir la modernidad política a la modernidad jurídica. Hay otros pensadores como por ejemplo Roberto Espósito, que uno de sus libros más decisivos que se llama precisamente “Comunidad, Inmunidad y Biopolítica” desarrolla la idea de cómo una comunidad se protege con dosis no letales acerca de aquello que lo amenaza. Me parece que también hay un pensamiento que no coincide exactamente ni con el de Agamben, ni con el de Foucault, aunque a mi modo de ver se aproxima a este registro médico de la política. Lo que sí nos muestra la situación de hoy es la actualidad de una categoría sobre la que ya discutimos desde hace varias décadas, pero se vuelve cada vez más evidente que hoy la política no se puede desarrollar sin tener en cuenta, sin incluir en sus acciones y en sus cálculos la dimensión biológica de la población. No la dimensión ideológica de la población, sino la intención biológica de la población. Obviamente, después aparecen cosas que no son para nada pequeñas cosas, como restricción de las libertades, toda la polémica del “ciber-patrullaje”. La verdad que hay que estar atentos porque las libertades deben ser garantizadas, pueden ser controladas pero no pueden ser entendidas de cualquier manera e indefinidamente, arbitrariamente y sin ningún tipo de control. Porque ahí sí estaríamos en un Estado de sitio, de hecho o de derecho.