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/Ellitoral.com.ar/ Cultura

La enigmática y misteriosa isla de Pascua

Ubicada a 3.800 kilómetros en el océano Pacífico sur, en Oceanía, pertenece geográficamente a Chile al encontrarse frente a sus costas. Esta pequeña isla ha deslumbrado al mundo por su belleza natural y su enigmática cultura. Las enormes esculturas o moais, esparcidas por toda la isla, constituyen el principal vestigio de sus primeros habitantes.
Enigma. Los misteriosos moais de la Isla de Pascua.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

Alo largo del tiempo su nombre ha sufrido numerosas variaciones y, actualmente, los pobladores la llaman Rapa Nui, que significa Isla Grande. Allí, la población más aislada del planeta desarrolló durante siglos una cultura cuyos enigmas, en gran parte, aún hoy no se han podido resolver. A comienzos del siglo XVIII, el océano Pacífico era el gran escenario de la aventura humana. En el año 1722 el navegante holandés Jacob Rogeenveen se adentró en ese inmenso mar en parte aún desconocido, al mando de tres naves. A unos 3.800 kilómetros de la costa se topó con una pequeña isla de forma triangular y fondeó en una bahía de la costa norte. Era un día domingo 5 de abril, Día de Pascua, de allí la isla tomó su nombre. La isla estaba poblada, pero los medios de vida que disponían sus habitantes eran escasos, podían cultivar algunos escasos vegetales y no podían adentrarse al mar para pescar porque no tenían material adecuado para fabricar embarcaciones. Pero lo que más llamó la atención del navegante fueron unas gigantescas esculturas, los moais, casi todos derribados y el resto, alineados a lo largo de la costa sobre enormes plataformas de piedra. El contraste entre aquellos pocos habitantes con escasos recursos y las enormes esculturas era evidente. Y si las figuras ya eran algo asombroso y su transporte al lugar donde las encontraron desde las canteras, ya era todo un enigma. ¿Cómo podría haber existido una civilización tan compleja, capaz de realizar todos esos prodigios sin herramientas, estando aislada del resto del mundo? ¿O fue una civilización tecnológicamente superior la que los hizo quizás miles de años antes? Un enigma sin descifrar.

La situación de la isla, a medio camino entre América y la Polinesia, contribuyó a alimentar dudas sobre el origen de sus pobladores, por lo que los investigadores han buscado en ambas direcciones; sin embargo, no hay ninguna teoría que afirme con exactitud la presencia de indígenas americanos en el Pacífico. Este tema sedujo a muchos investigadores en las décadas de 1940 y 1950, fruto de este interés fue la obra del científico y aventurero Thor Heyerdahl, quien luego de algunas investigaciones en ciertas islas de la Polinesia y Bolivia, lo llevaron a creer que los rapa nui podían proceder de América.

Enigmas y misterios sin respuestas

Pero lo mas curioso y atrayente son los moais, esas imponentes y extrañas cabezas y torsos que asoman por encima del suelo y se parecen lejanamente a los humanos, con cabezas angostadas hacia la parte superior del cráneo, expresiones sin emoción y enormes orejas, que proponen algunas preguntas ¿qué representan los moais y quiénes fueron sus modelos? La historia de los moais es enigmática hasta el asombro, ¿cómo hicieron los primitivos habitantes de esa isla perdida en medio del océano, para construir estatuas de tan gran tamaño y peso? ¿Con qué herramientas trabajaron? El más grande los moais, de  los 700 encontrados, tiene 11 metros de alto y 80 toneladas de peso. Para mayor asombro, en la cantera del volcán Rano Raraku, hay unos 400 moais inconclusos, uno de ellos mide 21 metros de largo. En 1770 cuando llegó el español Felipe González de Mohedo, encontró que todos los moais yacían sobre el suelo, derribados y muchos de ellos rotos. Los 60 que actualmente están de pie fueron enderezados por iniciativas internacionales, con equipos de ingenieros y especialistas, poderosas grúas y otras maquinarias modernas. Aún así les costó mucho tiempo y esfuerzo poner de pie como lucen actualmente, estas moles de piedra muy pesadas, construidas hace miles de años atrás por no se sabe qué civilización, sin duda, tecnológicamente superior a la actual.

Entonces surge otro gran misterio ¿cómo transportaban esos enormes monumentos de decenas de toneladas de peso hasta su implantación a muchos kilómetros de la cantera, arrastrándolos sobre superficies irregulares y rocosas? Se descubrió también que algunos moais desenterrados tienen cuerpos de hasta 8 metros de profundidad, con inscripciones y jeroglíficos en la piedra que no pudieron ser descifrados hasta la actualidad. Ante esta dimensión de lo enigmático y misterioso, es posible sospechar la intervención extra humana.

Por muchos esta isla es considerada como “el ombligo del mundo” por el lugar donde se encuentra, pertenece a Chile y su capital es Hanga Roa, que tiene el único municipio existente en la isla, con una población de 5.000 habitantes, una superficie de 163 km2 y una densidad de 23 habitantes por km2. De los tres volcanes extintos que posee la isla, Maunga Terevaka es el mayor, con 506 metros de altura, ubicado al norte de la isla y tiene la forma de un cono irregular. Su cumbre es el punto más alto de la isla. Otro es el volcán  Puakatiki y el Ranu Raraku, este último con una altura de apenas 100 m y que alberga una laguna en su interior, en cuyas orillas crecen las totoras, variedad vegetal conocida en nuestra provincia.  Es un cráter volcánico formado con cenizas y lava consolidada, que se habría formado hace unos 300.000 años. De sus laderas fueron sacados la mayoría de los moais encontrados.

Ahora bien, ¿prueba algo la existencia de totoras en la isla de Pascua? Para algunos investigadores sería la prueba de que los primeros habitantes de la isla fueron del continente americano, pero luego de muchos estudios se comprobó que la totora es una planta endémica de Rapa Nui y que existía allí desde hace 30.000 años. Por lo tanto, se descartó esta teoría y actualmente se considera que los primeros habitantes fueron polinesios. En el lago Titicaca (frontera entre Bolivia y Perú) crece una especie de junco conocida popularmente como totora, que fue utilizada por los indígenas de la zona en la construcción de paredes, cobertizos  y ranchos. Finalmente, el investigador suizo Erich Von Daniken, para explicar una exótica teoría sobre los moais y su construcción, aduce que al igual que las pirámides de Egipto, cosmonautas de otros planetas les proporcionaron las herramientas avanzadas a los sacerdotes y hechiceros rapa nui, para que fabricaran en serie los moais, asesorados por ellos. Pero luego estos seres se marcharon y los nativos no supieron cómo usar las herramientas. Lo que Von Daniken no explica es por qué estos seres presuntamente del espacio se marcharon de golpe dejando inconclusa su misión. En fin, otra teoría sin mayores fundamentos científicos para explicar la construcción de los famosos moais.

Una última curiosidad: en 1868 el barco inglés HMS Topaze en una visita de relevamiento a la isla, sus tripulantes encontraron en una casa ceremonial, una estatua de 2,5 m de altura y cuatro toneladas de peso. Con ayuda de los isleños, el moai fue alzado a la nave y trasladado a Londres, donde hoy forma parte del British Museum. Su nombre, Hoa Hakananai, significa en idioma rapa nui “el amigo robado”. Chile ha reclamado su devolución varias veces, por supuesto, sin resultado positivo.

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