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/Ellitoral.com.ar/ Actualidad

La remontada de Sergio Massa también reconfiguró el escenario en Corrientes

De ser uno de los pocos territorios amarillos en agosto, la provincia pasó ayer a pintarse de azul. Confirmó también aquí un batacazo de Sergio Massa, que en el mismo acto y contra todos los pronósticos, le dio un enorme triunfo al peronismo local que ahora se envalentona con una idea en dos tiempos: retener el gobierno nacional y proyectar un 2025.

Si en las Paso hablamos de cisma político o de cimbronazo por los resultados obtenidos en Corrientes por Javier Milei (fue el más votado, aunque quedó tercero en la sumatoria general de sufragios), lo de ayer en la provincia no fue menos que lo sucedido en el país: un batacazo, una sorpresa o una remontada milagrosa de Sergio Massa. Salvo en Capital, Ituzaingó y algunas comunas menores como San Cosme, Itatí, San Luis del Palmar y Berón de Astrada, donde ganó Patricia Bullrich, en el resto de la provincia se impuso el candidato del gobierno nacional, lo que abre un panorama de balotaje y de reacomodamientos que se darán de manera frenética en los próximos días, de cara a la elección final del 19 de noviembre.

Se trata de un batacazo porque muy pocos creían que Massa pasaría incluso a la segunda vuelta. Más aún en Corrientes. 

Sorpresivo, además de la victoria local con el 37,20% de los votos, fue el crecimiento de casi 8 puntos en relación con las elecciones de agosto, donde sumó poco más del 29%. 

Y fue además una remontada milagrosa porque Sergio Tomás Massa, más allá de los muchos trajes que pueda ponerse, es el representante de un gobierno ausente y errante, responsable de una situación económica de pánico permanente y de debacle sostenida en el último tiempo.

Aún así, Massa irá ahora a una segunda vuelta con Javier Milei, que en Corrientes salió tercero con un 26,90%, lo que implica una pérdida de más de 2 puntos en relación con lo obtenido en las Primarias (29,22%), lo que puede ser leído de muchas maneras. A priori, que una provincia siempre catalogada de conservadora, esta vez hizo honor a esa condición -que no es necesariamente peyorativa-, y le puso un techo a lo que hábilmente fue vendido como una propuesta de disrupción. Para el correntino no es lo mismo un gobierno apegado a las instituciones que otro que pretende gobernar, pero haciendo volar todo por los aires.

Tampoco prendió, quizás, la idea de dolarizar, y mucho menos las otras desmesuras esbozadas por los lobos solitarios que habitan en los corrales de la leonera de Milei: cortar relaciones con el Vaticano, por caso, es demasiado para una provincia mayoritariamente católica; igual de mucho que vender órganos o niños, o incluso resignar a la paternidad ante la sospecha de forros pinchados.

Insistir en esos asuntos, y otros, como poner en discusión la salud y la educación pública, abriendo permanentemente distintos frentes de discusión, o de pelea, levantó un paredón en el electorado, que votó por Massa aun cuando en Corrientes su figura fue insistentemente horadada desde la coalición gobernante, que sostenía la idea de cambio, pero seguro.

Massa se impuso en Corrientes pese a esa campaña negativa que sustentó todo el repertorio de Juntos por el Cambio. Fueron muy duros incluso algunos cruces del gobernador Gustavo Valdés. Anoche, durante el festejo -desacostumbrado en el PJ correntino-, no se lo dejaron pasar: “Le ganamos al aparato del Gobierno provincial y al que dijo que el peronismo iba a hacer la peor elección de su historia”, dispararon. 

Lejos de ese vaticinio, el PJ local exhibe un triunfo, aunque falta mucho todavía para consolidarlo y mucho más todavía si es que pretenden apalancarse, con los resultados de ayer, para pensar en 2025. No obstante, cualquiera sea el resultado de noviembre, la sucesión de Valdés será una gran discusión-posibilidad para el arco opositor correntino, que tendrá un nuevo interlocutor en Balcarce 50, lo que exigirá, desde ya, una concentración mayor del oficialismo. Pero para eso falta todavía.

Massa ganó ayer en Corrientes, además, porque pudo tomar decisiones que fueron cruciales en una provincia empobrecida como esta. El denostado “plan platita” prendió entre los que menos tienen, pero también entre los que tienen un poco más. Incluso entre muchos a los que no les falta nada y muchas veces hablan de ajuste, siempre y cuando el que lo haga sea otro. Porque en definitiva, esa y otras medidas empezaron a dar respuesta allí donde antes había sólo un poder vacío: el de Alberto Fernández, al que ayer mismo Cristina Kirchner terminó de incinerar, al decir poco menos que este no era su gobierno, sino de Alberto, que ni siquiera la escuchaba. Y lo dijo, claro, sin olvidar que es la vicepresidenta en ejercicio y que ella misma fue quien lo propuso.

Más allá de todo, tal vez la gente ve en Massa alguna garantía a futuro, tal vez incluso que no es una mala palabra ligada al kirchnerismo. O quizás, incluso, ocurrió algo todavía más elemental: la mayoría de los argentinos lo votó, unidos por el espanto, un espanto que, a la luz de los resultados, no lo encarna solo Milei. Si fuera así, Bullrich hubiera logrado tal vez una mejor cosecha, y ayer no solo no lo hizo, sino que retrocedió varios casilleros. En Corrientes fueron dos puntos: consiguió el 32,11%, cuando había sumado el 34,26% en agosto, lo que le costó incluso la banca a Ingrid Jetter, que ahora deberá descansar. Lo de ayer solo alcanzó para que Alfredo Vallejos ingrese al Congreso. Será compañero de banca de Lisandro Almirón, de La Libertad Avanza, y de los peronistas Nancy Sand y Christian Zulli.

Bullrich perdió ayer, pero tal vez haya perdido mucho antes, porque hace un año la oposición iba camino a una victoria segura, hasta que empezaron a cometer errores políticos graves: se encerraron en núcleos duros de discusión, renegaron de Juan Schiaretti, fueron a una interna feroz y todo lo que vino después fue una serie de desaciertos irremontable. 

He allí, incluso, una explicación del porqué ganó Massa, aunque todavía queda mucho camino por delante para que este triunfo se materialice en un cheque presidencial. 

El candidato del oficialismo, no obstante, tiene habilidades para tejer lo que ya en campaña, dijo, será un gobierno de unidad nacional: un poder de seducción que a{un debe verificarse, porque es verdad que Massa también arrastra el peso de sus históricos incumplimientos. Pero es una habilidad blanda de la que carece, al menos hasta ahora, el candidato libertario.

Al menos hasta ahora porque, anoche mismo, en su discurso, Milei tomó nota de que no se construye en la pelea, y dijo que está “dispuesto a barajar y dar de nuevo para terminar con el kirchnerismo”. 

“La campaña hizo que muchos  que queremos un cambio nos viéramos enfrentados, por eso vengo a dar por terminado ese proceso de agresiones y ataques. Y estoy dispuesto a hacer tabula rasa, barajar y dar de nuevo, para terminar con el kirchnerismo”, remarcó. Casi en la misma línea se manifestó Patricia Bullrich. Derrotada, dijo que seguirá defendiendo los valores que no son los “del peor gobierno de la Argentina” y, por eso mismo, pese a que aceptó la derrota, no felicitó a los ganadores.

Pero más allá de los discursos, incluso el de Massa que ocurrió cerca de la medianoche y en el que dijo que “la grieta se murió y empieza una nueva etapa el 10 de diciembre”, hay otros puntos que tallaron en el resultado electoral de ayer en la provincia de Corrientes.

De hecho, sería incompleto este análisis si no pusiéramos en consideración el poder territorial del peronismo cuando está amenazado, por aquello que se dice en clave de humor en los laberintos de la política de acá y de todas partes: que el peronista a lo único que tiene miedo es al llano. 

Cada intendente defendió su territorio en Santo Tomé, Mercedes, Paso de los Libres, Esquina; pero la militancia pejotista hizo enormes elecciones en comunas gobernadas por el radicalismo y sus aliados: en Goya, por ejemplo, pero también en Bella Vista, en Curuzú Cuatiá, en Monte Caseros.

Imposible soslayar, en mismo orden, el poder de predicamento de pueden tener a veces las palabras de Ricardo Colombi, que aun cuando nadie se animaba, ya adelantó que un escenario posible es una alianza con el nuevo-peronismo de Massa. Lo que se abrió allí es una encrucijada en el camino del radicalismo local, pero también nacional, que con la derrota de Bullrich se quedó sin boletos propios para la contienda que viene. 

 

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