Hugo Gola o las sílabas de fuego
Por Rodrigo Galarza
Especial para El Litoral
Legué a la obra poética de Hugo Gola a través del hermoso y entrañable ritual de ensuciarse las manos y dejarse morder por el olor rancio de los libros amarillentos de las antiguas librerías de usados de la avenida Corrientes de Buenos Aires. Recuerdo tener en mis manos la edición de la Universidad Nacional del Litoral de “Jugar con fuego”, y relacionarlo, inmediatamente, con el poeta del que alguna vez me había hablado Jorge Sánchez Aguilar. Recuerdo salir de la librería y buscar apurado algún café donde jugar con ese fuego, donde entablar para siempre una ignífuga amistad llena de silencios e imágenes saltándose de la página para luego jugar a aquerenciarse en los ríos y meandros interiores.
Hugo Gola pertenece (años 50/60 arriba o abajo) a la riquísima, interminable generación de poetas santafesinos; baste con nombrar a Paco Urondo, Juan José Saer, Francisco Gandolfo, Marilyn Contardi, Amelia Biagioni, para hacernos una idea del impulso que tenía la poesía argentina del litoral en esos años. Y con hacer unos kilómetros, muchos de estos poetas visitaban y difundían la obra de Juanele Ortíz, ese ángel delgadísimo como silbo de perdiz que se pierde al ras del suelo, aquel que nunca pudo ni quiso atravesar “el aura del sauce”.
Nuestro asaltante de hoy se exilió en 1975 en Londres, para luego hacerlo desde 1976 hasta el 2011 en México. Estuviera donde estuviera, no solo escribió poesía sino también la difundió y propició la reflexión sobre ella; así, pues, publicó durante veinte años la revista “Poesía y Poética” a través de la Universidad del Litoral y la de México. Luego, a partir del 2000 publicó de manera independiente treinta y cinco números de “El poeta y su trabajo”.
Veamos lo que dice Gola respecto al compromiso de su vida con la poesía: “Nosotros hemos apostado siempre a la poesía por la poesía misma, de manera tal que el que leyera un poema tuviera el beneficio de no buscar nada y recibirlo todo” (…) “La poesía es un modo de estar en el mundo, una forma de vivir mi propia vida. Sin ese vínculo no puedo imaginar cómo habría sido mi existencia.
En algún tiempo me dio ánimo, en períodos oscuros me sostuvo contra la desesperanza. Por ella pude relativizar tanto lo bueno como lo malo e incorporar estos extremos al equilibrio inestable de mi vida cotidiana. Cuando me siento lejos de esta experiencia, cosa que a veces sucede, todo pierde intensidad y atracción. Y la poesía es, además, una de las formas más sutiles y complejas de conocimiento”.
¡Salud, poesía y libaciones!
Muestrario mínimo
De cuanta inclinación
estamos hechos
de cuántos hilos
decaídos
y sin embargo
somos
otra sustancia
una piedra
quizás
o una legumbre
un alambre sonoro
pero no un hueco
Quiero abrazar
lentamente
el aire
palparlo
reconocer
su agudo crecimiento
quiero beber
la espuma
toda la espuma de los soles
y la tempestad
y todo ese viento
azul
que asume la mañana
y tocar mis piernas
recorrer su lento límite
pero sabiéndolas
simples
y útiles
e inacabables
como cualquier estrella
o mucho más
Estamos tan ciegos
estamos hechos
con una inclinación
y una plegaria
y sin embargo
somos tan enhiestos
como la hierba
tan hondos
como el agua
la piedra
o el canto del océano
que nunca acaba
ni declina
Estallamos de pronto
y sin saberlo
cuando la tarde
doblega su rostro
y temblamos
como si el sol muriera
para siempre
como si acabara
detrás de esa cortina
liviana
que el teje el horizonte
Somos más que la hierba
y la plegaria
unidas
somos más que el cielo
infinitamente vacío
y desgarrado
y sin embargo
tenemos siempre el llanto
atado aquí
mientras la aves
renuevan su susurro
y los amaneceres
arrastran otra música
La tierra
no ganó lo que pensaba
se hizo más triste
con nuestra pobre luz
y comenzó a inclinarse
más allá de la pregunta
y a destilar
las últimas gotas
del sueño
a triturar los goces
[supremos
del aire
y la estación
Mas no alcanzó a saber
por qué la muerte
y el silencio
doblan la felpa tierna
de nuestras rodillas
No es el momento aún
Todo vendrá
sin embargo
con las nuevas legumbre
con los vinos sabrosos
de un verano
sin término
Todo vendrá
cuando los músculos
ensanchen el área de su luz
y las voces alcancen
la nueva esfera
que ya planea
detrás del horizonte
más allá de las estrellas
y de los surcos sangrantes
de estos días
Nunca
---nunca
el sueño
---descubre
quién teje
-----en la sombra
--quién mezcla
-----rostros
-----rastros
----los dispersa
---quién pone
-----los pies
--sobre los campos
-----lisos
----quién?
Piedras
---pastos
--pálidos soles
---flores arrasadas
por el viento
------pájaros ciegos
llegan
------de dónde?
Padre mío
-------tan callado
----------qué dices
-----------------que no te oigo
desde esa orilla
----turbulenta?
**
Y además
mi corazón
tiene la culpa
porque nació
tan tibio y sorprendido
y yo también
un poco
y este cielo
y estás mañanas libres
y estas calles
por donde el aire estalla
y este gran infierno
[de los hombres
tiene la culpa
Pero
sobre todo
mi corazón
que no me deja
mi corazón
que me derrama
y me pierde
La culpa es mía
la traigo desde lejos
pero qué puede hacer
sino vivir así
y andar a cada rato
con un dolor
y un sueño
custodiándome
Qué puedo hacer
si el corazón
me vino enorme
y tiembla
por cada soplo liviano
qué puedo hacer
sino abrazarlo
o cuanto más
echarlo al aire
**
Uno debiera
poder tocar la luz
servirse de ella
usarla
como Rilke la usó
o como Dante
pero esta luz de hoy
es huidiza
ni mansa
ni paciente
es un caballo
desbocado
una serpiente alerta
un tigre en celo
aguarda con paciencia
espera el otro rostro
tal vez
un día vuelva
una luz cabalgue
entre los dedos
y suba hasta los párpados
y cierre
suavemente
suavemente
los labios sedientos
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