Siempre ocurre y en esta ocasión sucedió lo mismo, más por el actual contexto que vive el país. A decir verdad, creemos que seguramente a nadie sorprendió.
El presidente Mauricio Macri dio ayer el discurso de apertura de sesiones ordinarias del Congreso. Fue la segunda oportunidad en la que se presentó frente a la Asamblea Legislativa, que reúne a los diputados y senadores de todas las fuerzas políticas.
En un claro tono de campaña electoral y durante una hora, el Presidente repitió las consignas y el espíritu del marketing político del oficialismo y protagonizó varios cruces con los legisladores del Frente para la Victoria-PJ.
El escenario parlamentario parecía más bien a un mitin político de un acto en un barrio periférico, donde el choripán el vino o la cerveza es moneda corriente.
En este contexto no faltó el infantilismo o la “viveza criolla” de algunos opositores como, por ejemplo, la diputada nacional Araceli Ferreyra ingresó al palacio legislativo con un plantín de cannabis y reclamó por el libre cultivo.
También se puede mencionar a la falsa diputada del PRO Joanna Picetti, quien llegó sobre la hora y se metió en el recinto. En 2017, fue impugnada de la lista de Cambiemos luego de conocerse una denuncia por maltrato infantil.
Es de señalar que el Presidente no hizo referencias a la recesión ni al aumento de desempleo registrados en su primer año de gestión. Confrontó con los docentes y criticó el kirchnerismo. Trató de despegarse de los escándalos por los conflictos de intereses del Gobierno.
Macri utilizó su discurso para confrontar con el Frente para la Victoria. Recurrió a chicanas y alusiones directas a la gestión de Cristina Fernández, que fueron los momentos de mayor tensión de la jornada. En las bancas del FpV-PJ, se podían leer pancartas y carteles con las leyendas “Yo te vi mandarnos a la pobreza”; “Yo te vi regalarte rutas aéreas”; “Yo te vi bajar las jubilaciones” o “No al desmantelamiento del Conicet”. Sobresalía una cartulina amarilla en la banca de una diputada misionera: “Macri = Economías regionales en crisis. Madera, yerba, tabaco”, decía el texto. Esa misma diputada, María Brítez, se acercó mientras el jefe de Estado estaba hablando para acercarle un paquete de yerba y visibilizar así la crítica situación de los productores de su provincia. La izquierda también llevó sus consignas: “Anulación del decreto xenófobo”, “Yo apoyo la lucha docente” y la lucha de los trabajadores de AGR-Clarín.
Al igual que el año pasado, Mauricio Macri habló durante casi una hora exacta (lejos de las casi tres horas de su antecesora). Los ejes de su discurso fueron la inflación, la educación y la lucha contra la corrupción, entre otros.
Durante toda su exposición, el primer mandatario buscó instalar un mensaje positivo y patear para adelante el cumplimiento de las promesas de campaña. “Superamos lo más difícil de esta transición y el país está cambiando. Argentina se está poniendo de pie. Aparecen las señales de una mejora en la economía.
En términos económicos, hizo hincapié en la inflación, que “en el segundo semestre fue del 8,9 por ciento. Repitió así el libreto del Gobierno, que pretende anualizar ese período para evitar hablar del 40 por ciento de inflación con el que cerró el 2016. No hubo alusiones a la caída de la actividad económica, los despidos o el aumento de la pobreza. Prefirió retomar los cuestionamientos a la “manipulación” estadística del gobierno anterior.
En definitiva, Macri se mostró más combativo y reconoció los problemas económicos, pero aseguró que el país está mejor que en 2015.
Convengamos que el Presidente dio un mensaje de campaña política, sino cómo se entiende el anuncio de la suba del 46% de la Asignación Universal por Hijo (AUH), que pasaría a partir de este mes de los $1.816 actuales a $2.029,70 por hijo. Pero con la suba anunciada, el beneficio se irá a $2.644 por hijo desde este mes, ya que “se adelantan todos los aumentos previstos en el año”.