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La increíble combustión espontánea

Hay hechos que desafían toda lógica y la ciencia no les encuentra una explicación racional y lógica. Hay casos de seres humanos que repentinamente son consumidos por un fuego que parece surgir de su propio interior, de sus propias entrañas, y es imposible detenerlo hasta que la persona queda reducida a cenizas.
Impactante. La señora Reeser fue consumida totalmente en su sillón.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

A lo largo de la historia de la humanidad hubo muchos casos de combustión espontánea, a los que nunca se les pudo dar una explicación científica. En el año 1763, unos vecinos de la condesa de Cesena, Italia, una mujer de 62 años, notaron que un humo amarillento y repugnante salía de las ventanas de su dormitorio. Al día siguiente la sirviente descubrió con horror sus restos. Todo su cuerpo se había convertido en un montón de cenizas. Solo las piernas, con las medias puestas, permanecían intactas. En el aire aún flotaban algunas partículas de hollín. Ni los muebles ni el piso del cuarto, de madera, se habían quemado. El 7 de agosto de 1938, ante cientos de personas en un salón de baile de Essex, Inglaterra, la señorita Newcombe, de 22 años, estalló en llamas justo cuando comenzó a bailar tango con su compañero. En minutos quedó reducida a cenizas. Sin embargo, su vestido no solo resistió el fuego sino que, según testigos, ¡quedó totalmente intacto!

El caso más famoso de combustión espontánea ocurrió el 1 de julio de 1951, cuando Mary Reeser, de 67 años, descansaba una noche en su sillón, cuando fue víctima de la combustión espontánea. A la mañana siguiente su vecina, la señora Carpenter, percibió un fuerte olor a humo y fue a la casa de la señora Reeser. Al notar que algo andaba mal, trató de entrar a la casa, pero la perilla de la puerta estaba muy caliente. Con ayuda de dos pintores, logró entrar y encontró un espectáculo difícil de describir. En un círculo ennegrecido de poco más de un metro de diámetro, estaban algunos resortes retorcidos, la estructura metálica de una lámpara y los restos casi irreconocibles de un cuerpo humano. Todo en medio de una pila de cenizas negras. Los 88 kilos que pesaba en vida la señora Reeser, se habían convertido en unos cuatro kilos de cenizas. Un pie con una zapatilla de raso quedó intacto. Del resto del cuerpo apenas se podía distinguir un pedazo de la columna vertebral. El cráneo no se desintegró, pero se redujo al tamaño de una naranja. El techo y las paredes de la habitación estaban cubiertas por un hollín grasoso. A poca distancia de este macabro espectáculo, se encontraban unos diarios que inexplicablemente no se quemaron. El caso de la señora Reeser fue muy investigado y es, posiblemente, el más famoso de la historia de la combustión humana espontánea.

Un caso impactante

En 1966, en Pennsilvania, un trabajador de gas fue a leer el medidor de la casa del Dr. Bentley, un médico de 92 años que estaba parcialmente paralizado y usaba un andador para caminar.

Sintió un fuerte olor a humo y gritó saludando al doctor, pero al no obtener respuesta entró a la casa, subió al dormitorio y no encontró al médico. 

Se asomó al baño y vio algo que jamás se borraría de su mente. Había un hoyo de un metro y medio en el piso del baño, y tirado junto al hoyo estaba el andador del médico. Del Dr. Bentley solo quedaba un montón de cenizas y chamuscada, la parte inferior de su pierna derecha, con la pantufla puesta. Increíblemente las llamas dejaron intactos muchos objetos inflamables que estaban  muy cerca del doctor, como las patas de hule del andador. 

Asombrado, el operario corrió hasta la oficina de la compañía de gas, donde apenas pudo hablar para decirles sus compañeros: “El Dr. Bentley se quemó”.

Antecedentes

Desde el siglo XVII hasta nuestros días, se han documentado unos 200 casos de combustión espontánea. Ciertamente no se descarta la posibilidad de que se trate de simples incendios producidos accidentalmente y por fuentes externas. Sin embargo, las características de algunos casos, como los comentados, contradicen tal posibilidad, ya que es inexplicable el hecho de que objetos altamente inflamables, queden intactos al producirse una combustión tan fuerte. Por otra parte, según han constatado muchos investigadores científicos del fenómeno, para desintegrar los huesos humanos se necesita una temperatura de 1.650 grados centígrados, aplicada durante un mínimo de doce horas. Según los expertos, esta temperatura es aproximadamente el doble de la que puede generarse en una casa incendiándose. Una teoría popular de finales del siglo XIX sugería que los aficionados al cigarrillo y el alcohol eran particularmente propensos a sufrir una combustión espontánea, ya que se suponía que el alcohol y el humo del tabaco se mezclaban con la grasa y el fósforo del cuerpo, para producir un compuesto altamente inflamable. Eso surgió a partir de que varias víctimas tenían esas aficiones, pero esto no fue aceptado del todo por los investigadores.

En los últimos treinta años se han vertido hipótesis que relacionan la combustión espontánea con las variaciones magnéticas que ocasionalmente se pueden dar en distintos puntos del planeta. Se cree que los cambios magnéticos en el cuerpo humano producen algún tipo de desintegración molecular o alguna otra reacción química desconocida que genera mucho calor, capaz de consumir totalmente un cuerpo humano. En toda la historia de este fenómeno, que recién está comenzando a ser estudiado a fondo por los científicos e investigadores, se está comenzando a descubrir hechos que podrían dilucidar cuál es el origen de este extraño hecho.

Afortunadamente no son muchos los casos fatales ocurridos en todo el mundo, pero son ya preocupantes para el mundo científico, que no le encuentra una explicación lógica y racional. En síntesis, a la fecha no hay una explicación definitiva que desmienta o confirme la existencia de la combustión humana espontánea. Los casos comentados son algunos de los más importantes sucedidos y ocurrieron realmente y el extraño fenómeno es hoy por hoy uno de los grandes enigmas de la naturaleza que aún no han sido explicados.

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