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Breves apuntes de intertextualidad en letras de tango y chamamé

Por Rodrigo Galarza

Especial para El Litoral

El vino como tópico en la literatura universal (Tercera parte)

En esta última entrega sobre el tópico del vino nos referiremos específicamente a cómo aparece en las letras de chamamé, habiendo mencionado ya a la popular y antigua composición “La caú” que, con el pasar del tiempo, fue perdiendo la glosa de autor anónimo que decía: “Era ella la guainita enamorada / Que al perder su adorado mboraihú / Vivió siempre borracha y peregrina / Por eso la llamaban la caú / En largas correrías por la selva / Tarareaba entre dientes un cantar / Que se adentró en el alma de los mozos / Haciéndose tonada popular”.

En composiciones actuales el vino aparece también como “quitador de penas”, sobre todo de las provenientes de la ruptura amorosa; en ese sentido, Mario Bofill, el popular juglar de Loreto, grafica con eficacia (aunque desprovisto de vuelo poético) esta situación; veamos lo que dice “Medio litro”: “Qué linda vino la guaina, / De Buenos Aires, por qué será. / Si hasta parece más blanca / Que linda ropa visten allá / Por suerte que ya es domingo / Y allá en el baile la he de encontrar /A ver si todavía se acuerda / De la promesa en la terminal”. Lo cierto es que en el baile pasan las horas y el narrador va notando: “Es hora que ya me mire, / Ha visto a todos menos a mí / Dejando en su andar fragancias / Y yo luciendo mi calcha’i”. Nótese en último verso el diálogo con el tango: “Gambeteabas la pobreza en la casa de pensión / Hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta”. 

Siguiendo con la letra de Bofill, al final parece que le va a sonreír la suerte a nuestro protagonista, pero no: “Salía ya de la pista / Para ser franco medio caú / Entonces me vio la guaina, / Gritó mi nombre, che acá taví” (…) “Me dijo que vino a verme / Que se casaba en la navidad / Que no alimente ilusiones, / Me dio otro beso y no la vi más / El lucero me miraba / Diciéndome así soy yo / Y le miré de reojo/ A un medio litro en el mostrador”. 

En el mismo sentido, aunque con mayor lirismo y sin intención de establecer un arquetipo del  “abandonado” por alguien de la ciudad que supuestamente ostenta mayor sofisticación, Salvador Miqueri se expresa así en “Olvido absurdo”: “Ahogando penas que un día me propinaba el destino / envuelto en el desatino que hace perder la cabeza / me embriago con la cerveza chispeante, rubia y dorada / porque era rubia la amada la que cambiara mi sino” (…) “Pensar que fue una mujer la que cambiara mi vida / Y hoy es la rubia bebida que amaina mi padecer” (...) “Voy desgranado desesperanzas./ De este desencanto fatal / sé que solo puede calmar / Este olvido absurdo / que la cerveza me da al brevar”. 

Por otra parte, Félix Chávez, en su recordado “De vuelta al nido”, es una especie de Odiseo cantor que tarda en regresar casa, que abre no el odre de los vientos sino el del vino: “Y mientras tu alma tiembla de frío esperándome / tras de mi guitarra me enciendo en vinos y en chamamé / con paso cambiado vine a este mundo y por ser cantor / tengo un aletear de gorrión arisco en el corazón”…

No faltan en el chamamé la mención del vino como potenciador de la celebración de la amistad. Son muchos los ejemplos, baste traer uno: “Porque el vino bien tomado / tiene un hermoso costado / cuando se toma entre amigos” (J. C. Jensen).

Quizá la letra más rotunda por la profundidad de su mensaje y por el modo en que lo expresa sea: “Compadre, qué tiene el vino” de Julián Zini, popularizada por Los de Imaguaré. 

Pocos días antes de su muerte nos referíamos así a la obra de don Julián: “La voz poética de Zini se alza ‘con alma de profeta y oficio de juglar’. Profeta (caraí en los guaraní) por lo dicho anteriormente: porque su mensaje se cifra en la apertura de los evangelios y juglar porque el vehículo expresivo de su mensaje se asienta en lo popular. Sin duda el poeta mercedeño (por adopción) conoce a fondo la tradición poética española”.

Nadie desconoce el amor de Zini por el chamamé y su gran afinidad con los chamameceros, con quienes compartió escenarios y largas noches de guitarreadas. De hecho, los homenajea en varios recitados; sirva este ejemplo en que menciona el vino: “Qué sabemos de tu vida / y qué de tu pensamiento/ ¿Qué le contás a tu vino / qué penas, qué amor, qué sueños?”.

Ya acercándonos a “Compadre, qué tiene el vino”, señalamos en primera instancia la relación “vino-divinidad”; tal como apuntamos en la nota anterior, “el vino (y otros alcoholes) se enraizó en las culturas no solo como generador de placeres sino también pasó a formar parte incluso de ritos religiosos”. Zini aúna lo ancestral guaranítico (payé) con la tradición occidental cristiana: la gran metáfora del vino/sangre de Cristo como liberador del ser humano. ¿Qué más liberador que el mensaje de un Cristo que aún se pone de pie y echa a andar con una verdad por decir y encarnar una y otra vez en los lastimados, en más necesitados?

¡Salud, poesía y libaciones!

Muestrario mínimo

Compadre qué tiene el vino

Que antiguo payé tan raro, 

que extraña divinidad.

Que fuerza liberadora tiene el vino, 

que será?

Que se mezcla con la sangre, 

que le sube, y es capaz

de desatarlo por dentro compadre, y hacerlo hablar.

Compadre qué tiene el vino que usted al tomar,

comienza a sentirse hombre y empieza hablar.

Hablar de lo que más quiere, de su verdad,

y es como se despertara la realidad.

Compadre piense un poquito que va a pasar,

si un día de estos la gente llega a tomar,

el vino que necesita y empieza a hablar.

Hablar de lo que más quiere, que va a pasar?

(Estribillo)

Traigan el vino más fino, tráiganlo acá.

Que mi pueblo esta callado, 

y es hora que empiece a hablar.

Denle vino, y vino bueno, y ha de gritar su verdad.

Y ha de cantar para el mundo, su canto de libertad.

Una vez lo oí a un borracho, como diciendo un refrán.

Que el vino es sangre de Cristo, porque es sangre popular.

La parra chupa en el suelo tanta sangre fraternal,

que hay en la tierra vertida, que clama al cielo

y está juntándose desde siglos buscando hacerse escuchar.

La sangre de los hermanos que amamos y ya no están.

De nuestros muertos queridos que nunca nos dejaran,

de los que dieron la vida porque amaron de verdad.

Los que eligieron morirse por no saber traicionar.

Los que encontraron la muerte buscando la libertad,

los que dejaron sus huesos en Malvina y Soledad.

Como raíz enterrada que algún día ha de brotar.

Tenía razón el borracho, pensando bien es verdad.

El vino libera al hombre y es fermento de amistad.

El vino es sangre de Cristo, porque es sangre popular.

Imagínese compadre que va a pasar,

si un día de estos la gente llega a tomar,

el vino que necesita y empieza a hablar.

Usted ya sabe compadre que va a pasar.

Julián Zini 

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