n Accidentes o siniestros, hechos de inseguridad vial que costaron la vida a varias personas ocurrieron en Corrientes y otros puntos del país en los últimos días, conectados por una coincidencia fatídica como es el dato según el cual todos los autos involucrados chocaron contra la zona posterior de camiones de gran porte.
Dos hinchas de River que viajaban de regreso a sus casas por la autopista Córdoba-Buenos Aires, un joven DJ oriundo de Misiones que regresaba a su provincia natal para festejar su título de arquitecto y dos mujeres que transitaban por la ruta nacional 119 a la altura del kilómetro 2. En este último caso, ambas víctimas embistieron a un camión que circulaba en su mismo sentido y, fruto de una carambola, fueron embestidas frontalmente por otro camión que viajaba en dirección opuesta, sobre la mano contraria.
En todos los casos las escenas posteriores al impacto son estremecedoras e interpelan a los conductores desde la evidencia de una vulnerabilidad evidente en cada episodio. Podemos imaginar a las víctimas en sus últimos instantes: en un momento acelerando al volante del automóvil y un segundo después empujadas hacia una muerte violenta por una mala maniobra que conjuga alta velocidad con errores humanos. ¿Cómo evitar estos sucesos irremediables?
Sin abrir juicio sobre las decisiones finales de las personas que fallecieron en estos hechos y con el debido respeto a sus deudos, el análisis de las situaciones conduce a conclusiones de las que se pueden obtener aprendizajes como el detalle de que no es seguro mantener velocidades elevadas mientras se transita cerca de un camión de 20 toneladas.
En todos los casos citados el factor velocidad estuvo presente y puede comprobarse al observar el estado de destrucción en el que quedaron los vehículos embistentes. En las tres tragedias, dos de ellas ocurridas en territorio correntino (una sobre autovía 14 y la otra sobre ruta 119), las personas que perdieron la vida sufrieron heridas irreversibles por toparse con la viga trasera de un acoplado.
¿Por qué ocurren estas colisiones? Las razones son diversas y muchas veces concurrentes, pues se entremezclan la premura de un conductor por llegar, la baja velocidad del camión que -quizás- recién se incorpora a la cinta asfáltica tras haber salido de una calle perpendicular, escasa visibilidad, exceso de velocidad y toda una lista de circunstancias que van de la distracción al cansancio, de la inexperiencia a la impericia, o de la temeridad a la imprudencia.
El resultado casi siempre es el mismo. Lesiones gravísimas, sobrevivientes con secuelas que solamente se superan con el correr de los años (si no se convierten en cuadros invalidantes de por vida) y un dolor inextinguible en familias devastadas por la pérdida de seres queridos. Todo porque la fatalidad no es fruto de una desafortunada alienación planetaria, sino de la falta de precaución de algunos conductores, un peligro potencial que debe, necesariamente, ser contemplado en la planificación de cualquier viajero a efectos preventivos. Un viejo instructor de manejo que supo ser piloto de categorías zonales de automovilismo decía que el conductor de un auto que viaja a velocidad lanzada en una ruta (cualquiera sea) debe representarse en su mente el peor de los escenarios para saber evitarlo en caso de que se convierta en realidad. Dicho de otro modo, siempre es mejor precaverse con el pensamiento íntimo de qué recurso aplicará en caso de que se plasme en los hechos el más dramático imponderable aunque tal hipótesis nunca suceda.
Entonces, vale decir que contemplar todas las posibilidades a modo de entrenamiento imaginario constituye un ejercicio idóneo para conjurar riesgos de accidentes como los que se han visto en los últimos días. Porque como enseñaba el quíntuple campeón mundial de Fórmula 1, Juan Manuel Fangio: a la hora de acelerar, acelera cualquiera; lo importante es saber frenar.
También en Estados Unidos. Los choques a velocidades impensadas y fruto de la imprevisión de los conductores que calculan mal o se confían demasiado no son patrimonio exclusivo de las rutas argentinas o latinoamericanas. En la más desarrollada de las naciones, Estados Unidos, los accidentes de tales características con moneda corriente y hasta dejan de ser noticia por su frecuencia. Es lo que sucede en la carretera i95 que conecta Miami con Nueva York, donde a menudo se ven autos (en especial de alta gama como Mercedes o Porsche) incrustados debajo de camiones, como muestra la imagen gentileza del ing. Alejandro Forlín. |