Jueves 18de Abril de 2024CORRIENTES18°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$848,0

Dolar Venta:$888,0

Jueves 18de Abril de 2024CORRIENTES18°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$848,0

Dolar Venta:$888,0

/Ellitoral.com.ar/ Opinión

La figura del vice

Por Félix V. Lonigro

Profesor de Derecho Constitucional UBA, UAI y UB

Nota publicada en infobae.com

La figura del vicepresidente, histórica e institucionalmente insignificante, pareciera haber adquirido un fuerte protagonismo en la coyuntura política del país. Primero fue la decisión de una ex presidente de la Nación -Cristina Fernández- de autopostularse como precandidata a vicepresidenta, designando como precandidato a ocupar la primera magistratura a Alberto Fernández; ahora el actual presidente, como si el escenario político fuera un tablero de ajedrez, saca un conejo de la galera, e imprevistamente invita nada menos que a Miguel Angel Pichetto a que acepte acompañarlo en la fórmula presidencial.

En las actuales circunstancias, tal vez valga la pena mirar hacia atrás y destacar algunos mensajes que en ese sentido nos ha dado la historia institucional de la Argentina. Veamos.

De los seis presidentes que en la Argentina gobernaron más de una vez, es decir, en al menos dos períodos presidenciales (Julio A. Roca, Hipólito Yrigoyen, Juan D. Perón, Carlos Menem, Néstor Kirchner y Cristina Fernández), sólo el difunto santacruceño lo hizo con el mismo vicepresidente: Daniel Scioli.

Aunque el lector se sorprenda, Kirchner ejerció su mandato presidencial en dos períodos consecutivos: en la última parte del período 1999-2003 (que había sido iniciado Fernando de la Rúa), cuando reemplazó a Eduardo Duhalde con el objetivo de finalizarlo, y en el período 2003-2007 para el cual había sido efectivamente elegido. En ambos mandatos fue acompañado por el ex motonauta.

Algunos recordarán el caso de Juan D. Perón, quien desarrolló su primer mandato presidencial en el período 1946-1952 acompañado por Juan Hortensio Quijano, quien fue reelecto junto al General para gobernar en el período 1952-1958. Sin embargo, Quijano falleció antes de asumir por segunda vez el cargo de vicepresidente. En aquel momento se convocó nuevamente a elecciones y el pueblo eligió al entonces oficialista Alberto Teisaire para reemplazar al vicepresidente fallecido.

Significa entonces que Scioli, aunque fue elegido sólo una vez para ser vicepresidente por el período 2003-2007, ocupó ese cargo en dos períodos (siete meses del período 1999-2003 y en el período 2003-2007). Mientras tanto Quijano, que fue elegido en dos ocasiones para ser vicepresidente de Perón, sólo llegó a ocupar el cargo en un solo período.

En definitiva, salvo el caso particular de Kirchner-Scioli, ninguno de los cinco presidentes que fueron elegidos dos veces para desempeñarse en sendos períodos presidenciales (tres en el caso de Juan Domingo Perón), gobernó las dos veces (o tres en el caso de Perón) con el mismo vice.

Julio Argentino Roca fue acompañado, en sus dos presidencias, por Francisco Madero y Norberto Quirno Costa respectivamente. Hipólito Yrigoyen fue secundado por Pelagio Luna y Enrique Martínez en cada uno de sus dos gestiones respectivamente. Juan Domingo Perón tuvo como vicepresidentes a Hortensio Quijano, Alberto Teisaire y María Estela Martínez en sus tres gestiones. Carlos Menem gobernó con Eduardo Duhalde y Carlos Ruckauf en cada una de sus dos presidencias respectivamente. Por último Cristina Fernández lo hizo con Julio César Cobos y Amado Boudou. La historia pareciera repetirse si Mauricio Macri fuera reelecto: habrá gobernado con dos vicepresidentes diferentes.

De cualquier modo vale la pena destacar que la ubicación del vicepresidente dentro del esquema institucional argentino es ambigua, ya que por un lado la Constitución Nacional le impone la tarea de presidir el Senado de la Nación, pero por otro lado no sólo no le asigna la calidad de legislador (ya que salvo que fuera necesario desempatar por existir igualdad de votos entre los senadores, no participa en la sanción de las leyes), sino que además lo identifica claramente con el órgano ejecutivo, porque es el designado constitucionalmente para reemplazar al presidente de la República en caso de ausencia, y porque cuando nuestra Ley Suprema regula la duración del cargo vicepresidente, la forma de elección, los requisitos, la remuneración, la fórmula de juramento y la solución en caso de ausencia, lo hace en la sección dedicada al presidente de la Nación.

La ambigüedad antes referida hace que la figura del vicepresidente esté, en su dimensión institucional, caracterizada por fortalezas y debilidades.

Debilidades porque preside un órgano de cuya actividad legislativa no participa, ya que no tiene tareas asignadas en el órgano ejecutivo (allí cumple un rol en expectativa, debiendo estar preparado para reemplazar al presidente de la Nación en caso de ausencia), y porque la Constitución Nacional no prevé la obligación de reemplazar al vicepresidente en caso de ausencia.

Sin embargo, la escasa magnitud del cargo vicepresidencial contrasta con algunas fortalezas que no pueden ignorarse: es un funcionario con legitimidad democrática de origen -ya que es elegido por el pueblo a través del sufragio-, no puede ser removido de su cargo por el presidente -toda vez que eso sólo puede hacerlo el Congreso Nacional a través de un juicio político-, y a pesar de tener una escasa relevancia institucional, de pronto puede convertirse en la primera figura política del país, en la medida que, de ocurrir un deceso, renuncia o destitución del primer mandatario, aquel debe ocupar su cargo hasta la finalización del período presidencial.

Pues la historia también nos indica que esto último efectivamente ha ocurrido en seis oportunidades: Carlos Pellegrini reemplazó a Miguel Juarez Célman cuando este renunció a su cargo en 1890; lo mismo ocurrió con José E. Uriburu, quien debió reemplazar a Luis Sáenz Peña al presentar este su renuncia en 1895. También José Figueroa Alcorta asumió la presidencia cuando falleció Manuel Quintana en 1906. Roberto Ortiz fue reemplazado por Ramón Castillo por haber presentado su renuncia en 1942, y Juan D. Perón fue reemplazado por su entonces esposa al fallecer en el año 1974.

La coyuntura y la historia de la mano, en un contexto en el que la figura del vicepresidente pareciera haber despertado de su letargo institucional.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error