Por lic Bernardo Stamateas
Colaboración Especial
Es tan disfrutable ser niño como ser adulto o anciano. Cada etapa tiene su propio encanto. Lo importante es no anclarnos en ninguna etapa porque la vida es un camino de una sola mano y, una vez que uno se dirige hacia adelante, no es posible retroceder.
Mitos de la vejez
Existe un mito (una creencia equivocada) que dice que vejez es igual a enfermedad. Algunas personas tienen la idea de que, cuando envejezcan, lo único que harán es estar enfermos. Tal creencia puede convertirse en una profecía autocumplida. Lo cierto es que solamente el 2% de los ancianos viven en geriátricos y el 10% dependen de otros. Pero el 65% es capaz de manejarse por su propia cuenta.
Otro mito asegura que es en la juventud que uno lo posee todo y es el mejor tiempo de la vida. En consecuencia, la vejez es un estado de dolor. Muchos adultos declaran: “Parezco un muchacho de veinte; o una chica de treinta años”. Y muchos jóvenes con esta forma de pensar se dedican a vivir la vida sin metas ni un proyecto a concretar.
Y, según un tercer mito, después de los cuarenta, uno ya es viejo. En realidad, no empezamos a envejecer después de los cuarenta, sino después de los treinta según algunos estudios. A esa edad ya nuestro cuerpo comienza a declinar pero desde que nacemos estamos envejeciendo. Uno no se despierta un día y dice: “Estoy viejo” porque no nos damos cuenta del paso del tiempo. La vida empieza cuando decidimos que empiece. Hoy estamos acá y tenemos que aceptar las limitaciones del cuerpo, sin perder nunca nuestros proyectos.
Un camino de plenitud
Para dejar atrás estos mitos, estas son tres acciones que todos deberíamos llevar a cabo:
1. Crecer: tenemos que crecer en ser buenas personas y para ello, necesitamos quitar de nuestra vida las emociones que han sido contaminadas por los problemas para que darle lugar a aquellas emociones que nos sumen y nos motiven a seguir creciendo. Hay gente que se enferma no porque guarda cosas negativas, sino porque no expresa la alegría. Hay gente que nunca sonríe. Las emociones, aun las buenas, que no utilizamos y nos guardamos pueden terminar enfermando nuestro cuerpo.
2. Desear: no deberíamos perder el deseo jamás. Cuando somos niños, deseamos jugar. Cuando somos adolescentes, nuestro deseo es rebelarnos y tener creatividad. Y cuando llegamos a adultos, deseamos ser productivos. Siempre hay que desear algo a lo largo de la vida porque el deseo es sinónimo de esperanza en el corazón. Yo espero viajar, espero estar sano, espero ver a mi familia feliz. No se debe matar nunca el deseo porque es este el que nos mantiene con vida. Hay gente que no desea nada en particular y mueren antes de morirse. Beethoven era sordo pero componía música. Aunque el cuerpo falle, las capacidades interiores siguen estando vigentes. Ponele pasión a tu vida.
3. Amar: tenemos que amar todo lo que tenemos, aquello que logramos en la vida. Amá tu vida, tus proyectos, a tu familia, a tus amigos. Porque, cuando uno ama y valora lo suyo, abre la puerta para que las mejores cosas lleguen a su vida.
Incluir estas tres acciones en nuestra vida pone en marcha el motor que necesitamos para disfrutar cada etapa en plenitud porque ninguna es mejor que otra. ¿Estás disfrutando tu vida hoy?
DESTACADOS
La vida empieza cuando decidimos que empiece. Hoy estamos acá y tenemos que aceptar las limitaciones del cuerpo, sin perder nunca nuestros proyectos.
RECUADRITO
EL DATO
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a [email protected]