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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

Amor por las serpientes en la Unne: reivindican su valor para la humanidad

El equipo del Centro Interactivo de Serpientes Venenosas Argentina (Cisva) lleva adelante estudios de avanzada.  

Casi en el último rincón del campus universitario de Sargento Cabral, sede de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne), se ubica el pabellón del Centro Interactivo de Serpientes Venenosas Argentina (Cisva). El lugar pasaría desapercibido si no fuera por la gigante marca del Cisva que se impregna en el mural. En esas instalaciones las serpientes reciben todo el amor que las profesionales, lideradas por las doctoras Pamela Teibler y María Lucía Bustos Aranda, pueden darles por entender la importancia de estos animales para toda la humanidad. 

“Las serpientes son controladores biológicos, que se alimentan de roedores. La gente muere mucho más por todas las enfermedades que transmiten los roedores que por un accidente ofídico. En el país lo que más abunda son las serpientes no venenosas o no peligrosas. Cuando hablamos de yarará, cascabel y coral, esas son las más venenosas, pero tienen una función y es necesario cuidarlas. Es tremenda la cantidad de niños que se mueren por toxoplasmosis o por enfermedades derivadas del caracol”, explica la doctora Teibler, profesora titular de la Facultad de Ciencias Veterinarias y advierte con claridad: “Los caracoles no son tan buenitos como piensa la gente. Hay muchas enfermedades que derivan de ellos, pero las serpientes se alimentan de los caracoles".

La sede del Cisva son tres habitaciones abarrotadas de frascos de serpientes en formol, también hay tuppers con más serpientes, mesas, tubos y grandes pieles y restos óseos de más serpientes. En la pieza contigua está el serpentario, cuatro grandes boxes de cemento y tapa de hierro, donde las yararás reciben tratamiento médico por algún problema. La doctora Maria Lucía Bustos Aranda, se calza las botas  y abre el último box. Ahí se encuentra una yarará que el Centro de Producción de Suero Antiofídico (Cepsan), dependiente del Ministerio de Producción, entregó al Cisva debido a que no producía veneno. “Tenía una lesión en la boca por una bacteria. Se le está haciendo un tratamiento, pasó por cirugía y se está recuperando”, cuenta entusiasmada la doctora tras aplicar dos inyecciones a la serpiente.

Esa yarará ganó protagonismo ya que se viralizaron las imágenes de cuando era introducida en el tomógrafo de un centro de salud capitalino. Los doctores buscaban precisiones sobre su problema y la inflamación que la serpiente tenía en la boca. “Es una yarará muy fuerte, porque muchas no soportan todo el tratamiento al que ella fue sometida: cirugía, antibióticos, estudios, etc.”.

El Cisva tiene alrededor de 50 víboras en su sede y todas tienen nombre propio y apodos. El protocolo para el funcionamiento del Centro fue diseñado por la doctora Bustos Aranda en su tesis al recibirse. Además colabora con el Centro de Conservación Aguará y no resultaría raro cruzarse con ella intentando rescatar una serpiente. “Por favor que la gente no las mate. No hay que molestarlas. Si aparecen en un lugar es por algo. Tienen que llamarnos o al Centro Aguará e iremos a rescatarlas. Nosotros le hacemos estudios, comprobamos que no tengan lesiones y la liberamos en un lugar apropiado”, explica.

Varias veces al año, el Cisva recibe a estudiantes de distintas partes de la provincia. “Es impresionante el interés que despiertan en los chicos y jóvenes las serpientes. Preguntan mucho cada vez que vienen”, cuenta la doctora Bustos Aranda.

La doctora además tiene a su cargo a 160 alumnos del tercer año de Ciencias Veterinarias. “Recuerda el nombre de cada uno y sabe con que pueden lidiar”, destaca Pamela Teibler sobre su colega, que pide no bajar la temperatura del aire acondicionado para no hacerle mal a “las nenas” (las serpientes).

“Ellas tienen una temperatura que debe respetarse”, dice. 

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