No es novedad que corren tiempos duros, extraños, casi distópicos. Tiempos que no invitan al optimismo, por lo que tampoco es novedad que a menudo caigamos en un pesimismo que embarra la mayoría de nuestros actos cotidianos. Así, pues, si nos remitimos a la etimología de la palabra “pesimismo” vemos que esta significa algo así como “lo peor”; y yendo a un fondo más general se puede afirmar que el pesimismo es el nombre que se le da a una doctrina filosófica que invierte el principio de Leibniz de Plenitud (el mejor de los mundos posibles). Es evidente que el pesimismo es tan antiguo como el ser humano y fueron los griegos (en occidente) los primeros que lo combatieron a través de posturas filosóficas de vida, como es el caso de los cínicos, que intentaron sublimar la angustia a través de la ironía. Y ya en el convulso siglo XX el rumano Emil Cioran seguiría esa antigua estela proponiendo otros caminos de curación por medio de ácidos aforismos cargados de verdades dolorosas, ironía y patetismo que muy bien retratan al ser humano moderno como sucede en su libro “Ese maldito yo”.
Nuestro asaltante de hoy envenena su palabra como antídoto para su propio existir. Deja que los escombros de lo cotidiano, el encierro de la cuarentena, intoxique su propia respiración: “Lo que callo no se muere / intenta matarme”. Sucede entonces que Carlos Flores titula su poemario “Tengo malas noticias” y que la materia de la que está hecho, sentido, respirado, es el hastío, el cansancio metafísico, la fragmentación del ser como estar en el mundo: “Mías / las partes / casi enteras / de otro / que me sostiene / apenas / como collage”. A veces la apnea, el síntoma corporal de la palabra que circula y desgarra: “Me quedó en el pecho / un agujero con la forma de mi mano / por ahí entra viento que no sirve / para nada”. Pero también sucede que no todo son malas noticias… En la palabra de Flores, tras la apnea viene la irreverencia, el complejo desliz curador de la ironía que hace del veneno un remedio como aquel aforismo de Cioran: “Todo el mundo me exaspera. Pero me gusta reír solo”.
El camino mostrado por Girondo para aunar el pesimismo (o lo trágico) con lo mordaz y la ironía resuena lejanamente. Pero Flores busca la construcción de un imaginario propio. Acertada la inclusión de algunas palabras en guaraní (angaú, cruica, jeí, etc.) a las que resemantiza extrayéndolas de un contexto rural, telúrico, folclórico, hacia lo urbano, sutilmente utilizadas para plasmar ironía.
Es un motivo para celebrar que en Corrientes funcionen talleres de escritura como “Queserraye”, ente otros.
¡Salud, poesía y libaciones!
Muestrario mínimo
no sé cómo llegué
[hasta acá
por momentos
soy un poco exagerado
sin mí
inentendible
otras veces siento
que no volverán a nacer palabras
ni metáforas
del encierro
no sé dónde ni cuándo
aparecen las imágenes
entonces ahora
puedo ser así también
descanso y sueño
que me expando
respiro por la boca
estiro los huesos
los músculos
doy algunos pasos
empiezo a terminar
estas ideas
antes de irme
detrás de mí
hay un tipo
angaú en la
postura del loto
llorando una ceremonia como un nene
un hombre
angá
casi en calma
animal solitario
y deforme
tavy ité
que mira con mis ojos
para adentro
**
soy otro yo
rompido al medio
imperfecto
lleno de errores certeros
con miedo
lo digo así
cruicado de tanto
[romperme
la nuca para afuera
jaula rota
inhabitable
el discurso fragmento
grito rompido llena
el aire
no se ve
no se escucha
de vez en cuando se oye
[a Elton
empobrecido y apichonado
que me anostalgia
un invento por partes
ahogado para adentro
roto
pegado con plasticola
[y engrudo
el cuello la garganta
[este juego
pegajoso
en partículas
este lloriqueo
[impermeable
el asco rejuntado
sin sentido
adentrado
mías
las partes
casi enteras
de otro
que me sostiene
apenas
como collage
**
a veces me pasa así
como el martes
caminaba por Rioja
después de comer
me sentí raro
casi orgánico era
comenzó en la panza
subió
detrás del esternón 5 cm del lado de adentro
siguió en la cabeza
un mareo un vómito
pensé
la reescritura
me caí
de costado al principio
lento
me pisaron
cada uno que pasaba me ponía un pie en la cabeza
era algo vivo
los pisotones
nadie me miraba
estuve ahí un rato
vi todo eso desde
[algún lugar
una vez ya me pasó
y volví
esta vez te odié
¿sabés?
así
bien orgánico con sustancia
me levanté
como pude
me toqué la cabeza
la panza
respiré profundo
caminaba por la vereda
me quedó en el pecho
un agujero con la forma de mi mano
por ahí entra viento que no sirve
para nada
**
lo que sale de mi boca
va sin puntuación
sin labios
lo que digo
saledecorrido
también hay alguna
[sonrisa
bajo el barbijo
algún gesto
obsceno
una lengua
apunta
hacia el desprecio
muchas blasfemias
se escapan
y está el hastío
bajo el barbijo
vive
el deseo
de sonreír
**
a veces vivo con hambre
desde ayer no como nada
un montón de carne
[semicruda
es una imagen fea
afuera apenas llueve
cosas así
de criatura kaigüe
alimentada con barro
estoy sentado sobre la
[tapa del inodoro
la cabeza hundida entre [las piernas
desde aquí la bestia mira
y yo hablo para adentro
escribo con las tripas
defeco
y ahí sí
ya no quedan rastros de la lluvia
no me olvido del hambre
en este lugar
iba a algunos sitios solo para ver llover
para oler la lluvia
para buscar algo
mi escritura es un bulto
entre la mano
[y la garganta
difícil de digerir
creo que me hace mal
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