Dr. Diego Picchio
Muchos hospitales y sanatorios sacaban las camas al exterior, porque sabían que el sol ofrecía curación. En un mundo sin antibióticos, el sol era una de las pocas estrategias conocidas contra enfermedades como la tuberculosis.
Hoy sabemos que la luz solar refuerza por ejemplo ayudando a combatir la bacteria causante de la tuberculosis. Con el avance de la medicina convencional nos olvidamos de la luz natural, pero sigue siendo fundamental.
Los pacientes en habitaciones con ventanas sufren menos mortalidad y se recuperan antes de su enfermedad. Tras someterse a una cirugía, los pacientes en habitaciones soleadas reportan menos dolor y requieren menos analgésicos.
Pero como vimos en él, nuestra relación con los ciclos naturales de luz y oscuridad cambió en poco tiempo de manera radical. Nos exponemos a menos luminosidad durante el día y a menos oscuridad durante la noche, desajustando nuestro.
Beneficios de la luz natural
1. Mejor ritmo circadiano y descanso
Durante toda nuestra historia, el comienzo de la jornada lo marcaba el sol, no el despertador. La luz de la mañana sincroniza nuestro ritmo circadiano, optimizando el funcionamiento de toda nuestra fisiología. Para realizar esta sincronización necesitamos exposición temprana a intensidades superiores a 1.000 lux de luminosidad. Incluso en un día nublado se alcanza este valor con facilidad a través de la luz natural, pero la mayoría de las oficinas tienen niveles inferiores.
En la actualidad, pasamos menos de una hora diaria expuestos a luces superiores a 1.000 lux, especialmente en invierno.
2. Mejor rendimiento
cognitivo y mayor
productividad
La luz natural era la señal ancestral que marcaba nuestro periodo de actividad. Activa por tanto nuestro cerebro y nos mantiene atentos.
Los niños con ventanales en sus clases rinden mejor que aquellos en clases poco iluminadas. Los trabajadores cuyos puestos están más cerca de ventanas reportan mayor bienestar y mejor descanso nocturno, durmiendo 40 minutos más. No solo eso, también realizan más actividad física: la luz promueve el movimiento.
La luz brillante impacta el sistema dopaminérgico aumenta la producción de serotonina, haciéndonos sentir mejor y mejorando el rendimiento cognitivo. En zonas con poco sol, se logran buenos resultados con terapias lumínicas utilizando lámparas de luz brillante de 10.000 lux.
3. Menos depresión
A lo largo de nuestra historia, días cortos y oscuros se asociaban a inviernos duros, y evolutivamente tenía sentido desarrollar una ligera depresión, que ahorraba energía al inducir una especie de hibernación. Es lo que se conoce hoy como “trastorno afectivo estacional”, prevalente especialmente durante el invierno. Aunque en cierto grado es normal, hoy magnificamos su efecto al recluirnos en espacios interiores.
4. Menos enfermedad
coronaria
Cuando los rayos ultravioletas del sol contactan nuestra piel, se libera óxido nítrico en sangre, reduciendo la presión arterial y el riesgo de enfermedad cardiovascular. La propia Sociedad Europea de Cardiología reconoce los beneficios del sol para tu corazón.
5. Ayuda a adelgazar
La obesidad es multifactorial, pero pocos piensan en el déficit solar como un factor adicional. Por un lado, hay relación inversa entre niveles de vitamina D y obesidad, y suplementar a personas con déficit reduce por ejemplo la resistencia a la insulina.
Pero como vimos, el sol es mucho más que vitamina D, y estudios en animales indican que es probablemente más importante el efecto de la radiación ultravioleta sobre la piel, previniendo el desarrollo de obesidad y síndrome metabólico a través de distintas vías: mejor sensibilidad a la insulina, reducción de grasa hepática y mayor producción de óxido nítrico.
¿Que nos llevamos a casa?
En resumen
Según los antiguos griegos, Apolo cruzaba cada día el cielo montado en su carro de fuego, iluminando a los humildes humanos. Era el dios de la luz y la curación, pero traía también plagas y destrucción.
Es una buena analogía. El sol aporta muchos beneficios, pero también entraña peligros. Por desgracia, los mensajes oficiales tienden a magnificar el riesgo e ignorar todo lo bueno.
Recomendaciones
l Exponte lo antes posible a la luz natural. La luz brillante durante la mañana es especialmente relevante para sincronizar el ritmo circadiano.
l Toma el café fuera. La combinación de cafeína y luz azul es sinérgica.
l Trabaja (o estudia) cerca de una ventana. Si tu puesto habitual es oscuro, utiliza una luz artificial brillante al menos durante una hora en la mañana. Si es imposible, sal un rato a pasear antes del mediodía.
l Intenta exponer parte de tu piel al sol cada día. La dosis ideal depende de tu color de piel, cantidad expuesta, estación, hora y latitud.
l Dos horas antes de acostarte, evita la luz artificial.
¿Qué otras fuentes de
vitamina D encontramos?
l Los alimentos de origen animal: pescado, yema de huevo, hígado.
l Los alimentos de origen vegetal: hongos.
l También el hombre ha enriquecido los alimentos con vitamina D, como leche y quesos.
l Si sus huesos lo requieren su médico le prescribirá vitamina D.
Dr. Diego Picchio (MP 7122)
Residente de Cardiología
Instituto de Cardiología de Corrientes