Las catástrofes o desastres naturales llegan sin previo aviso y hay quienes prefieren ni mencionarlas por el temor de “llamar a la desgracia”. Sin embargo, lo cierto es que sin planes de seguridad, los accidentes tienen costos elevados. Por ese motivo, el XVIII Congreso Argentino de Quemaduras que se realizó en la provincia, tuvo como eje central la preparación interdisciplinaria para posibles eventos adversos con múltiples víctimas.
Reconocidos expertos en la materia, tanto del territorio nacional como de países limítrofes, brindaron asesoramiento a profesionales de diferentes áreas para suscitar una atención integral efectiva ante casos de catástrofes.
Un ensayo académico-teórico presenta el desafío de que Corrientes active tres ejes enunciados por los expertos: educación general para un accionar efectivo, protocolos científicos para la respuesta sanitaria inmediata, e infraestructura apta.
Educación
La preparación es la base de la prevención, y sobre este tema el fundador de la Sociedad Argentina de Medicina y Cirugía del Trauma Jorge Neira, que integró el consenso científico en respuesta al caso Cromañón, expresó a El Litoral: “Ante situaciones de catástrofe o en cualquier situación de emergencia, lo principal es solicitar a la población que no acuda a esos lugares sin autorización, porque esto es poner en riesgo a la comunidad”. Dicho esto, subrayó la necesidad de que “la sociedad tenga claridad en cuanto a la seguridad de la escena, y eso se consigue con entrenamiento en cursos de socorrismo”.
En esa misma línea el doctor Jorge Gallardo, cirujano especialista en quemados y ex director del curso de socorristas de la Facultad de Medicina de la UBA, comentó: “Lo resumo con una frase que usábamos en los talleres: ‘En la adversidad todos somos uno’. Eso tenemos que entender, así como se enseña RCP, todos debemos estar preparados para situaciones de riesgo y emergencia”.
A modo de ejemplo, el doctor Gallardo comparó los terremotos ocurridos en Haití y Chile. “El desastre natural fue similar en magnitud, pero Haití quedó devastado con miles de muertes y Chile lo afrontó mucho mejor, con pocos fallecidos. La diferencia entre ambos se centró en la formación para la solución de los problemas”.
La organización fue la palabra clave, a la hora de hablar de los frentes de actuación ante incidentes. En ese sentido jefe del servicio de la Unidad de Quemados del Heca, Ariel Talarn, quien tuvo un activo trabajo tras la explosión del edificio de Rosario (año 2013) señaló a El Litoral: “Lo más importante es la planificación y sobre todo la realización de simulacros, porque en general, en nuestro país los sistemas de salud no están preparados para el aluvión de pacientes. Las víctimas múltiples siempre parecen exceder los recursos, tanto humanos como de infraestructura”.
Además, señaló que el estallido y posterior derrumbe de un edificio ubicado en el centro de la ciudad de Rosario (causado por una fuga de gas), despertó en la sociedad santafesina el alerta ante mínimas fugas de gas.
Del mismo modo, la tragedia de Cromañón (año 2004) activó un sistema de alerta sin precedentes en el país, dado que tuvo que dar respuesta inmediata y precisa a las más de 900 personas que se vieron afectadas por el incendio.
Al respecto, el doctor Jorge Neira indicó que “Cromañón para nosotros fue un punto de inflexión, como lo fue el 11 de septiembre para Estados Unidos y para Japón el ataque de gas sarín. Este último caso es interesante porque cuando sucedió en Tokio, se dieron cuenta que unos años antes en Yokohama habían fallecido cinco personas por un episodio con sarín, el cual nadie jerarquizó y había sido el preparatorio. Entonces, uno tiene que empezar a aprender de los acontecimientos y rápidamente ponerse a trabajar en resolver la situación. Eso se hace en forma conjunta con la comunidad, pero también hay que resaltar el valor de la sociedad científica y de eventos como este que son un punto de encuentro, discusión, y acuerdos”.
Protocolo
Luego del incendio de Cromañón se conformó un comité de científicos que delinearon acciones en el asesoramiento, evaluación y respuesta médica ante situaciones de víctima en masa. El doctor Jorge Neira integró esa comisión, y al respecto dijo: “Realizamos un informe sobre el síndrome de inhalación de humo junto a varias sociedades científicas. Este aporte fue muy importante porque se trabajó toda la normativa para la atención de los pacientes”.
Esos conceptos generales fueron abordados en el Congreso Argentino de Quemaduras, que fue un marco propicio para la preparación de la comunidad científica local. “En Corrientes junto a la Sociedad Argentina de Quemaduras hay muchas cosas que se pueden hacer a corto plazo con las normativas de procedimiento, y categorización de las instituciones me parece que es lo que le da un marco conceptual a la atención del paciente, producida por el equipo de salud”, indicó Neira.
Todas estas acciones, a su vez deben acompañarse de una infraestructura sanitaria acorde, y que se adapte a las circunstancias. A modo de síntesis, el docto Gallardo sugirió: “Necesitamos aplicar una respuesta escalonada en la emergencia y la catástrofe. Por ejemplo, en caso de un terremoto no se justifica tener un solo equipo preparado para enfrentar toda la problemática; sino que necesito tener en cada lugar un grupo que brinde respuesta inmediata que me salvará en las primeras horas para luego solucionar los problemas más graves”.
Con un buen número de profesionales capacitados, en el marco del congreso, se planta el desafío local de preparar acciones preventivas, de respuesta y dar un marco local a los protocolos establecidos tras Cromañón.