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Vivo peleando

Hay gente que parece vivir peleando con los demás. Ellos, sin darse cuenta, han hecho de este hábito su estilo de vida. Analicemos a continuación los principales rasgos de una persona peleadora.  

Por Bernardo Stamateas

Colaboración especial

Las personas que están en constante iniciativa para la pela se caracterizan por los principales rasgos: 

a. Los límites que la rodean la conducen a sentirse impotente. Como consecuencia, está ansiosa todo el tiempo y, a veces, incluso se vuelve hiperactiva. 

b. Acostumbra estallar emocionalmente. En el fondo, solo quiere que la gente se aleje de su lado porque los demás le recuerdan sus límites y eso no le gusta. Recordá esto: la persona que percibimos como “intolerable” solo pretende que nos alejemos de su vida. 

c. Es alguien impulsivo que se mueve de acuerdo a su biología. Encuentra siempre un motivo para discutir con conocidos y desconocidos. Por esa razón, no puede disfrutar la vida en plenitud.

d. Experimenta amargura y la traslada a sus relaciones interpersonales. Esto hace que quienes la rodean, cuando deben comunicarse con ella, piensen: “¿Qué humor tendrá hoy?”.

e. No posee recursos internos para enfrentar las dificultades. Es por ello que se empeña en anular a los demás con el fin de que no reaccionen.

Los seres humanos nacemos con la capacidad de elegir nuestras reacciones. No somos esclavos de las circunstancias, como algunos creen. Podemos decidir siempre qué pensar, qué decir y cómo actuar. “Es que él o ella me hizo enojar”, expresan algunos, pero eso es solo una excusa. 

Todos, sin excepción, tenemos la habilidad de controlar nuestras emociones. Y debemos recordar que, cuando escogemos palabras sabias, sin darnos cuenta, construimos puentes que nos acercan a los demás. Pero, cuando escogemos palabras necias, solo construimos muros que nos separan. 

Si una mamá le dice a su hijo: “Tenés que dejar de jugar e ir a ordenar tu habitación” y el niño no obedece y responde: “Quiero seguir jugando”, la mujer insiste. Pero como su hijo no le hace caso, se enoja y llama al papá para contarle lo ocurrido. Entonces, el hombre le dice al niño en el teléfono: “¡Vas a ver cuando llegue a casa!”. Los tres se enojan. 

Sin darse cuenta, todos ceden a la ira y terminan perdiendo. ¿Por qué? Porque, cuando actuamos movidos por nuestras emociones negativas, no somos capaces de construir un puente, como mencionamos antes. El enojo es una emoción que nos habilita a pelear o huir ante un peligro real; pero mal manejado puede volverse tóxico.

Y tristemente mucha gente pasa de la ira a la violencia incontrolable que puede traer consecuencias muy negativas. Hoy más que nunca necesitamos aprender a gestionar nuestras emociones para poder comunicarnos y relacionarnos eficazmente con quienes nos rodean. 

De esta manera, estamos cuidando no solo nuestra salud emocional, sino también nuestra salud física. La ira que nos transforma en personas peleadoras siempre nos separa del otro. En cambio, el autocontrol nos provee una mejor calidad de vida y la posibilidad de compartir nuestra vida con los demás y disfrutar de todo lo que hacemos.

 

Bernardo Stamateas

Instagram @berstamateas

facebook/bernardostamateas

Live 9 p.m. todos los miércoles

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