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/Ellitoral.com.ar/ Especiales

La virtualidad como espacio escénico

Por Carlos Lezcano y Natalia Schejter

Especial para El Litoral

La compañía Cuerpoequipaje se dedica a la creación e investigación transdisciplinar en artes escénicas. Sus integrantes son artistas, docentes e investigadores de distintas universidades de arte de la Argentina (UNA, Unsam, Unlp y Empa) e indagan con el mismo énfasis en la creación escénica y en la investigación, generando un cruce entre ambos aspectos que los retroalimenta y demuestra que la investigación también implica atención creativa y que la creación artística implica compromiso y profundidad.

El grupo lleva seis años de existencia, en los cuales ha estrenado las obras “Concierto para equipaje”, “África, sueño de un viaje olvidado” y “La Casa”, pertenecientes a la trilogía “Antes”. Su búsqueda transdisciplinar incluye desde sus inicios a las nuevas tecnologías y a tono con la era visual vigente, tienen un registro fotográfico de sus puestas en escena que funcionan casi como piezas autónomas dotadas de su propia poética. La mención de este registro es una invitación a los lectores curiosos a bucear en esas fotografías en cuerpoequipaje.com, como una puerta de entrada a la conversación que tuvimos con Tatiana Sandoval, directora artística de la compañía, a raíz del estreno virtual de su última creación: “El murmullo de las casas”. 

Si bien la pandemia tiene en estado de emergencia a las artes escénicas, algunos artistas han adaptado sus creaciones para que sobrevivan -mientras tanto- en la virtualidad, y otros, como la compañía Cuerpoequipaje, han desplegado toda su creatividad para dar vida a proyectos pensados en y para este contexto. En este sentido y después de tantos meses de aislamiento/distanciamiento social preventivo obligatorio, no solo los artistas se van reinventando, sino que también, por ejemplo, el Instituto Nacional del Teatro ha lanzado un Concurso Nacional de Actividades Performáticas en Entornos Virtuales, en el cual “El murmullo de las casas” ha sido un proyecto premiado.

En esta obra no hay una narrativa tradicional, ni voluntad de contar una historia; sí hay una poética audiovisual conmovedora y, sobre todo, hay un tema transversal que moviliza: la mostración explícita de nuestros espacios íntimos y la capacidad de crear belleza con una compañía que trabaja fuertemente lo colectivo pero cada una desde su hogar y con lo que hay.

La pandemia nos sorprende en un momento histórico en que el concepto de intimidad se ha instalado de manera silenciosa como lo opuesto a lo que conocíamos; nuestra mirada vive al acecho de qué es fotografiable y qué no, y así, lo cotidiano y lo íntimo se tornan “publicables”. “El murmullo de las casas” logra trazar un puente entre esa realidad que estamos naturalizando y la falta de escenarios, o sea, utilizan las casas como escenario, dejándolas al descubierto. De alguna manera es ingresar en este fenómeno contemporáneo del que somos más prisioneros que nunca antes y desde la creación artística bucear en esas aguas profundas. 

—Contanos quiénes son Cuerpoequipaje y qué hacen.

—La compañía Cuerpoequipaje está conformada por un cuerpo colectivo, mayoritariamente una cuerpa, ya que somos varias mujeres artistas que en nuestro rol específico de artes escénicas cumplimos una función en la compañía; es un equipo multidisciplinario, con Cecilia Candia, que es compositora que crea música original, que trabaja hace muchos años en todo el tema de sonido para la escena, música contemporánea, toca muchos instrumentos, es luthier además. Pheonía Veloz, que es vestuarista, investigadora de la Universidad Nacional de La Plata, en el área específica de vestuario y artes; de hecho, este año sale un libro de ella con Valentina Bari que se llama “El lenguaje del vestuario”. Y un súper equipo de performers que van a veces sumándose al proyecto específico, como Angela Babuin (Italia) y Jennifer Toledo Puga (Chile) que participan de la performance en streaming que estamos haciendo ahora junto con Gabriela Baldoni, Rocío Celeste Fernández, Bárbara García Di Yorio, Romina Laino y Josefina Sabaté, que son performers y con algunas ya estamos trabajando hace seis años.

—¿Cómo convive la creación escénica con la investigación transdisciplinaria?

—El grupo se plantea que no sea una disociación la pasión de la creación de la investigación; o sea, nosotras damos clases en universidades de artes y nos dedicamos a la investigación específica académica, pero como artistas llevamos adelante estos proyectos bajo el concepto de investigación desde el cero, o sea, mientras estamos creando estamos investigando, lo concebimos así, entonces hay siempre mucho trabajo detrás, no solo con la intención de crear una obra, sino de, quizás, investigar cuestiones que no se han cruzado antes, o desde lo técnico, o desde lo disciplinar, y donde siempre que quede lugar para la creación original de todas las áreas. Hay una creación ahí compleja pero muy hermosa de llevar adelante, en donde están todas esas disciplinas (teatro, danza, objetos y nuevas tecnologías) en la danza.

—¿En qué punto se cruzan la práctica y la investigación? ¿La realización escénica de la compañía está directamente ligada a la actividad académica que llevan adelante o son dos cosas que caminan en paralelo?

—Mira, es poroso, lo interesante es que no es una transferencia programada, en un sentido como más estricto de cumplimiento de calendario, porque al ser un grupo independiente y autogestivo tenemos como la potestad de ir al ritmo de nuestras obras. Pero sí, a medida que vamos generando investigación, a partir de las creaciones, también hacemos un registro visual muy fuerte, con fotografías, a veces de los procesos de ensayos, también de los resultados; y escritos que son expuestos en congresos, y vamos conociendo a su vez a otros artistas y otras artistas que son investigadoras, algunas de las chicas de las que están ahora en la obra como invitadas, que son nuevas en la compañía, las he conocido en espacios de investigación. A una chica en un espacio de danza y tecnología, a otra en un congreso, o sea, nos hemos encontrado en espacios que son de intercambio. Algo de lo que motiva el espíritu del proyecto es la voluntad de encontrarse siempre con otros para crear algo nuevo y un poco ir a la aventura en términos técnicos o artísticos, o sea que siempre haya un desafío al que nos vamos a embarcar es lo que hace que cada proyecto sea muy original y tenga muchas capas de información, en relación a cuestiones que no preexistían. De alguna manera este es el desafío. 

—La trilogía “Antes” fusiona mucho los objetos encontrados con tecnología, música, sonidos de los cuerpos. Me parece que, de alguna manera, todos estos años de trabajo fueron como un prólogo de “El murmullo de las casas”. Como que ya venían preparadas para crear en el marco de la pandemia utilizando esta tecnología que nos atraviesa cotidianamente.

—Bueno, sí, el eje de integrar la tecnología en el mismo universo que entra concretamente el cuerpo o el objeto, tiene que ver con una impronta de teatro expandido, por decir un concepto que circula a veces en ámbitos de estudio, pero que creo que también es gráfico respecto de un momento de la humanidad en la que hay algo de las variables tiempo-espacio que al agregado de la virtualidad genera nuevos tipos de consumo, nuevas percepciones, nuevas sensibilidades y, por qué no, nuevas creaciones. Entonces el objeto más conocido, más reconocible, el tangible y el intangible virtual pueden convivir en un universo poético, y bueno, ahí nosotras siempre nos proponemos buscar el sentido, no es solo una investigación técnica sino, como vos decías, algo de carácter más poético. 

Las primeras en esa trilogía tienen una fuerte impronta surrealista ligada a algunos artistas de vanguardia del siglo pasado que fueron inspiradores de la primera pieza, por ejemplo Tadeusz Kantor; la Bauhaus, pensando en la última; el arte africano en “Sueño de un viaje olvidado”. Las tres obras hablan acerca de la memoria y de la infancia, pero el recorrido es un recorrido creativo visual con imágenes que van llevando a que un poco el collage que se organiza en el escenario nos vaya llevando por una historia que, de alguna manera, se completa con la imaginación del espectador, le deja espacio también a la imaginación poética del espectador a partir de estas hibridaciones entre mujer-caja, un personaje que es mitad valija, mitad persona.

—Además, en todas sus obras hay un hilo conductor muy ligado a lo que sucede paredes adentro, ¿no? La pieza que están presentando ahora en la virtualidad se llama “El murmullo de las casas” y la última pieza de la trilogía se llamaba “La casa”.

—Exacto. Sí, esa investigación justamente, acerca de la casa y los objetos, en la obra de escenario hubo una investigación donde cruzamos mucho con la Bauhaus, por un lado como el imaginario vinculado a las líneas, lo geométrico, el cuerpo, etc., y las líneas de objetos de la casa, más bien objetos de recuerdo familiar un poco documentales de las chicas, pero trabajado desde la forma y con cierto humor. Y detrás también de ese material hay mucha investigación vinculada a la práctica del espacio de Gastón Bachelard, un libro hermoso que recoge también poesías de distintos poetas de la producción universal, que evocan la casa como el primer escenario. Entonces, cuando llegó este momento, de alguna manera, para nosotras, es cierto, era un territorio reconocido, que del espacio de la casa y un objeto cotidiano podía haber una escena, podía haber una construcción poética.

—En “El murmullo de las casas” la operación es al revés, la casa propiamente se transforma en escenario.

—Exactamente, y también es protagonista desde otro lugar porque no está evocada, como en el escenario, que está sintetizada por los objetos, sino que está en su arquitectura, que vendría a ser su cuerpo pleno, siendo partenaire de las performers, o sea, cada una en su casa y en soledad, de alguna manera, para bailar, para trabajar, para improvisar tenía ese espacio y jugamos con eso, con esta presencia de la casa como un personaje más.

—¿Cuántas performers participan de esta obra?

—Son siete performers, son dos actrices y cuatro bailarinas, y una artista multimedia, pero todas son performers porque todas se involucran con su cuerpo en el trabajo. Y hay algunas que están en Buenos Aires, una de ellas está en Chile, otra viene de Italia (pero vive ahora en Buenos Aires) y trabajamos a distancia también con una octava persona que no está nombrada como performer pero es la que genera todo el material de diseño, de juegos, dentro de esa pantalla que es un escenario o ese escenario pantalla, que es la asistente de dirección que está trabajando con sonido y cámaras adentro.

—Un trabajo complejo, porque es transmitir en vivo desde siete lugares para generar un escenario múltiple, un montaje visual y sonoro. 

—Claro, están en danza todas esas piezas, como un rompecabezas, pero mi interés es que estén como en danza. Yo hablo de orquestar como una dramaturgia coreográfica a donde las performers bailan o transitan por estos espacios, por estos circuitos generando escenas y conectadas entre ellas a través de la pantalla, pero también son parte de la orquesta todos los elementos multimediales, sonoros, audiovisuales o visuales, las cuestiones de color, o sea todos los elementos tienen alguna cuota de participación en la que generan la diferencia, porque es como que están tocando una zona sensible del trabajo, más allá de lo técnico.

—Este bagaje que traían de trabajar con nuevas tecnologías en escena y el tema de la investigación ¿les simplificó el hecho de armar y pensar todo esto a la distancia?

—Creo que por supuesto que aportó el tránsito previo, diría que a poder imaginar, a no ver la situación como un impedimento, sino pensar que esta situación de trabajo necesariamente remoto entre nosotras podía reponerse en una producción que pudiera poetizar también con esa condición de accesibilidad. Concretamente yo pienso el espacio virtual como un espacio. O sea, el espacio donde se va a transmitir, pienso en el público, dónde está la platea, el punto de vista, si ven a las chicas muy chiquititas, si las ven muy grandes. Me parece que hay algo ahí en las proporciones del espacio, en las diagonales, las profundidades, como que, a pesar de ser pantalla, funciona. Nosotras usamos la técnica del Zoom, no usamos ningún otro misterio; fue investigarlo, fue tiempo, pero nos adentramos a la aventura sin miedo, como pudiendo jugar con ese material y tratando de verlo plásticamente, fuimos descubriendo siempre en función de lo que queríamos contar y no de lo técnico. El juego, lo lindo de espiarlas, después de verlas a todas chiquititas como conviviendo, después ver a dos como un dúo, y nos preguntábamos ¿cómo hago un dúo si no hay un escenario? Pero sí, hay dos, entonces ahí llegó la composición. Hicimos por separado los momentos más de creación de cada una porque hay un momento creativo para todas las áreas y después hubo un momento de composición.

—El resultado fue estrenado en vivo por streaming. Lo interesante es que no queda colgado en la nube para volverlo a ver, es una propuesta para ver en un horario en particular, entonces de alguna manera tiene esto del encuentro y de lo efímero que tienen las artes escénicas.

—Así es, y me parece muy importante contar que las entradas se reservan por alternativa teatral para que te envíen por mail el link privado, y es de entrada libre pero a la gorra, se puede reservar en cero o aportar el dinero que cada uno pueda, pero todos son nuestros invitados o invitadas, nos parece importante en este momento tan difícil dejar la puerta abierta a invitar a quienes quieran ver el trabajo. El tema del vivo es una diferencia, estamos en vivo haciendo esto para otro, para que nos vean, para entrar en comunicación, para encontrarnos con otros que vienen a ver, entonces ahí hay algo como del orden de lo ritual. También es muy lindo ver gente de otros países y otras provincias que se conectan a vernos, ese encuentro también fue muy lindo para nosotras, poder estar invitando a amigos que no están muy cerca, también a público nuevo, colegas… ha sido muy rico todo lo que está pasando a partir de estar en función en conexión.

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Hoy, función

“El murmullo de las casas” sube a la escena virtual hoy a las 18. Los precios van desde 0 pesos. Es a la gorra. El proyecto ha recibido el premio del Concurso Nacional de Actividades Performáticas en Entornos Virtuales del Instituto Nacional del Teatro, 2020. Pueden comprarse las entradas en
Alternativateatral.com.