¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

Luis Bernardi: “Lo que más me interesa es construir, con el otro, lo que pasa“

El correntino representó al país en la exposición internacional que se realizó en Resistencia. Allí recibió dos premios. “Vengo investigando en la línea. Me gusta ese gesto. Es como una cosa que no tiene ninguna función” le dijo a El Litoral en una entrevista. 
 

Jueves, 25 de julio de 2024 a las 21:54

La competencia principal de la edición 2024 de la Bienal de Chaco tuvo presencia correntina. El montecasereño Luis Daniel Bernardi representó al país en la exposición internacional en la vecina ciudad de Resistencia y obtuvo dos importantes menciones. Su obra Simpleza obtuvo dos premios: de los Niños y del Público.
En diálogo con El Litoral el escultor de 58 años repasó la experiencia de participar en la exhibición. Los inicios en la vecina ciudad, y el plus que significó “devolverle” a los profesores que le enseñaron el ABC de las esculturas. Cómo es forjar con el metal. Su concept de línea.
—¿Cómo fue la experiencia de participar en La Bienal del Chaco?
—Por un lado super intenso porque son como de jornadas muy de mucho tiempo y muy comprimidos. Uno tiene que entregar la obra en el plazo establecido pero es sumamente compensado por la calidez  de la organización y de la ayuda de los colaboradores. Había varios colaboradores que circulaban por los 10 escultores. Sin ellos hubiera sido mucho más difícil y no sé si hubiéramos podido llegar a una obra tan acabada como la que hemos llegado.
—¿Sentías algún tipo de presión con llegar con el tiempo?
—No. No sentía presión porque en realidad, como yo estudié ahí en Resistencia, para mí era como venir a devolverle a esos profesores que a mí me enseñaron como el ABC de esto. Entonces como que ahí estaba sumamente emocionado con eso. Esa fue la mayor presión. Lo otro era laburar tranquilo. La mayor devolución era hacia la Escuela de Bellas Artes. Fue ahí donde me incentivaron, me hicieron como prender la llamita de las artes plásticas.
—¿Cómo te llevaste con el resultado final de tu escultura?
—Con el resultado perfecto porque es lo que salió como si lo hubiera armado en el taller. Salió con todo lo que uno tiene ahí y le pone. Salió una obra muy piola. Pero también voy a volver sobre esto: me parece que los que nos colaboraban hicieron un papel fundamental porque lo hablan todos. No solo yo, lo hablan todos los escultores.

—¿Y qué te pasó cuándo fuiste convocado a participar de La Bienal?
No lo podía creer, estaba muy movilizado. Y esto de que era como una devolución a los profes. A mí me hizo como tener un plus entonces fue como una responsabilidad un poco mayor. Sin embargo después, cuando uno se pone a trabajar, eso se va, porque uno se engancha y cuando te acordás te vuelve.

—Ahora estás participando de la Bienal del Impenetrable.
Es una cosa importantísima porque comentan que tienen mucha llegada con la sociedad toda. La organización la vienen ajustando y la gente tiene una responsabilidad en la organización. También tienen la calidez de recibirte, como que te das cuenta de la apertura que tienen y de tratar de ofrecerte lo que más tengan.

—Y allí estás trabajando en otro proyecto.
Claro y tenemos que trabajar más o menos también con el mismo tiempo, aunque en este caso como un poquito de tiempo más corto. La obra se llama La delgada línea roja y también trabajamos el metal. Allí hay como un juego de palabras, ya que también trabajo la línea.

—¿Cómo fueron tus inicios en Resistencia?
—Terminé la secundaria en Monte Casero y después me fui a Resistencia a estudiar Arquitectura. Después de varios años de estudiar esa carrera, iba a quinto año, tenía varias materias aprobadas, dejo y entro a la Escuela de Bellas Artes como para apoyar la Arquitectura. Me terminé enganchando con Bellas Artes y terminé dejando Arquitectura. Me enganche muy fuerte con las Bellas Artes. Luego me voy a Córdoba porque había un profesor que a mí me interesaba. Ya me quería ir de Resistencia porque me parecía que quería seguir perfeccionándome en otro lado. Allí conocí al profesor Mario Rosso. Terminó viviendo en el taller con él, tenía uno muy grande. Trabajaba y estudiaba ahí, vivía con él. En Córdoba  también conocí a un a un dibujante muy importante. Él es de Corriente, muy arraigado, pero viviendo en Córdoba y entonces también él fue como uno de los referentes en mi etapa viviendo en Córdoba.
—¿Qué posibilidades te ofrece trabajar el metal?
—El metal tiene muchas posibilidades de ser instalado en la vía pública, entonces tiene esa característica. Igual necesita una conservación, pero es más duradera que una de madera u otro material más endeble. En las escultura de material no da la calidad de la obra. Hay mucha gente que hace obras de cartón y es una obra más acabada en ese material, pero por supuesto no se puede poner afuera. Pero el metal te permite jugar con esas cosas. A mí lo que me interesa es trabajar como en esta cuestión, de ir como a una cosa muy limpia, mínima, que por ahí tengan más simpleza.
—¿Qué mensaje dejan tus esculturas?
—No pretende decirles nada, ni dejar nada. Es como un hacer, una impronta en la escultura, con la escultura.  Lo que me interesa más es construir con el otro lo que pasa. Que el otro también se ponga en juego, si quiere. Invitar al otro a que me pueda hablar. El arte no es de los especializados y que tiene que opinar el que sabe. Todos tenemos la posibilidad de admirar y de reconfortarnos con distintas disciplinas artísticas. No tenemos que ser eruditos para poder apreciarla. Cada uno podrá decir lo que sienta. Es la posibilidad de abandonarse ahí, a ver. A veces estamos acostumbrados a mirar y nos cuesta más ver. No me considero nadie para decir qué es lo que lo que ellos tienen que ver. Eso también trato de hacer en lo que hago. 
—¿Desde cuándo venís trabajando el concepto de línea?
—Desde 2009 que vengo investigando en la línea. Me gusta ese gesto. Es como una cosa que no tiene ninguna función. Hace rato que le vengo dando vuelta también a ese pensamiento o esa idea. Estamos como obligados a hacer cosas que siempre tengan una función o que tengan o que sirva para algo, ¿no? Esto no puede servir para nada, y eso está bárbaro. Es como jugar ahí. En estos tiempos que corren, tenemos que ser productivos, eficientes. Nuestras cosas que hagamos siempre tienen que tener una función y que tenga un destino. Y que si es remunerativo mejor. Entonces es como jugar ahí. Me parece que nos está faltando ese tiempo de volver a ese tiempo del ocio. De tomarnos el tiempo que nos permite reflexionar, de ver al vecino que está al lado.
—¿Tu obra es un ocio, es un trabajo? ¿Te dedicas full a esto? 
—La mayor parte del tiempo me dedico a esto hace mucho. Después tengo un trabajo. Trabajo con enfermos mentales, lo hago hace más de 30 años y lo sigo haciendo. A las esculturas lo tomo como un trabajo porque puse el deseo en la escultura y y lo tomo como un trabajo. Si yo hubiera puesto el deseo en otro lado, no sé, en hacer mesas, ser doctor, lo haría con el mismo empeño. Pero en ese recorrido, volviendo al tema de la línea, me parece que nosotros tenemos que empezar a replantearnos y darnos esa posibilidad. Sé que es muy difícil porque andamos corriendo detrás de mil cosas, que hay pilas de necesidades, pero me parece que hay que volver a esa parte más contemplativa y más de pensar en el otro. Tomarnos el tiempo. 

Últimas noticias

PUBLICIDAD