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La tragedia de los Alvear y los Balbastro

Por El Litoral

Domingo, 28 de agosto de 2022 a las 01:00

Por Juan Carlos Raffo
Especial
Para El Litoral

En 1727 nació Isidro José Balbastro en la Villa de Cariñena, Aragón, España, quien se radicará en el Río de la Plata alrededor de 1750 y plantará el árbol de una familia que participó activamente en la sociedad, en la política y en la economía de esta región. 
Se embarca rumbo al Río de la Plata con 30 años, en la flota comandada por Pedro Antonio de Cevallos, quien será gobernador de Buenos Aires entre 1756 y 1766.  
  El 8 de diciembre de 1757, al año de llegar de España, se casa Isidro José Balbastro en la iglesia catedral de Buenos Aires con Bernarda Dávila Fernández de Agüero, perteneciente a una familia de arraigo en la colonia. 
En el año 1765 Isidro José alcanzó el grado de teniente en la “Compañía de  Caballos” del capitán Nazarre, según despacho que le extendiera el gobernador del Río de la Plata don Pedro de Cevallos. Más tarde, en 1773, fue designado procurador y síndico de San Francisco (una especie de Ministro de Economía), desempeñando esas funciones por espacio de treinta y dos años. Ocupó también los cargos de síndico de la Recoleta, regidor del Cabildo y alférez real.
Su hijo Eugenio José (al enviudar se había casado en segundas nupcias en Buenos Aires, el 10 de febrero de ese año 1806, con Josefa Pérez del Pino, nieta del virrey Joaquín del Pino y Rozas (VIII virrey del Río de la Plata). Una hija del nuevo matrimonio es María Josefa Balbastro, cuyas crónicas de le época la señalan como la mujer más bonita de la ciudad, contrajo matrimonio con Diego de Alvear y Ponce de León, quienes al radicarse en Santo Ángelo, en las Misiones que por entonces pertenecía a la provincia de Corrientes y hoy al Brasil, dan a luz varios hijos de entre los cuales sobresaldrá por su actuación pública Carlos María de Alvear, padre del primer Intendente de Buenos Aires en 1880 designado por el presidente Roca, Torcuato de Alvear y abuelo del Presidente de la República en 1922 Marcelo Torcuato de Alvear.
Diego de Alvear y Josefa Balbastro vivieron ocho años en Santo Ángelo, que eran tierras pertenecientes a Corrientes y hoy a Brasil, en las cercanías de o que hoy es Itaquí. El español y lindo hombre Diego de Alvear llegó en su carácter de cartógrafo de la marina española a fijar, por instrucciones del rey Carlos III, los límites que se fijaron en el Tratado de Ildefonso, que determinó que tierras pertenecían a lo que hoy es Argentina y cuales a las que hoy son Brasil.
Batalla del cabo de Santa María fue un combate naval que tuvo lugar el 5 de octubre de 1804 frente al cabo de Santa María, en la costa portuguesa del Algarve, en la que la escuadra mandada por el brigadier José de Bustamante y Guerra fue atacada, sin previa declaración de guerra, por una escuadra británica al mando del comodoro Graham Moore.
El brigadier Bustamante rindió las tres fragatas que resistieron a medio día, que fueron apresadas y transportadas al puerto de Gosport en Inglaterra. Bustamante había zarpado de Montevideo en tiempo de paz el 9 de agosto de 1804.
La flota española la componían: Medea (insignia), Fama, Mercedes y Santa Clara. Esta partió armada con 148 cañones y con 1089 hombres de dotación.
La flota británica: Indefatigable (insignia), Lively, Amphion y Medusa. Esta flota estaba armada con 184 cañones y con 1110 hombres de dotación.

Desarrollo de las operaciones
Al amanecer del 5 de octubre, las fragatas de Bustamante divisaron la costa de Portugal (frente al cabo de Santa María). A las 7:00 avistaron cuatro embarcaciones inglesas que venían al encuentro de las fragatas españolas. Bustamante ordenó zafarrancho (agitación desordenada) a las 8:00 y dispuso formar línea de combate. Las fragatas inglesas se situaron una a una, a barlovento de las españolas y a «tiro de pistola».
La flotilla de Bustamante es interceptada por cuatro fragatas inglesas mandadas por Moore, y la Amphion alcanza la santabárbara de la Mercedes. Recreación de Francis Sartorius. Una vez emparejadas, los ingleses mandaron un bote a parlamentar con la Medea, que llevaba la insignia. Viendo que su bote se demoraba, Moore mandó llamar a su bote con un cañonazo y a continuación rompieron el fuego las demás fragatas inglesas. Estando tan cerca los navíos, los artilleros tenían dificultad para manejar los cañones. Al poco tiempo vieron saltar la Mercedes por los aires. 
 La Fama se alejaba para escapar, pero la siguió la Lively, que era la más velera, hasta alcanzarla y también la batió la Medusa, que era la que la tenía emparejada al inicio, quedando la Fama desarbolada, con su comandante, el capitán de navío Miguel Zapiain y Valladares, muerto, y la fragata con siete impactos a flor de agua, pues los ingleses después de arrumbar el velamen, tiraban a hundir. La falta de combatividad de la marinería española impedía hacer una defensa eficaz, y la desigualdad era abismal. Prolongar más el combate hubiera constituido un final numantino. A las 12:30, Bustamante rindió la escuadra.
Las tres fragatas españolas fueron conducidas primeramente a Gibraltar, y después a Gosport, Inglaterra. 
El segundo comandante de la escuadra era el mayor general Diego de Alvear y Ponce de León, que regresaba a la península con su esposa Josefa Balbastro y sus ocho hijos, después de cumplir su misión en el establecimiento del trazado de los límites.
 Diego de Alvear viajaba con su hijo mayor Carlos, cadete del Regimiento de Dragones de Buenos Aires, en la fragata del comandante, la Medea, y su familia y enseres iban en la fragata Mercedes. En un momento de la refriega, la Amphion alcanzó la santabárbara y la Mercedes saltó por los aires, pereciendo a su vista la esposa de don Diego, Josefa Balbastro, y sus hijos, salvo el primogénito Carlos María de Alvear, que navegaba junto a su padre.

Consecuencias
La escuadra española perdió 269 personas y tuvo 80 heridos, mientras que la escuadra de Moore sólo perdió dos hombres y tuvo siete heridos. La batalla fue duramente criticada por la prensa británica, que consideraba que el ataque estaba totalmente injustificado por haberse producido en tiempos de paz.
Un gran delito acaba de cometerse. La ley de las naciones ha padecido la violación más atroz: una potencia amiga ha sido atacada por nuestra fuerza pública en medio de una profunda paz, sus leales súbditos han perecido en su defensa, infestando nuestras costas sus saqueados tesoros, y, como el de un pirata, nuestro pabellón tremola sobre el débil, el infeliz y el oprimido.2
 La fragata Nuestra Señora de las Mercedes, buque mártir hundido en esta batalla, se llevó a la profundidad del mar a María Josefa Balbastro y a seis hijitos que no superaban los diez años. 

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