Jueves 25de Abril de 2024CORRIENTES24°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$853,0

Dolar Venta:$893,0

Jueves 25de Abril de 2024CORRIENTES24°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$853,0

Dolar Venta:$893,0

/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Grito pelado

Escuchando, las cosas se arreglan. O, por lo menos, se atacan con conocimiento sus causas. Taparnos los oídos es negarnos a saber la verdad.

Por Adalberto Balduino

Especial para El Litoral

Me suena a gritos que no se oyen. Como si todo el esfuerzo por expedirlo no fuera suficiente. Tan solo nos quedamos con los gestos. Son palabras sordas que no cumplen su rol de ser escuchadas. En realidad “El grito pelado”, fue una gran obra teatral emprendida por su autor, Oscar Viale, estrenada en 1967, portando el elenco nombre de peso: Elsa Berenguer y Ulises Dumont, más precisamente en el Teatro del Bajo. Refería a la suma de entuertos de las clases medias y bajas, una aparentando aunque no quede para el pan, la otra secando la yerba al sol para otra cebada, desteñida, pero mate al fin. Hubo un retorno tiempos después con la dirección de Hugo Midón y los chispazos sobresalientes de Victoria Carreras, Osqui Guzmán, Anahí Martella, Haydé Padilla y Gonzalo Urtizberea. Cabe mencionar que Oscar Viale fue un autor todo terreno, a él le corresponde los libros “Chúmbale” y “Camino Negro”, como así obras de teatro: “Antes de entrar, dejen salir”, “La pucha”, “Periferia”, también, según las circunstancias, actor; solo cabe mencionar sus trabajos como guionista: “Plata dulce”, “Los gauchos judíos”, “El infierno tan temido”, “No toquen a la nena”, contemporáneo a ese lanzamiento espontáneo que fue una explosión de talento: Teatro Abierto. El Grito Pelado es como el país, que no se escucha, pero dan batalla con peleas que suenan más a evadir para subsistir. También se me vino a la memoria esa musiquita que se parece tanto a nuestra sociedad política, que no ha cambiado absolutamente nada, solo mostrando como siempre la hilacha. Se acuerdan de “Hay una bronca en el gallinero, hay. Patos, pollos y gallinas, van, perseguidos bárbaramente por su patrón.” A veces en “el gallinero” de la vida como la política, se ven raras especies que prometen luchas estériles, pero que rompen la paz, y no aseguran la paz interior de ese cuadrilátero que los cobija y les da de comer, y cuando menos se lo esperan el “patrón” produce una revolución, buscando la presa para lucir con arroz. Es esa bronca como el “grito pelado”, de no querer escuchar nada, tan solo peleando por lo suyo, cada cual por su “quintita”, poniendo en peligro la estabilidad del todo que es el país, porque la credibilidad hemos perdido hace tiempo. A palabras sordas señales ausentes. No obstante que la “nave insignia” viene hace tiempo escorada por acusar golpes en su línea de flotación, lo que a la larga puede hacer zozobrar solita, sin necesidad de misiles “Neptúm” como los que hundieron la nave insignia rusa, “Moskva” en la guerra con Ucrania. Las comparaciones siempre son odiosas, pero sucede que desde el trono el clamor de la gente es “grito pelado”, si llega acusa con volumen bajo, sin respuestas pero con consecuencias, teniendo como referencia el dicho popular: “que no hay peor sordo que el que no quiere oír”.  Ni siquiera respeto ni consideración para su compañero de fórmula que, si bien devaluado por sus propios socios, navega a la deriva, sin calcular que las respuestas ante tantas negaciones nunca son favorables. Porque ponen en peligro a lo más sagrado que es el país, que no son solo ellos, somos todos nosotros, aunque gobiernen con las camisetas desplegadas al viento que solo representan a un solo “equipo”. No consideran al país, es decir los que le votaron, los que le votaron y se arrepintieron de tantos yerros, y están quienes no viven de las “dádivas” del estado, ni comparte altanería, ni soberbia, ni tampoco el voto como religión: el partido, o muerte, es decir todos en la misma bolsa pero con intereses tan diferentes. Es decir que ni se entra en discusión, como mínimo al respeto, porque existe un fantasma que los desvela, que en vez de armas, arriman un poco de miedo, justicia, pobrecita, pero justicia al fin, es decir ni inmunidad, ni impunidad, pero más feroz aún es la condena pública donde ya no caben pretextos porque la sentencia ya está dada, no hay lugar para apelación alguna.

Decir y coincidir con María Elena Walsh, que bautizó a la Argentina como “El País Jardín de Infantes”, es quedarnos siempre cortos porque superamos en cada tramo de historia cualquier exageración, cayendo siempre en el mismo pozo, desbordando todo lo imaginado; es decir, superando todo límite. Supliendo al Estado por una cancha de fútbol, y con el comportamiento de barras bravas, descontrolados sin Var que valga, vivando y rompiendo todo en un “patoterismo” sin precedentes. Decía el actor Oscar Martínez, radicado profesionalmente en España, que el cambio de aire le permitió evaluar para comparar la asfixiante atmósfera del Río de la Plata, donde prima una bronca insostenible, una inseguridad creciente que en otros lados no se nota con tanta intensidad, con tanta rabia descontrolada. Es un “Grito pelado”, que merece respuesta, porque algo pasa en la sociedad. Cómo van a percibir la realidad si viven encerrados en encuestas, en movida de sillas, en cartas públicas que degradan la figura de quien supuestamente dirime el país. Si entre ellos no se respetan, qué esperan del resto que los observa atónitos, demudados, son los otros infatigables idealistas que conforman ese otro que está enfrente, que ama los principios, que sueña a diario con otra cosa, con las que nos enseñaron, nuestra historia, nuestros héroes, nuestros símbolos, el amor a la Patria, vemos por formar parte de ese otro, los sueños pisoteados.

En las horas desesperadas del desconcierto, uno trata de echar mano a cualquier cosa que sea capaz de suplir tanto estancamiento. Cree, se imagina, pronuncia, eleva sus ruegos a algo superior que permita superar tanta frustración; ayer, tierra prometida, con una sociedad jugada que permitía hacer posible ese país que a grandes rasgos cada cierto tiempo la suerte y el empeño nos ofrecía, por uno, hoy, que se empantana por la inmoralidad mundana, por el facilismo que su gimnasia ha desmedido el ocio, el interés y la conveniencia política, de punteros y aprendices de políticos. Vivimos mirando el ayer porque no nos queda más paisaje que observar como saludable ejemplo, jamás el hoy ni el mañana que es la dirección correcta para orientar nuestras esperanzas. Hace un buen tiempo, un sevillano preclaro, llamado Antonio Machado, decía entre otras cosas: 

“Caminante, son tus huellas el camino, y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en el mar. Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre el mar.” Pasemos mirando en el mañana, llevando a nuestros héroes, portando nuestra herencia, porque el futuro está enfrente de nuestros sueños.

 Pensemos en serio, ya hemos perdido bastante tiempo; retomar el camino no es de cobardes, sino de valientes que asumen la derrota para emprender el mañana con todas nuestras fuerzas. Siempre para adelante enmendando nuestras faltas, honestos y decentes.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error