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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Las golondrinas de Goya y Capistrano

Uno de los misterios más antiguos e insondables de nuestra historia es el viaje migratorio que hacen las golondrinas desde Goya, Corrientes, hasta San Juan de Capistrano, en California, EE.UU.  y viceversa. ¿Cómo puede un frágil pájaro, dotado de un cerebro diminuto, encontrar dos veces al año, el mismo camino que le permite realizar un largo viaje de 15 mil kilómetros?
En la historia. Monumento a las golondrinas, en la plaza de Goya.

Por Francisco Villagrán

Especial para El Litoral

El próximo lunes 18 de febrero, millares de golondrinas que se encuentran en Goya, emprenderán viaje de regreso a San Juan de Capistrano, en un largo periplo de más de 15 mil kilómetros que se repite cada 18 de febrero matemáticamente, para arribar a California el 19 de marzo de cada año indefectiblemente, por lo que demoran 30 días exactos en su vuelo de vuelta. Allí las espera una multitud para recibirlas en medio de gritos de alegría y agasajos por el regreso a lo que las golondrinas responden con vuelos rasantes, como señal de que están contentas con regresar a su casa.

Su viaje de regreso tanto como el de ida, es siempre una odisea y un desafío, 15 horas por día llegan a volar estas aves, en tramos de hasta 400 kilómetros diarios, a una altura promedio de 2 kilómetros para aprovechar mejor las corrientes de aire y los vientos. La velocidad media de vuelo de estas aves es de 60 km/h y se alimentan de insectos de cuerpo blando, arañas y gusanos que van comiendo por el camino.

Los pájaros se orientan en este vuelo fantástico, por los campos magnéticos de la Tierra y van orillando la costa de Baja California por el litoral marítimo, hasta llegar de nuevo a su hogar de verano en San Juan de Capistrano. Tienen un sentido de la ubicación fenomenal, no se pierden nunca y demuestran una memoria extraordinaria.

Cuando llegan se muestran contentas y vuelan subiendo y bajando, como jugando en los añosos árboles de la región. La primera vez que se registró este viaje de las golondrinas y su regreso con matemática precisión, fue documentada en los archivos de la misión de San Juan de Capistrano, el 19 de marzo de 1777, por el sacerdote Fermín Fuster. Desde entonces se repite el fenómeno con extraordinaria exactitud de fechas, salvo en 1935, en que una gran tormenta azotó la región y las desvió de su rumbo.

Todos los 24 de noviembre, vecinos, autoridades y estudiantes de Goya, esperan con inusual expectativa, la llegada de las primeras golondrinas y cuando esto sucede, suenan las campanas al viento, como señal de regocijo y alegría, ante la presencia de millares de golondrinas que están viajando desde el 23 de octubre, hasta llegar a la segunda ciudad correntina, haciéndolo por el litoral Pacífico. Avanzan durante las horas del día a una velocidad constante, que les permite llegar a tiempo, como siempre, como si todo estuviera ya matemáticamente calculado.

En Goya las espera una serie de festividades cada año cuando llegan el 24 de noviembre, en el Monumento a las Golondrinas, obra creada por el escultor Antonio Sotelo, que fue inaugurada en 1992 en la plaza San Martín, lugar preferido por estas aves para anidar.

También lo hacen en el campanario de la catedral Nuestra Señora del Rosario, en la plaza Italia y en la isla Las Damas, que se encuentra frente a la costanera de Goya. Estas aves lograron que los intendentes de Goya y San Juan de Capistrano, firmaran el 16 de agosto de 1978, una declaración  por la cual ambas comunas se constituían en ciudades hermanas y el 23 de octubre de 1989, se creó la Fundación para las Golondrinas.

Descripción y detalles

La ciencia ha buscado una explicación a cómo se orientan estas pequeñas aves y muchos zoólogos, ornitólogos y especialistas han dedicado mucho tiempo al estudio de las golondrinas, llegando a interesantes conclusiones. Uno de ellos,  Ramiro Arrieta, bibliotecario de Birdlife International en Argentina, nos cuenta cómo son las golondrinas que vienen a Goya:

Su nombre científico es Rabadilla Canela, se cría en América del Norte, desde el Oeste al centro de Alaska y Canadá, sur y norte de México y en todo EE.UU. Sus medidas son de entre 15 y 20 cm. tiene la frente color blanco, corona y dorso azul oscuro, que se mezclan con color canela, alas y cola marrón oscuro. Se reconocen cuatro subespecies y su canto es un suave gorgojeo. El vuelo que comienza en Goya, sigue por los valles de los ríos Paraná y Paraguay, hasta el lago Mirin (límite entre Brasil y Bolivia) siguiendo las corrientes que producen las grandes masas de aire del sur, que se mueven hacia el Ecuador. Después del lago Mirin, cambian su ruta hacia el oeste, buscando los valles de los Andes y por último, el Ecuador. Viajan a gran altitud para aprovechar las corrientes dinámicas de aire que se mueven hacia el Polo Norte.

Alcanzan el Golfo de México, y por Yucatán buscan el oeste y el Pacífico, volando a lo largo de la orilla de Baja California hasta finalmente entrar al valle y llegar a San Juan de Capistrano. Por eso decíamos que este viaje es toda una odisea, donde más de una vez deben enfrentarse a fuerte vientos y tormentas que las desbanda. También muchas de ellas caen para siempre. Pero vuelven a reunirse y siguen su ruta.

Las aves usan el mismo nido del año anterior y en caso de que esté muy deteriorado o destruido, construyen otro con barro amasado y pasto. La hembra pone de cuatro a seis huevos y los empolla, luego de unos 15 días, nacen los pichones, que el macho ayuda a cuidarlos y alimentarlos. 

Una vez que están emplumados y crecen, están en condiciones de volar y regresar, con sus padres, a su hogar de verano en San Juan de Capistrano. La migración de estas aves es un enigma que desafía el razonamiento lógico y demuestra las extraordinarias condiciones y cualidades que poseen muchos animales y que el hombre actualmente no puede explicarse en forma racional. Es un misterio de la naturaleza, muy difícil de descifrar.

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