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El arte povera en Italia: segunda parte

Giovanni Anselmo, "visible", 1934, 6.5 x 25 x 12cm, Galerie Durand-Dessert, Paris.

Por Julio Sánchez Baroni (*)

Nació en Villa Ángela, Chaco, es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires, ha sido docente de la Universidad de Nueva York y actualmente de la Universidad Nacional del Nordeste. Escribe crítica de arte en diferentes medios (La Maga, La Nación, Clarín) y es director de la revista digital NAÉ, Nuestro Arte de Enfrente, editada por la FADYCC (UNNE)

Especial para El Litoral

 

El efecto de los procesos naturales y el tiempo aparece en la obra de Penone (1947 - presente). En la serie Árbol de doce metros el artista tallaba un bloque de madera para revelar la forma de un árbol; de este modo volvía la madera a un estado anterior de su existencia y a su forma original. Le interesa devolver una forma natural ocultada por la cultura y el arte, pero también se pueden interpretar estas obras como un llamado de atención hacia la regeneración de las selvas y bosques devastados por el hombre, un tema que explícitamente le preocupa al artista. 

Otra de sus obras, Respiración, es un ánfora gigantesca de arcilla; una mitad tiene la forma de vasija y en la otra se puede ver la impresión del cuerpo del artista con ciertos detalles como los botones de su camisa, las presillas de su pantalón vaquero y las arrugas de la ropa. Aquí el tema es el misterio de la vida y la creación, la forma de la vasija es de por sí uterina y alude a la fertilidad femenina, mientras que la arcilla remite las narraciones míticas de la creación del hombre a partir del barro. 

Según Penone "Khnum era un dios representado como un alfarero que creó al hombre dándole forma en su rueda. En otro mito Atenas insuflaba vida a los hombres que Prometeo hizo con arcilla y agua". La boca del ánfora coincide con la boca del artista -con la impresión negativa de su lengua, incluso-, y es precisamente de aquí donde sale el aire, elemento creador. La obra representa el acto de creación y el hombre creado a la vez. 

En 1968 Mario Merz (1925-2003) comenzó a elaborar sus obras con forma de choza semiesférica o iglú con una variedad de materiales que iban desde cristales mellados hasta pimpollos secos. La elección de esta forma arquitectónica evocaba las enseñanzas de Joseph Beuys que propiciaba una vuelta a un sustrato primitivo y nómada en una modernidad corrupta y vulgar. 

La serie se llama ¿Damos vueltas dentro de una casa o la casa da vueltas alrededor nuestro? y el iglú, además de la vivienda esquimal hecha con bloques de hielo, es una forma arquetípica que se encuentra en todo el mundo incluyendo la patria de Merz, especialmente en Apulia donde hay unas casas de piedra en forma de cúpula llamadas trulli. En estos iglúes hay que interpretar el uso de materiales manufacturados como el cuestionamiento de las relaciones del pasado con el presente y del hombre con la naturaleza. Algunas veces Merz le agrega lemas políticos, citas literarias o números de Fibonacci, una progresión matemática que se encuentra en el índice de crecimiento de las hojas vegetales, las conchas de mar y la piel de los reptiles. 

Giovanni Anselmo (1934-presente) ató con cable de cobre dos bloques desiguales de granito y entre ellos colocó un manojo de hojas de lechuga. Con el paso del tiempo las hojas se pudren y disminuyen su tamaño, por lo tanto, se afloja la presión entre las piedras y la más chica cede y cae. Esta estructura que come la ensalada ofrecía la piedra y vegetal aunados en los efectos devastadores del tiempo, al pudrirse la sustancia orgánica se liberaba la piedra como una caída energética paralela al ciclo de la vida y la muerte. En 1965 Anselmo viajó a Stromboli y se encontró a sí mismo en el centro de un paisaje bañado con la luz del amanecer y con su "sombra proyectada al infinito". Desde entonces se interesó por lo visible y lo invisible y afirmó: "Quería crear una obra invisible. Pero si quería verificar lo invisible sólo lo podría hacer con un agente visible. Si quería materializar lo invisible, entonces se convertía inmediatamente en visible. Lo invisible es lo visible que no se puede ver". 

Preocupado por cuestiones metafísicas como estas, Anselmo ubicaba proyectores de diapositivas en el suelo que emitían la palabra "invisible" que sólo se hacía visible cuando se topaba con un objeto sólido, es decir cuando era negada. Pistoletto (1993-presente), trabajó en una extensa serie de pinturas sobre espejo que se completaban con la imagen reflejada de quien las mira. Pintaba militantes contra la guerra de Vietnam y al acercarse el espectador se veía involucrado en esa manifestación. También jugaba con las sorpresas, en una exposición alguien se podía topar con una mujer sosteniendo un catálogo de arte en la mano frente a escultura, una imagen virtual que se confundía con los verdaderos visitantes y esculturas. En 1966 elaboró un gran globo de papel que arrastró por las calles tal como aparece documentado en la película Buenos Días Michelangelo. Presentó una serie de objetos que llamó Oggetti in meno (Objetos menos) y definió así: "no son construcciones o fabricaciones de nuevas ideas, más bien son objetos que me representan, me liberan de algo, no los considero más, sino menos, no plus sino minus y llevan consigo una experiencia perceptual que ha sido definitivamente externalizada". 

El espectador descubría estas experiencias al pasar entre esos objetos. Sustrayéndolos de la tiranía de su autor, Pistoletto se apartaba de los modelos de serialización y acumulación empleados por los artistas del pop y del minimal. En 1969 presentó L´ufficio dell´uomo nero, una instalación donde administraba su propio pasado. Para Pistoletto el hombre negro es su doble negativo, pertenece a las sombras de la modernidad y vive en el lado oscuro de la realidad que la ideología del progreso intentó ocultar desde la Iluminación. 

El pasado del arte clásico italiano pesa en el arte povera; la silueta de Italia aparece frecuentemente en la obra de Fabbro (1936-2007), puesta cabeza abajo y en las propuestas de Paolini (1940-presente) la búsqueda de orden está dirigido al desmantelamiento de sistemas de representación previos como la perspectiva del Renacimiento o las fachadas rítmicas del barroco. Pascali (1935-1968) tenía una actitud infantil al resaltar la incoherencia con sus con materiales blandos, como el Muro del sonno (1964), consistente en una pared hecha de almohadones blancos.

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