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¿Ser búho o alondra?: a quien madruga Dios lo ayuda

Hay tres grupos en la población adulta según el ritmo diario de actividad: un 20% son matutinos (también llamados alondras), otro 20% son vespertinos (búhos) y un 60% son intermedios (colibríes). El dicho a quien madruga Dios lo ayuda era una frase para significar que el día se pueda aprovechar más. ¿De qué se trata tener un buen sueño? 
 

Por El Litoral

Domingo, 08 de marzo de 2020 a las 01:03

Hoy se habla de la deuda del sueño, la propensión de la vigilia y la señal circadiana. Los matutinos son los que “están mejor física y mentalmente en las primeras horas del día, pero por las tardes y al anochecer se quedan sin pilas y se duermen pronto y con facilidad”, explica a Verne Ana Adan, doctora en Psicobiología de la Universidad de Barcelona. En cambio, a los vespertinos “les cuesta despertar y salir de la cama, están de mal humor por las mañanas, y necesitan aplicar estrategias para activarse, como tomar mucho café”. Es decir, los vespertinos van mejorando su rendimiento a lo largo del día, mientras que los madrugadores llegan a su pico a mediodía y a partir de ahí van bajando. “No es patológico -subraya Adan-. Solo son hábitos o estilos de vida, siempre y cuando no se llegue a extremos que afecten a la vida laboral y familiar

¿Se trata de algo genético  o es solo costumbre? 
“Es una mezcla. Cada vez se sabe más sobre los llamados ‘genes reloj’, (predisposición) pero un 50% estaría determinado por el ambiente” (factores extrínsecos). Es decir, “se puede modificar en caso necesario”, ya sea con esfuerzo personal o, en ocasiones, recurriendo a clínicas del sueño y sin olvidar la importancia de la luz solar y de su capacidad de activación (regulador de la homeostasis) los madrugadores deberían exponerse a ella por las tardes, mientras que los trasnochadores deberían buscarla por las mañanas.

Vespertinos: impulsivos y buscadores de sensaciones nuevas
Los vespertinos muestran mayor riesgo de consumir alcohol, tabaco y otras drogas, tal y como recoge esta revisión de estudios de la que Adan es coautora. Sin embargo, Adan apunta que en esta correlación no queda clara la causa: no se sabe si los vespertinos son más propensos a estas conductas, si simplemente están más expuestos a ellas por sus horarios o si se trata de una mezcla de ambos factores. Los búhos también muestran tendencia a ser más impulsivos y a estar más abiertos a nuevas experiencias. Esta última característica, por cierto, está asociada a la creatividad. Eso sí, un un estudio sugiere que tanto matutinos como vespertinos se muestran más creativos a las horas que sobre el papel serían las menos indicadas para ellos. En cuanto a los estudios que dicen que los vespertinos son más inteligentes, Adan apunta que se trata de “trabajos muy menores y mediocres”, con muestras pequeñas y métodos de medición discutibles. Los trasnochadores muestran más sintomatología psiquiátrica. En concreto, son más propensos a la depresión y al déficit de atención. De hecho y para evitar estos riesgos, a los vespertinos se les recomienda “establecer patrones de tiempo regulares a la hora de despertarse y acostarse, de comer y de llevar a cabo sus actividades diarias, para que así tiendan a un patrón de funcionamiento matutino”, como se explica en el citado compendio de estudios. De todas formas, no se puede olvidar la necesidad de adaptar también nuestra actividad a nuestros ritmos y no solo en lo que se refiere a la posibilidad de comenzar a trabajar antes o más tarde. “Estos ritmos afectan a nuestra salud”, explica Adan, que recuerda que los ritmos circadianos nos influyen en todo: nuestra memoria, nuestra atención, nuestra temperatura corporal... Incluso apunta que, cada vez más, en los tratamientos de quimioterapia contra el cáncer se tienen en cuenta estas variaciones, por lo que se intentan aplicar a las horas más adecuadas.
Otro asunto es que los vespertinos suelen estar peor vistos, sobre todo en ambientes académicos y laborales: se quedan dormidos por las mañanas, llegan tarde a menudo y no alcanzan su pleno rendimiento hasta la tarde, por lo que suelen ganarse fama de lentos y vagos. También se ven obligados a dormir menos que sus compañeros para llegar a su hora, ya que se acuestan más tarde, pero madrugan, por lo que acumulan el llamado “jet lag social”, que está asociado a problemas metabólicos y a la depresión.
En este sentido, ¿nos afecta (a todos) el hecho de que no estemos en nuestro huso horario? Al fin y al cabo, durante el horario de verano vamos dos horas por delante del Sol. “Nos adaptamos -explica Adan-, pero no lo hacemos muy bien”. Adan recuerda que en España “no nos despertamos mucho más tarde que en el resto de Europa, ya que aquí madrugamos mucho, pero sí que nos vamos a dormir más tarde y dormimos menos”.
Cada uno de nosotros tenemos un cronotipo o un ritmo interno que nos hace sentirnos más cómodos trabajando por la mañana (los conocidos “alondras” o matutinos) o por la tarde noche (los “búhos” o los vespertinos). Los investigadores de este estudio analizaron los datos médicos de casi medio millón de personas de 38 a 73 años y les preguntaron si se sentían más búhos o alondras. Después de un seguimiento de seis años y medio, la conclusión no es muy buena para los vespertinos: los búhos resultan más vulnerables a problemas metabólicos o cardiovasculares, lo que les hace sufrir un riesgo superior del 10% de morir antes; y presentan mayores índices de diabetes, trastornos psicológicos y trastornos neurológicos. Y la causa fundamental es la presión social, según los investigadores. Vivimos en un mundo pensado para los “alondras”, en el que un pobre búho sufre jet-lags casi diariamente. El estrés de tener que rendir desde primera hora cuando tu cuerpo no acompaña genera a la larga un problema de salud, como han demostrado los resultados de este estudio.
Los colegios y las empresas arrancan desde las nueve de la mañana y el vespertino se las ve y se las desea para llegar a tiempo. Además, como el cronotipo es genético, ya desde pequeños los búhos han entrado medio dormidos a las primeras horas de clase. No es de extrañar, por eso, que las profesiones con horarios más flexibles estén llenas de búhos, como escritores, periodistas, músicos, programadores… Quizá la huida de los difíciles madrugones sea un aliciente para buscar otros caminos profesionales. Pues bien, ¿qué podemos hacer?
Lo primero de todo, conocerse. Como hemos dicho, el cronotipo es genético. Hay personas que están entre búho o alondra (como algunos llaman, “colibrí”) y que se adaptan mejor. Pero si estás en uno de los extremos, es recomendable que tomes conciencia lo antes posible para organizar tus horarios y para programar las reuniones importantes cuando estés en tu mejor momento. Segundo, aunque sea genético, no está todo perdido, como comentan los autores de la investigación. Nuestro cuerpo también se adapta y, para ello, recomiendan el uso de la luz. Para los búhos, que son quienes lo suelen tener más difícil, se sugiere encender una luz a primera hora con cierto tiempo de adelanto para que el cuerpo se vaya acostumbrando.

Centro integral del sueño Corrientes
M I Heitz, A. Pindo, R. Zalazar  -Médicos  Expertos en Medicina del Sueño .Miembros Titulares  de la Asociación Argentina de la Medicina del Sueño-  San Lorenzo   1441.

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