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“En el rugby, el desafío mayor no es sólo deportivo: es dirigencial; faltamos nosotras"

La exjugadora de Las Yaguaretés, nos detalla el rol de la profesionalización, la docencia y el liderazgo en el deporte. “Mi pasión es trabajar para el deporte y las organizaciones, lo haría en cualquier deporte”, señaló. 
 

Por El Litoral

Sabado, 06 de septiembre de 2025 a las 22:36

Por Eduardo Ledesma

Versión gráfica: Belén Da Costa

En este episodio de Eduardo Ledesma Pregunta hablé con Lettizia Alcaraz, exjugadora de la Selección Argentina de Rugby Femenino (2005–2016), hoy Manager de Rugby Femenino de la Unión Argentina de Rugby (UAR), cargo que ocupa desde 2019. Es educadora acreditada por World Rugby, docente universitaria y entrenadora, lleva más de dos décadas trabajando en la formación, inclusión y desarrollo del rugby femenino en Argentina y la región. Con experiencia en torneos sudamericanos, Panamericanos y el Circuito Mundial de Seven, fue también relevista de la antorcha olímpica y voluntaria en eventos deportivos internacionales. Desde la URNE hasta la UAR, lideró proyectos que abrieron camino a muchas jugadoras en un deporte históricamente asociado al universo masculino.

En este episodio hablamos de los valores del deporte, el recorrido del rugby femenino en Argentina, la formación de nuevas generaciones, la discusión sobre la profesionalización, el rol de la docencia y el liderazgo como herramienta para transformar instituciones y personas.  Una charla sobre gestión, inclusión y pasión por el rugby.

Más allá del currículum, si tuvieras que presentarte: ¿quién sos?

Como me conocen todos: Leti, la profe. O “la que jugaba al fútbol” también. Antes del rugby, el fútbol fue mi deporte madre: lo jugué desde que tengo noción, desde los seis años. Después se anexaron otras cosas. Siempre el deporte. Yo vengo de un pueblo alejado de la capital, de Alvear, lejos, lejos. El deporte era un medio para salir, para participar de otros eventos, para “salir del pueblo”. No íbamos muy lejos: La Cruz, Santo Tomé, Yapeyú. Pero era un medio de salida para los chicos. Hoy, sumado a todo eso, sí: muchas experiencias.

Sos referencia nacional en rugby femenino. ¿Cómo fueron tus comienzos en un ámbito históricamente asociado a lo masculino?

Yo lo tomé como un deporte más. Nunca se me pasó por la cabeza la barrera cultural, quizá porque desde el principio tuve el apoyo de mi familia y lo naturalicé. Cuando salís de ese ámbito te dicen “son deportes masculinos”, y ahí te ponés a pensar. Yo ya jugaba al fútbol y conocían mi manejo del pie. El profesor de la cátedra de rugby del Instituto de Educación Física me invitó a ser parte del equipo. Un año entero me persiguió (yo decía: “si al fútbol ya me matan, en rugby con contacto…”). Me dijo “tenemos un viajecito a Buenos Aires a un torneo, ¿querés ir?”. Se alinearon mis planetas, dije que sí. Dos semanas antes me fui a entrenar. Me costaba la transición (en fútbol es “paso y voy”, acá no). Miedo al contacto no tenía. Mi primer torneo fue en 2005 en Buenos Aires; eran pocos torneos, tres al año.

¿Acá se jugaba? ¿Y hoy hay liga?

No se jugaba mucho. Entrenábamos y jugábamos con chicas de Chaco (Hindú, después C60; hoy Regatas). Veinte años después, hoy hay liga en Resistencia, Chaco. En Corrientes nosotros no tenemos.

Se habla de “los valores del rugby”. ¿Cuáles ves y si cambian entre masculino y femenino?

Los valores están: compañerismo, liderazgo, humildad, respeto. En la selección buscamos nuestra identidad de nombre. Hay algo que la mujer tiene y la destaca: esa garra, lo aguerrido; cuando te dicen “no”, vas igual. Desafíamos el “no” al rugby y al fútbol. El desafío mayor hoy no es sólo deportivo: es dirigencial. Son los dirigentes quienes toman decisiones. Falta que estemos nosotras ahí.

¿Cuál es tu tarea como manager de rugby femenino en la UAR?

El trabajo del manager es incansable y de pura gestión. Desde sacar un pasaje, logística, alimentación, que haya materiales, que la lista del entrenador sea aprobada por el Consejo Directivo, todo. Los detalles que te imagines.

Fuiste jugadora 11 años. ¿Qué aplicaste luego como manager y hoy como formadora?

La comunicación. Para trabajar a nivel internacional tenés que aprender a comunicar (no es sólo el idioma): es la relación con personas. Vas a necesitar de ellas y ellas de vos. Respeto en todos los roles. A veces el que te pinta la cancha te puede salvar un torneo. No es sólo hablar con el presidente: es tener buena comunicación con quienes están en el día a día.

¿Qué es “buena comunicación”? ¿Y tu liderazgo, cómo lo ejercés?

Es cómo decís las cosas. A veces toca dar órdenes y otras recibirlas: trato de no repetir las malas formas cuando me toca darlas. En liderazgo, yo deposito primero la confianza: “confío en vos”, porque si no, no podemos trabajar. Es trabajo en equipo, con buena onda, tiempos y respeto de los roles. También aprendés a identificar quién sirve para qué. Si delegué y no pudo, retiro la confianza sin drama, pero dando la posibilidad de decir “no llego”.

¿Cómo te acreditaste como educadora World Rugby y cómo fue la beca internacional 2018?

Fueron años intensos de trabajo y de “hacerte visible”. Mi pasión es trabajar para el deporte y las organizaciones, lo haría en cualquier deporte. Viajé difundiendo rugby femenino, llevando proyectos a escuelas (rugby sin contacto en escuelas públicas). La beca (éramos dos de América, una chilena y yo) te permite especializarte en gestión y acceder a formaciones. Es clave para cargos directivos, donde casi no hay mujeres.

Formación en la región: ¿dónde estamos y en qué crecer?

Después de la pandemia, en Corrientes no está desarrollado; las chicas de Corrientes hoy juegan en Resistencia. Sobre profesionalización: va a llevar tiempo, como en el fútbol femenino. Hoy muchas jugadoras pagan traslado, equipo, todo. Con equipos de trabajo podés solventar (rifas, arroz con pollo, cobrar entradas), pero hay costos personales (unos botines) que son difíciles. Falta dirigencia que entienda la realidad del femenino: por eso tenemos que estar adentro.

¿Qué cambió desde que empezaste?

Muchísima difusión y competencia: torneos locales por unión, regionales, internacionales; mayores y juveniles; selecciones. Hoy hay referentes donde mirarse. Antes mirábamos varones y poco conocimiento.

¿Se puede enseñar rugby en escuelas sin cancha ni despliegue completo?

100% sí. Lo hice en la Escuela Illia (Laguna Seca) desde 2018. Las nenas hacían de manera natural cosas que vemos en seven. El potencial es enorme. El problema: ¿a dónde las llevo después si no hay club? Cuando estaba en San Patricio, sí: las invitaba y teníamos juveniles y mayores.

¿Qué les decís a niñas y jóvenes que ven dificultades pero quieren practicar?

Que miren lo que el deporte genera: habilidades motrices enormes (correr, frenar, evadir, rolar, manejo con pie y manos). Se divierten. En la escuela tengo equipos de fútbol también: quieren ir todos los días. Si les das algo divertido, aprenden más rápido.

Sos especialista en gestión deportiva y estructuras organizacionales. ¿Qué es “optimizar” en clubes e instituciones?

Es lo que ves trabajando en muchas instituciones: falencias, caídas y cómo solucionarlas. Roles y funciones claras. Manuales ayudan, pero sobre todo definir responsabilidades. En clubes chicos dos personas hacen el trabajo de cuatro. Si todos son responsables, nadie es responsable. Hay que marcar responsables de cada cosa: eso ordena. Nuestra gran falencia es la desorganización (en chicas y grandes). La organización vence al tiempo.

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