Por Rodrigo Galarza
Especial para El Litoral
Conocí a Sergio Leiva en los noventa. Por aquel entonces éramos muy jóvenes (bastante más) y soñábamos con escribir el “gran” libro; cada que vez que nos encontrábamos comentábamos con entusiasmo que habíamos descubierto a tal o cual autor o revista. Nuestros encuentros consistían en celebrar la literatura y la fortuna de poder acceder a otros mundos a través de ella. De pronto nos hallábamos en la tórrida siesta correntina (lo de tórrida resulta casi un eufemismo, habría que decir, por ejemplo, infierno) realizando el inventario de la biblioteca de la Sade, que en aquel tiempo funcionaba en la sede de la Sociedad Italiana. Para esos menesteres, la profilaxis del tereré era insuficiente, por lo que apelábamos casi exclusivamente al amor por los libros y al verso demasiado cierto (ahora) de Darío: “Juventud, divino tesoro”.
Quizá ya nos hayamos convertido en “fundamentalistas del aire acondicionado” (si dios Dpec permite) pero lo que no ha variado es el amor por los libros y la escritura. La voz de Leiva Giardinieri construye, colma con su propia vida a lo largo de varios años un poemario hecho de plenitudes y ruinas, de retazos de ausencia que irradian sobre el presente. ¿Cómo se construye uno?, ¿cómo integra lo devuelto por la relación con el mundo?: “Cesará el golpeteo del cincel tedioso sobre la roca imposible / entonces algo sucederá / seguramente”, nos dice el poeta correntino en tres contundentes estocadas en las que ante la afirmación emocional sustentada acertadamente por la personificación (nótese “cincel tedioso”, “roca imposible”) se resuelve con la proyección de estados emocionales que si bien se enuncian con probabilidad indefinida (“algo sucederá”, “seguramente”), dejan lugar al hallazgo, o al menos al movimiento, al camino que solo se nos dará, quizá, si lo buscamos.
Señala el poeta venezolano Guillermo Sucre: “Hablar a partir de la conciencia que se tiene del silencio, es ya hablar de otro modo: al reconocer sus límites, el lenguaje puede recobrar al mismo tiempo su intensidad. ¿No hay un lenguaje que, por su propia naturaleza, es una suerte de silencio?”. Con esta apreciación bien podríamos aproximarnos al poemario de Sergio, “Arqueología del silencio”, título nos remite sin duda al viaje interior del poeta que nos lleva a aquello que Bajtin diferenciaba: “silencio” y “callar”. El primero, genésico y germinal; y el segundo, como acto intencionado: “Mi hogar son esas palabras que me nombran”; o: “Con danza de chamán / rastrear la oscilación tierna de tu deseo / mientras te habito”.
Va tardando ya que el poemario mencionado vea la luz. Ojalá pronto podamos ver publicado lo que este arqueólogo del silencio ha ido cincelando fiel y paciente a su vocación de inmolarse y renacer en y por la palabra.
¡Salud, poesía y libaciones!
Muestrario mínimo
Casi profecía
Amenaza con llover la noche/
un perro flaco alcahuetea
[en sus huesos grotescos
el secreto de la melancolía/
existe un rumor/
el rumor de las aguas
que vendrán a sostener los
[párpados abiertos/
en ese día inclinaré sobre mi pecho [las montañas del pan
recogido en el seno de tus senos/
para guardarte en el grito de tu [adentro infinito
y más allá nada sino tu voz/
en ese día algunas tiernas tinieblas [recorrerán los suburbios
anunciando una aventura ríspida/
el gorrión dormido por la espera [de las lluvias
mojará sus alas ese día/
en ese día tus senos y tus ojos
[desplegados
te delatarán anunciando [tu nombre sobre mi/
nos recogeremos de entre las aguas
para perpetuarnos en ese día/
despertarán los cuerpos
[al abuso del beso/
y de las bocas
que guardan las palabras a partir [de ahora/
parece que todos abandonamos
[el sueño hoy/
parece que por fin
amenaza con llover la noche.
I
A quién preguntaré sobre mis
[calamidades
sino a mí mismo
ya que seré quien mejor
[me he desconocido
II
hoy ha vuelto ese que algún día fui
lo miré a mí
y él me saludé
fue como si
obviamente
nos hubiéramos conocido
[de siempre
le pregunté
cuál de ellos soy
entonces él me acerqué
tan cerca que fui uno conmigo
esto suele suceder
tan seguido que
ya ni me reconozco a él
III
¿cancelaré la alquimia todopoderosa del fastidio cotidiano?
**
Delinearte con la misma
[impaciencia
de esos dedos que limpian
[un vidrio empañado/
detrás del mismo asombro
de aquellos que inauguran
[el reconocimiento
de la desnudez mutua/
Te hablo con el mismo lenguaje
[de siempre
pero nunca es el mismo/
a veces uso otra lengua,
[más cálida y más ágil...
**
Soy como el caracol/
quien lleva su hogar y sus propias [riquezas encima
[todo el tiempo/
mi hogar son esas palabras
[que me nombran/
mis riquezas son esos rostros
[que me sonríen
[disimuladamente/
y mi destino es cargarlos a cuestas [todo el tiempo
[a pesar de todo/
como el caracol..
**
Con danza de chaman
rastrear la oscilación tierna de tu deseo
mientras te habito/
tu espacio que ahora integro
compone el gemido
[de flores poderosas
en territorio virgen nuevamente/
penetrar tu espacio
[es habitarte con amor
**
Cesará el golpeteo del cincel
[tedioso sobre
[la roca imposible/
entonces algo sucederá/
seguramente
Casi haikus
Camino lento
como ese perro rengo
que me sigue atrás
**
Nuevas risas esperan
van sigilosas
como mi sombra
**
Correntinidad
perdiz que no se esconde
y nosotros ahí
**
Hay bajo mi sombrero
un hombre fértil
en risas y olvido
**
Felizmente ya
se está tan lejos.
La brisa siempre nueva
**
Apareciste así
sol de la siesta:
el sueño y la voz