Las medidas de prevención adoptadas debido a la pandemia hacen que gestionar el tiempo libre y de ocio de los más pequeños se convierta en un dolor de cabeza para muchas familias. Deberán equilibrar ahora las necesidades físicas, sociales y emocionales de sus hijos con la necesaria protección de su salud. De esto habló la española Silvia Alava, psicóloga infantil y autora de la Videoguía para aprender jugando, un trabajo que realizó durante el confinamiento para, a través de los juegos, explicar cómo trabajar los procesos cognitivos de los chicos.
¿Cómo debe ser un ocio infantil saludable y de calidad?
Es muy importante dejar a los niños tiempo libre para que jueguen, ya sea solos o con sus hermanos o amigos. Cuando juegan solos, trabajan todos los procesos de función ejecutiva: decidiendo a qué juegan, con qué juegan, cuáles son las normas. Va a ser además un juego mucho más creativo, porque están fomentando ellos solos su creatividad, y la curiosidad que tienen por aprender, y además les estamos enseñando a tolerar la frustración.
¿Es el juego igualmente importante en todas las edades?
A menudo se nos olvida que los niños aprenden muchas cosas a través del juego. Primero, porque estamos transmitiéndoles una serie de valores, pero además porque se fomentan muchos procesos a nivel cognitivo, como la memoria o la velocidad de procesamiento, con la que somos capaces de pensar y generar ideas; también el razonamiento lógico y abstracto; la riqueza y fluidez del vocabulario; o la inteligencia emocional. El juego tiene beneficios diferentes en cada edad, pero es verdad que cuanto más pequeños son, más importante resulta.
Tras el estado de alarma, será necesario recuperar de alguna manera el tiempo perdido
Es fundamental que, cumpliendo todas las medidas de seguridad, haya juegos al aire libre y en los que se fomente la actividad física y el deporte, cuyos beneficios sobre el desarrollo cognitivo, social y emocional de los niños están muy estudiados. Se trabaja mucho la psicomotricidad, tanto a nivel grueso como fino, y el autocontrol, porque al controlar el cuerpo también voy a controlar mi conducta. Es muy importante que corran y se muevan, porque este año, tras los meses de confinamiento, tenemos déficit en ese sentido. En la medida de lo posible, también es bueno dejar que jueguen con otros niños. Y que lo hagan sin un adulto que funcione como monitor de tiempo libre.
¿Cómo animarlos a jugar con otros chicos en el contexto del coronavirus?
Creo que, en estos momentos, es mejor pecar de pesados y recordárselo una y otra vez: si quieren jugar con sus amigos, de acuerdo, pero con la condición de llevar siempre la mascarilla y jugar a juegos que no impliquen contacto físico. También hay que hablar de las emociones que esto genera en los chicos, porque les puede no gustar, poner tristes e incluso frustrar.
¿Deberían evitarse las pantallas?
Yo creo que no podemos demonizarlas; más aún cuando venimos de una sobreexposición a las pantallas del 180 por ciento, porque no había otra forma de comunicarse para hablar con los amigos o hacer los deberes. No se trata de proponer un apagón digital; pero sí de poner un límite de uso de tiempo. Que cada familia decida cuál es, y lleguen a un consenso con los niños y adolescentes sobre los minutos que tienen, para que los gestionen como quieran, y sobre las mejores horas para usarlos. Siempre evitando, eso sí, las horas de las comidas, y que nunca se lleven una pantalla a la cama, porque puede interferir en la calidad del sueño.
¿Es importante que los padres se involucren en el juego de ellos?
Es fundamental, porque al final, lo que más les gusta a los niños es que sus papás jueguen con ellos. Si podemos reservar un tiempo para el juego libre en familia, sería maravilloso. Con una simple baraja de cartas trabajas una gran cantidad de procesos cognitivos: la atención sostenida, porque tengo que andar pendiente del juego; la atención selectiva, para ver qué cartas salen y cuáles no; la planificación, la estrategia.
Tampoco es necesario llenar el día de actividades, ¿verdad?
En absoluto. Los chicos necesitan tiempo para aburrirse, porque el aburrimiento fomenta la creatividad y la curiosidad, y nos ayuda a tolerar la frustración. También hace que nos conozcamos mejor y que aprendamos a estar a gusto con nosotros mismos, sin tenerlo todo lleno de actividades.
Artículo publicado en El País de España.