Martes 23de Abril de 2024CORRIENTES22°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$852,0

Dolar Venta:$892,0

Martes 23de Abril de 2024CORRIENTES22°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$852,0

Dolar Venta:$892,0

/Ellitoral.com.ar/ Vivir Bien

Hablemos de límites

La posibilidad de ponerse límites a uno mismo repercute en las formas de vincularse con el resto: hijos, familia, trabajo y exigencias sociales. La importancia de saber decir que “no”. 

Por Bernardo Stamateas

Colaboración Especial

Los límites, que no tienen la mejor prensa porque los percibimos como negativos, poseen una doble vía. ¿Qué significa esto? Que si yo no sé decirme que no a mí mismo, no seré capaz de decirle que no a los demás. Quien sabe ponerse límites a sí mismo, sin duda, podrá ponérselos a alguien más con mayor facilidad.

Un no a tiempo a algunos podrá resultarles antipático y molesto pero, en realidad, es una respuesta inteligente para preservar nuestro espacio cuando pretenden invadirlo. Pero tenemos que aprender a decir que no amablemente, incluso con una sonrisa en el rostro. No es necesario ser agresivos para decir que no porque cuando le decimos que no a una persona con enojo o a los gritos, no estamos fijándole un límite, sino invitándola a participar de una discusión o una pelea. 

Un espejo

¿Cómo logramos ponernos 

límites a nosotros mismos? 

Abrazando (aceptando) nuestro ser en su totalidad, es decir, con nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Aquel que no se acepta tal como es suele creerse omnipotente (que todo lo puede y lo sabe) o impotente (que es un inútil en inferioridad de condiciones). Lo ideal es pararnos sobre la base de la “potencia”, lo cual implica tener claro qué puedo y qué no puedo. 

¿Cómo logramos ponerles límites a otros?

Desarrollando la capacidad que todos poseemos de decir “no”. Tan sencillo como eso. Muchos tienen serias dificultades para dar una respuesta negativa. ¿La razón? Creen que si le dicen que no a alguien, serán rechazados o maltratados. Temen perder el reconocimiento de la gente y el afecto de quienes los rodean. Es fundamental aprender a decir un “no quiero”, un “no puedo”, un “no tengo”, para no convertirnos en víctimas de alguien abusivo y manipulador. Nadie puede, ni debería, decir siempre que sí y estar a disposición de los demás las 24 horas del día. Para estar equilibrados a nivel emocional, debemos mezclar el “sí” con algún “no” de vez en cuando. 

Derechos y derechos

Todos tenemos derecho a pedir (no exigir), pero también todos tenemos derecho a decir que no, cuando así lo decidamos porque tal actitud contribuye a nuestro bienestar.

También haríamos bien en recordar que no hay que darles a los demás más de lo que piden. ¿Por qué? Porque, por lo general, no lo valorarán. 

Si alguien te pide un vaso de agua, no le des una comida completa. La mejor forma de administrar nuestro “sí” y nuestro “no” es diciéndole que sí a lo bueno y que no a lo malo. Practiquemos a diario decir: 

Sí a las personas buenas, a la mejora continua, al trabajo, a la solidaridad, a la fe, etc. Y…

No a las adicciones, al maltrato, a la enfermedad, a la falta de respeto, etc. 

Quien sabe decirle que no a todo lo negativo y que sí a todo lo positivo, para él o ella misma y para los demás, podrá crecer ilimitadamente con óptima salud mental y física. Y, sobre todo, descubrirá que lo mejor viene detrás del límite. Todos los seres humanos poseemos un límite y es nuestro desafío superar dicha frontera. Esto quiere decir superarse a uno mismo sin compararse con nadie ni competir con otros. 

 

El qué dirán

Uno de los motivos por los cuales nos cuesta mucho decir que “no” es porque sobrevaloramos el “qué dirán” y la opinión de los demás por encima de nuestros motivos. 

Estar pendientes de lo que opinen los demás de nosotros, querer quedar siempre bien, que nos consideren amables, responsables, buenos profesionales, que no “piensen mal” de nosotros. Todo eso es una mochila muy pesada. La psicóloga Paola Graziano sostiene que si al tomar una decisión tenemos el foco de atención en cómo nos ven los demás y el querer agradar siempre, que opinen bien de nosotros, no crear conflicto, etc., podemos cometer el error de guiar nuestra conducta por esto en lugar de por nuestros propios motivos y valores.

Nos cuesta decir que no, o poner límites, por lo que “pudieran llegar a pensar” si decimos que no. “¿y si piensa que soy un antipático o un egoísta?”, “¿y si cree que le digo que no porque me cae mal?”, “¿y si digo que no y piensan que no me implico lo suficiente en mi trabajo?”... etc. No podemos evitar siempre el conflicto o caerle siempre bien a todo el mundo, debemos aceptar esta premisa de antemano. 

Para un equilibrio social y emocional debemos confiar en nuestra capacidad de resolver los conflictos que se presenten y saber defender con educación y firmeza nuestras decisiones, aunque haya gente a la que no le guste u opine diferente. Es normal que nos afecte la opinión de las personas que nos importan, pero no podemos condicionar nuestros actos y decisiones por miedo a lo que opinen los demás. 

Podemos ser empáticos y respetuosos, pero también es fundamental saber escucharnos y respetarnos a nosotros mismos, teniendo la autoconfianza suficiente para decir que “no”, a pesar de que podamos disgustar a otros.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error