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Celebración del Día de los Muertos en el mundo

El 2 de noviembre se celebra el Día de los Muertos o Día de los Fieles Difuntos, en distintas partes del mundo, y cada cultura o religión tiene su manera distinta de conmemorar esta festividad, pero en especial en países como México, Japón o Brasil, la gente participa activamente en celebraciones callejeras y multitudinarias, consideradas verdaderas fiestas. 
Lugares. Los cementerios son el centro de esta celebración.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

En México, el Día de los Muertos es considerada como una celebración de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de noviembre, pero que comienza el 1 de noviembre y coincide con las celebraciones católicas del Día de todos los Santos y los Fieles Difuntos. Es una festividad mexicana y centroamericana, que se celebra también en muchas comunidades de los Estados Unidos, donde existe una gran población mexicana y centroamericana. La Unesco, ha declarado esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este día también es festejado en Brasil como Día dos Finados, aunque allí no tiene las mismas raíces prehispánicas que la festividad mexicana. 

Los orígenes de la celebración del Día de los Muertos en México, son anteriores a la llegada de los españoles. Hay registros de celebraciones en las etnias mexica, maya y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace 3.000 años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y a los parientes fallecidos. 

La muerte es un símbolo emblemático que ha causado admiración, temor e incertidumbre al ser humano a través de la historia. Por muchos años en diversas culturas se han generado creencias en torno a la muerte que han logrado desarrollar una serie de ritos y tradiciones que ya sea para venerarla, honrarla, espantarla e incluso para burlarse de ella. México es un país rico en cultura y tradiciones, uno de los principales aspectos que conforman su identidad como nación, es la concepción que se tiene sobre la muerte y todas las tradiciones y creencias que giran en torno a ella. 

Otros antecedentes 

En Japón la muerte es aceptada con toda naturalidad, sobre ella se habla y se discute e incluso se hacen planes entre los que posiblemente están próximos a morir. Esta actitud está muy relacionada con las creencias sintoístas del país y con el desarrollo de ceremonias tradicionales como las realizadas el Día de los Muertos o el Hara-Kiri, donde la autoinmolación es una cuestión de honor. La primera religión que se adoptó en Japón fue el sintoísmo o “camino de los dioses”, un culto cuyas raíces se pierden en la noche de los tiempos. 

Volviendo a México, hay que destacar que esta celebración no es propia de todos los mexicanos, puesto que, pese a ser una fiesta que se ha convertido en el símbolo nacional y que como tal es enseñada con fines educativos, en las escuelas del país. Los propios mexicanos quieren preservar la celebración del Día de los Muertos, como parte genuina de la cultura mexicana sobre otras celebraciones parecidas, incluso la de Halloween, que cada año es mayor el número de hogares que lo festejan, aún contra la opinión en contrario de las religiones. 

Las ofrendas que se les realiza a los muertos en su día, pueden ser el retrato del difunto, que el alma que visitará a sus familiares durante la noche del 2 de noviembre que también puede servir para pedir la salida del alma del difunto del purgatorio, por si acaso se encontrara allí. También es costumbre en México ofrendar doce velas, aunque pueden ser menos, pero siempre en pares y preferiblemente de color morado, con corona y flores de cera. Las velas, sobre todo si son moradas, son señal de duelo. 

Las cuatro velas en cruz representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el alma pueda orientarse y encontrar su casa en su nuevo lugar. Otra cosa que se ofrenda es una cruz de tierra, para recordarle su fe, ya que el miércoles de ceniza se le dice la frase: “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás”. Con lo que se le recuerda que regresa a la tierra de la que salió.

Quizás una de las ofrendas más importantes es la calabaza en tacha, es decir preparada como dulce, con azúcar, canela, trozos de caña de azúcar y otros ingredientes al gusto de quien la cocine. Una vez preparada se la coloca en un cesto de palma, agregándole algo de miel y así se la ofrenda el 2 de noviembre. 

Los entierros prehispánicos eran acompañados por ofrendas que contenían dos tipos de objetos: los que en vida habían sido utilizados por el muerto y los que podría necesitar en su tránsito al inframundo. De esta forma era muy variado el tipo de ofrendas, instrumentos musicales de barro, ocarinas, flautas, timbales, sonajas en forma de calaveras, esculturas pequeñas, cráneos de diversos materiales, braseros, incensarios y urnas entre otras cosas. En todo el territorio mexicano se celebra el 1 y 2 de noviembre, con fiestas, comidas típicas, desfiles, ofrendas y ceremonias religiosas. 

La noche del 1 al 2 de noviembre la ofrenda alcanza su máximo esplendor. Se reza y en algunas zonas del país se pasa la noche en los panteones de los cementerios. Es el Día de los Fieles Difuntos. Al terminar la celebración se degustan todos los platillos y bebidas de las ofrendas. En cada ofrenda se tiene la participación de todos los miembros de la familia. Al final de la conmemoración la familia procede a comer la ofrenda, que también fue tomada en esencia por todos los difuntos de la familia. A nivel social los mexicanos la expresan de una manera divertida mediante pequeñas rimas llamadas calaveritas donde en tono burlón hablan de la muerte. Las imágenes o fotos de los difuntos de la familia no pueden faltar. Las velas se dejan encendidas. Se colocan frutas, pan, y la comida que le gustaba a los muertos. La bebida de su predilección también se pone en la ofrenda, desde agua hasta cerveza o tequila.

De esta manera se marca el camino del regreso a casa del alma del difunto.

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