A orillas del Paraná, se presentó la noche del jueves la Orquesta de Río Infinito, que arribó en el barco “Marylin” luego de su paso por Itatí y camino hacia Bella Vista. Dirigida por Manuel Obregón -de Costa Rica-, la tripulación de músicos tiene por objetivo llevar su mensaje de unión fraterna y de respeto a la naturaleza como fuente de vida. Una y otra misión, consustanciadas con el decir de los trabajadores de la cultura universal, como aluentes de los ríos universales que transitaron y esperan transitar con esta misión.
En las Terrazas del Chamamé, un con mirador hacia el río ubicado en la Costanera, se juntaron la música y la voz, el cuerpo y el alma, sensaciones inigualables que al momento del relato resultan insuficientes para describir el espectáculo de luz y color protagonizado por las visitas y sus receptores, entre colegas y público.
El Litoral entrevistó al músico Manuel Obregón, creador de la “Orquesta de la Papaya” en su natal Costa Rica, impulsor de este movimiento y activo participante de todos y cada uno de los viajes realizados. “Esta es la búsqueda espiritual de un grupo de músicos que ha ido creciendo a medida que los kilómetros recorridos en los ríos iban tendiendo puentes entre distintas culturas”, dice mientras supervisa con la mirada y una media sonrisa, lo que ocurre en el escenario natural que prestó la arquitectura costera.
“El buen tiempo nos ayudó hasta acá, pasamos Yacyretá sin dificultad”, señala. Desde el Mississipi hasta el Río de la Plata, el viaje se anuncia con escalas predeterminadas.
Vestidos a la usanza propia de cada país, con el color cierto que amalgama pueblos y pensamientos, la verdadera fiesta estaba en ese lugar, con la gente que naturalmente se movía al ritmo de la marimba que tocaba Meche (María José Silva, de Nicaragua), el canto buyerengue (de Yomira Jhon, una panameña con blanco ropaje sobre su piel cobriza), la melodía arrancada al stick por Osvaldo Burgos (Dirseus, de Corrientes) y tantos otros que se acercaron a compartir la presencia, que no es poco decir.
Según la “carta de viaje”, ayer por la mañana y muy temprano, estaba previsto el leve de amarras para el barco que seguiría camino hacia Bella Vista para arribar a las 14 y participar de un homenaje a los chamameceros fallecidos y a la noche estar en la Fiesta de la Naranja. Porque así lo destina este “Río Infinito”, como misión y obra cumplida.
Trío internacional
Meche” Silva de Nicaragua, Yomira Jhon de Panamá y Osvaldo Burgos de Argentina, fueron tres de los músicos que formaron parte de la tripulación del barco “Marylin” y por tanto de la Orquesta del Río Infinito. El Litoral habló con la cantante Yomira, una simpática panameña de 40 años, que luego de viajar 20 años por el mundo hizo “base” nuevamente en su país y fue la primera mujer en integrar la Orquesta de la Papaya (creada por Obregón hace siete años) y ya ha tripulado otro barco el año pasado y navegado otro río. Así lo cuenta.
“Estuve en la Argentina en la década del 90’ pues hacía los coros a Ricky Martin y Luis Miguel. Es este un proyecto vital que comparto plenamente con Manuel, cada viaje se afianza más el sentido de común objetivo y esto se está poniendo muy bonito”, dice sonriente.
Yomira vivió en Francia donde grabó el disco “Ida y vuelta”, fusionando ritmos, con inclusión de un bombista argentino que allá reside. El año pasado hizo el recorrido fluvial por el río San Juan (que comunica Costa Rica con Nicaragua), acompañando a León Gieco.
Habla luego de María José “Meche” Silva, nicaraguense de cuna, una de las pocas mujeres que toca la marimba, un instrumento fuerte y dulce al mismo tiempo, con el candor propio de los ritmos caribeños al ejecutarlo e integra a la foto a Dirseus, para darle calidez receptivo a este encuentro de agua dulce a orillas del majestuoso Paraná.
En las Terrazas del Chamamé, un con mirador hacia el río ubicado en la Costanera, se juntaron la música y la voz, el cuerpo y el alma, sensaciones inigualables que al momento del relato resultan insuficientes para describir el espectáculo de luz y color protagonizado por las visitas y sus receptores, entre colegas y público.
El Litoral entrevistó al músico Manuel Obregón, creador de la “Orquesta de la Papaya” en su natal Costa Rica, impulsor de este movimiento y activo participante de todos y cada uno de los viajes realizados. “Esta es la búsqueda espiritual de un grupo de músicos que ha ido creciendo a medida que los kilómetros recorridos en los ríos iban tendiendo puentes entre distintas culturas”, dice mientras supervisa con la mirada y una media sonrisa, lo que ocurre en el escenario natural que prestó la arquitectura costera.
“El buen tiempo nos ayudó hasta acá, pasamos Yacyretá sin dificultad”, señala. Desde el Mississipi hasta el Río de la Plata, el viaje se anuncia con escalas predeterminadas.
Vestidos a la usanza propia de cada país, con el color cierto que amalgama pueblos y pensamientos, la verdadera fiesta estaba en ese lugar, con la gente que naturalmente se movía al ritmo de la marimba que tocaba Meche (María José Silva, de Nicaragua), el canto buyerengue (de Yomira Jhon, una panameña con blanco ropaje sobre su piel cobriza), la melodía arrancada al stick por Osvaldo Burgos (Dirseus, de Corrientes) y tantos otros que se acercaron a compartir la presencia, que no es poco decir.
Según la “carta de viaje”, ayer por la mañana y muy temprano, estaba previsto el leve de amarras para el barco que seguiría camino hacia Bella Vista para arribar a las 14 y participar de un homenaje a los chamameceros fallecidos y a la noche estar en la Fiesta de la Naranja. Porque así lo destina este “Río Infinito”, como misión y obra cumplida.
Trío internacional
Meche” Silva de Nicaragua, Yomira Jhon de Panamá y Osvaldo Burgos de Argentina, fueron tres de los músicos que formaron parte de la tripulación del barco “Marylin” y por tanto de la Orquesta del Río Infinito. El Litoral habló con la cantante Yomira, una simpática panameña de 40 años, que luego de viajar 20 años por el mundo hizo “base” nuevamente en su país y fue la primera mujer en integrar la Orquesta de la Papaya (creada por Obregón hace siete años) y ya ha tripulado otro barco el año pasado y navegado otro río. Así lo cuenta.
“Estuve en la Argentina en la década del 90’ pues hacía los coros a Ricky Martin y Luis Miguel. Es este un proyecto vital que comparto plenamente con Manuel, cada viaje se afianza más el sentido de común objetivo y esto se está poniendo muy bonito”, dice sonriente.
Yomira vivió en Francia donde grabó el disco “Ida y vuelta”, fusionando ritmos, con inclusión de un bombista argentino que allá reside. El año pasado hizo el recorrido fluvial por el río San Juan (que comunica Costa Rica con Nicaragua), acompañando a León Gieco.
Habla luego de María José “Meche” Silva, nicaraguense de cuna, una de las pocas mujeres que toca la marimba, un instrumento fuerte y dulce al mismo tiempo, con el candor propio de los ritmos caribeños al ejecutarlo e integra a la foto a Dirseus, para darle calidez receptivo a este encuentro de agua dulce a orillas del majestuoso Paraná.
