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/Ellitoral.com.ar/ Cultura

La influencia macabra de su abuela correntina en la escritora Mariana Enríquez

“Yo me volvía muerta de miedo, no podía dormir”, recordó en una entrevista la narradora argentina de terror más relevante de la actualidad.  

La escritora Mariana Enríquez se refirió a la influencia que su abuela, proveniente de la provincia de Corrientes, marcó en ella a través de las historias que le narró durante su infancia. De este modo, recordó cómo la mujer arrastró en su migración hacia Buenos Aires una narrativa particular de la región mesopotámica de la Argentina

Entre las obras más reconocidas de Mariana Enríquez destacan el libro de cuentos Las cosas que perdimos en el fuego (2016), que la consolidó como la escritora argentina de terror más relevante de la actualidad, y la novela Nuestra parte de noche (2019), por la que ganó el Premio Herralde de Novela.

En muchas de sus historias Enríquez recopila mitos e historias macabras de diferentes lugares de la Argentina, pero sobre todo del paganismo del Litoral argentino. Por ejemplo, en la novela “Nuestra parte de noche” el protagonista realiza un viaje por Corrientes y convoca demonios en el cementerio de la ciudad capital. 

“Ella no solo me contaba de fantasmas”, detalló la escritora de terror en una reciente entrevista emitida por el canal C5N. “Me contaba de santos paganos, historias muy explícitas familiares, suicidios, era re salvaje. Todo lo macabro y siniestro me lo contaba; de fantasmas también y a mí era lo que más me gustaba”, dijo.

“Creo que era el mundo en el que vivía ella. Nació en Corrientes, pasó su infancia allá y después se vino para acá casada; creo que era una especie de mundo que ella extrañaba supongo: mitológico. En Lanús lo perdió, vivía al frente de una fábrica la pobre mujer”, agregó.

También se refirió al proceso de migración de su abuela correntina hacia Buenos Aires: “Tenía algo ahí de acercarse a su infancia, a sus hermanas que estaban todas desperdigadas. No descarto que le gustara contar y asustar, causar ese efecto”.

Reconoció que ese efecto que provocaron en ellas las historias de su abuela correntina son una influencia para sus libros. “Yo me volvía muerta de miedo, no podía dormir. Ella tenía su casa bastante grande detrás de la nuestra y yo me iba a pasar una tarde con ella y me decía cosas como ‘cuando cante un gallo de noche se va a morir una persona’. A dos casas teníamos una señora con un gallinero, entonces era la primera guerra mundial la cantidad de gente que se iba a morir al otro día”, recordó la escritora entre risas.

“Yo estaba aterrada que no fuese uno para mí. Sinceramente más para mí que para mis padres. Ese efecto del miedo y de lo verosímil. Nunca me volvía de la casa de ella a la mía pensando ‘la abuela me está contando cosas raras’, nunca. No existía eso, para mí lo que ella me decía era verdad y punto. Me gustaba vivir en ese mundo cómplice en el que alguien me asustaba y yo la pasaba bien y mal”, subrayó.

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