El mango se posiciona como una fruta ideal para disfrutar en esta temporada. Su jugosidad y dulzura natural lo convierten en un alimento refrescante que, además, aporta un toque tropical a diversas recetas como ensaladas, batidos y helados, por lo que ayuda a sobrellevar el calor de forma deliciosa y nutritiva.
Esta fruta no solo refresca, sino que también contribuye a la salud intestinal. Diversas investigaciones sugieren que sus polifenoles podrían mejorar la función digestiva y combatir la inflamación.
En ese sentido, un estudio, que se publicó en la revista científica Food Science & Nutrition, reveló que ingerir 100 gramos de mangos diariamente aumenta la diversidad de la microbioma intestinal después de 4 semanas y se observa más cambios significativos en la duodécima semana (cerca al tercer mes).
En ese sentido, los hallazgos sugieren que la ingesta de esta fruta puede contribuir a mejorar la función intestinal, lo cual podría repercutir beneficiosamente en la prevención y manejo de condiciones crónicas incluyendo la inflamación sistémica, algunos trastornos cardíacos, diabetes y síndrome de intestino irritable (SII).
De la misma forma, una investigación, que se difundió en Molecules, concluyó que el mango contiene polifenoles, como ácido gálico y galotaninos, que ofrecen efectos antioxidantes, anticancerígenos y antiinflamatorios. Estos contribuyen a combatir enfermedades inflamatorias crónicas, como ciertos trastornos intestinales.
El estudio especificó que la fibra y los polifenoles del mango podrían actuar como prebióticos, favoreciendo el crecimiento de bacterias beneficiosas. Se ha observado que su efecto antiinflamatorio ayuda a prevenir o reducir la inflamación asociada con problemas como el cáncer de colon.
En la misma línea, una investigación, que fue difundida por la revista Nutritional Research, el mango podría ser un complemento efectivo junto con tratamientos convencionales para manejar la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), gracias a su capacidad antiinflamatoria y de modulación de la microbioma.
Por otra parte, un estudio divulgado en Molecular Nutrition Food Research reunió participantes con estreñimiento crónico ingirieron 300 gramos de mango durante cuatro semanas o una cantidad similar de fibra. Antes y después del período de estudio, se les realizó análisis de sangre y heces, además de completar cuestionarios de bienestar digestivo.
Los resultados indicaron que el consumo de esta fruta facilitó la mejora de la frecuencia, consistencia y forma de las deposiciones, incrementó la gastrina y los ácidos grasos de cadena corta fecales.
La investigación concluye que el mango contribuye a mejorar los síntomas y biomarcadores del estreñimiento de manera más efectiva que una cantidad similar de fibra aislada, aunque los autores resaltaron la necesidad de más estudios para explorar los biomarcadores de inflamación intestinal.