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Mitos, leyendas y enigmas de la provincia

Con más de 400 años de existencia, en Corrientes es habitual que haya hechos misteriosos y sin explicación, que a veces lindan con lo increíble y enigmático. El Taragüí tiene muchas leyendas, curiosidades, sucesos paranormales, fantasmas, aparecidos, entierros y cosas por el estilo que son un verdadero desafío para la razón.
Aguas brillantes. La laguna del Iberá encierra muchos misterios.

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

Los lectores se apasionan por las historias que circulan por la provincia, que son verdaderos mitos y leyendas que se acrecientan con el paso del tiempo, algunos mandan relatos verídicos sorprendentes que corroboran los mitos y demuestran que no lo son tanto. Una lectora, de nombre Maru, de Empedrado, envió en el año 2013 el siguiente testimonio: “Hace muchos años, siendo jovencita, tuve una extraña experiencia. Fui con un grupo de amigas hacia San Lorenzo, por la Ruta 12, antes de llegar ingresamos a un camino vecinal de tierra y hacia la derecha, en Colonia Brugne, nos internamos por la calle hasta el fondo, hasta llegar a un ranchito dentro del monte, lugar donde vive el tío de una amiga. Tras pasar unas horas allí, emprendimos el regreso al oscurecer y a medio camino se hizo de noche, era una noche clara, de luna. Mirando hacia los costados podía ver los árboles y algunos animales pastando. Ibamos en bicicleta las tres amigas. Todo era campo, no había casas, yo iba en el medio, las tres separadas  por unos 50 metros más o menos. 

De repente empiezo a escuchar muchos ruidos, estruendos como el galopar de caballos, en tropel, muchos ruidos, como si chocaran dos ejércitos, gritos, gemidos, llantos de mujer, más gritos más caballos relinchando, choque de metales, como espadas o cuchillos. Por supuesto que al escuchar todo eso, miré hacia los costados y no había nada, sólo campo.

Me asusté y me dieron escalofríos, empecé a gritar llamando a mis compañeras que llegan, les pregunto si escucharon o vieron algo, me dijeron que no, que no sintieron ni vieron nada. Volví en silencio, pensando si lo que escuché era cierto. Estoy segura de que lo escuché. En esa época no conocía mucho de historia, como para asociarlo con la Guerra de la Triple Alianza. Leyendo e investigando, ahora sé que en ese lugar ocurrió la primera gran batalla de esa guerra. Lo que yo escuché esa noche era eso, los ruidos de una batalla. Y me enteré de que a muchas personas también les pasó lo mismo en ese lugar.

El culto a La Pilarcita

En Concepción del Yaguareté Corá (corral de tigres, en guaraní) se venera a La Pilarcita, una niña a la que se considera milagrosa. En 1917, Pilar Zaracho, una niña de cuatro años, iba en viaje con su familia en una carreta tirada por bueyes. En un descuido y luego de un salto de la carreta, la muñeca que la niña llevaba en sus brazos se cayó en el arenal del camino. Ella se tiró inmediatamente tras la muñeca en urgente salvataje, pero una rueda de la carreta la aplastó y murió. El polvoriento sendero se convirtió en su tumba, ya que sus padres, doloridos y apesadumbrados por la tragedia, decidieron cavar allí la tumba que guarda sus restos y con una cruz de madera encomiendan su alma a Jesús Niño. Los lugareños le piden favores que la niña cumple. Enterada de esta historia, la escritora Marily Morales Segovia, (ya desaparecida) hizo una muñeca artesanal a la que bautizó “La Pilarcita” y que actualmente está en el único museo de muñecas allí en Concepción del Yaguareté Corá.

En esta misma tierra, otro niño correntino, Pedro Ríos, demostró su valor y es recordado como el legendario “Tamborcito de Tacuarí”. Niños ambos, en el cielo de la inocencia, hacen de intermediarios entre la angustia de la gente y la fe en Dios, para conceder favores a los que algunos llaman milagros. El pago para la niña es una muñeca, parecida a la que cobijó con su amor, al punto de dar su vida en un intento por salvarla.

Nuestra provincia es pródiga en mitos y leyendas, como el “Pombero”, el “Lobizón”, los misterios de la laguna Iberá, donde dicen se ven extrañas luces evolucionando por las noches, como así también en el fondo de sus cristalinas aguas. Los 8 de enero de cada año, se dan cita peregrinos de todo el país y aún de países limítrofes para honrar la memoria y pedir y agradecer favores al Gauchito Gil, en las cercanías de Mercedes, otro de los mitos que tiene sus raíces en un hecho real.

Un extraño banquete

Cuenta la leyenda que en una estancia ubicada a unos 15 kilómetros de la localidad de Concepción, ocurrió un hecho a mediados de la década del 80, del cual todos los habitantes de la zona tuvieron noticias. El dueño de la estancia hacía servir la mesa a su empleada, para muchas personas, una especie de banquete, aunque él vivía solo. Luego, le ordenaba a la empleada que sirviera la mesa y se retirara sin mirar. Esto le llamó la atención a la mujer, hasta que un día no aguantó la curiosidad y se quedó a espiar quiénes eran los misteriosos comensales. Oculta entre las plantas observó con asombro que junto a su patrón había varias figuras de características humanas, aunque no lo eran, ella las calificó como “cosas raras”. El susto que se llevó fue grandísimo y quedó alterada, por lo cual se largó caminando rumbo al pueblo. El patrón cuando se dio cuenta de que había visto todo, la siguió y le pidió por favor que vuelva, que le explicaría todo. Pero ella no aceptó y se marchó para nunca más volver. Pero antes contó su extraña experiencia en el pueblo.

Testimonios de otras personas de la localidad, decían que este hombre era un poco extraño, por ejemplo, ya sabía cuando alguien lo iba a visitar y lo que iba decirle, como si le leyera la mente. Un día sufrió un accidente aéreo yendo él piloteando su propio avión, la máquina falló y se estrelló en el suelo. El avión quedó destrozado, pero él milagrosamente no sufrió ningún golpe ni herida alguna. Un día desapareció misteriosamente, nadie supo adónde fue ni que fue de su vida. ¿Verdad o mito? Vaya uno a saber… 

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