¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

Ay, hermanita perdida

Domingo, 27 de febrero de 2022 a las 01:00

Parodiando ese hermoso tema de Atahualpa Yupanqui y Ariel Ramírez, “La hermanita perdida”, en alusión a las Islas Malvinas, Corrientes también supo vivir su desarraigo mucho tiempo, porque los hombres que han dirimido el país, como ese grupo de provincias adláteres que siempre están, acompañantes de todo sistema, mucho tiempo han mirado para afuera. Nosotros, por venir de lejos, fuera del área privilegiada, del norte ardiente, al igual que los negros en los Estados Unidos en el siglo pasado, hemos sido relegados largo tiempo, como los blancos que siempre ingresaban por la puerta principal, mientras que los negros debían hacerlo por la entrada de servicios. Y eso que nuestra historia rica tiene nombres que avalan cualquier garantía y que han dado su vida por la emancipación nacional, estando en los momentos más cruciales de la historia, jugándonos, comprometidos. Nombres que son orgullo y es solo una parte de gloria: San Martín, Cabral, y el niño hombre que impuso ritmo al cansancio, el Tambor de Tacuarí, etc. Sobradas muestras han valido inútilmente por demostrar que no hemos sido menos que nadie. Por el contrario, siempre habitaron oídos sordos que no llegaban en su plenitud a los gobiernos de turno, pero ahora la desgracia incontrolable produjo el milagro de unirnos como último recurso de país antes de quemar nuestras propias naves de convivencia. De pronto, el cielo de Corrientes se tiñó de rojo, el silencio casi como ensayado, en el tempo justo apuntó un duro silencio, tan solo el crepitar de pajonales, bosques, montes, verdes pasturas y animales y aves en disparadas masivas; de la elocuente quietud que apunta todo anticipo de catástrofe, y falta de lluvias por varios meses, con calores superando la media de 40 grados. Hay que tener resistencia para el aguante.
Como el hombre siempre dice lo que no hace, uno recuerda que el 11 de diciembre de 1997 se firmó el Protocolo de Kioto, en defensa del cambio climático, en la ciudad japonesa que pone nombre a la intención. La misma recién tomó forma concreta al suscribirla 33 países, en el marco de las Naciones Unidas, entrando en vigor en el año 2005. Lamentablemente siempre los intereses son superiores al de los pueblos y su gente. El 1º de junio de 2017, alegando ser perjudicial para la economía de su país, el entonces presidente Trump decide retirarlo. 
Lo notable es que los hasta entonces firmantes, Estados Unidos conjuntamente con China, son  los dos máximos emisores de gases del mundo, y con total desfachatez se desliga del compromiso contraído por la preservación de todos quienes habitamos este planeta.
Pero una vez golpeados por el fuego descontrolado que se fue agigantando con altura sin precedente, con la continuidad favorecida por vientos, seca extrema, otrora la provincia con mayores recuerdos de agua: lagunas, esteros, aguadas, ríos interiores, arroyos y los grandes ríos rodeando a Corrientes, con la suma de un régimen de lluvias mucho más acordes con la normalidad, la impotencia creció hasta límites incalculables, porque también comprendimos que tamaño frente no nos permitiría ser capaces de contener, al no poseer todo el complejo aparato para combatirlo de igual a igual. Y, más aún, dicho por un rescatista, lo que entonces fue cadena posible de agua, ahora resulta imposible porque ante semejante calor ambiente producido por las llamas, la mayoría de las aguas fueron consumiéndose, perdiendo por ende el alto porcentaje de humedad capaz de capear una avalancha ígnea como de esta naturaleza totalmente distorsionada.
Dentro de todos los extremos por atacarse simultáneamente, a  veces hasta más de 17 focos extendidos por día, no exactamente en un radio simple sino diseminado en gran parte del propio territorio provincial, lo que torna más difícil e inaccesible, la factibilidad resulta no creíble, es cuando las esperanzas parecen morir. Pero febrero nos tenía deparado otra cosa, el reencuentro con esa gente procedente del gran puerto, que sumaron sus manos, sus ganas y esfuerzos por contener; aprendió a conocernos como nosotros a ellos, iguales hasta en la respiración. Ya no estamos solos, estamos unidos y tirando juntos, compartiendo alegrías y frustraciones, rogando tanto como nosotros por esa agua que llegue y aplaque, que los esfuerzos no han sido en vano, agregan y no restan. El país todo se vino para acompañarnos, protegernos, y no ha sido la política ni los políticos los hacedores del milagro, sino la gente  común y silvestre, sencilla y afectuosa. Bomberos voluntarios de nuestro país, de Brasil, de Paraguay y de Bolivia, mancomunados, como en un abrazo extendido que ha esperado demasiado tiempo para poder ser, iguales e idénticos. Ver cómo todo el país se ha movido, los medios encaminando colectas populares, emplazados en lugares claves de la capital argentina: la Casa de Corrientes, los clubes River Plate y Boca Juniors, unidos solamente para llevar vida a los hermanos correntinos que, de pronto, hemos salido del anonimato a ser primera plana, claro, en condiciones no buenas, sino en el dolor de la necesidad por las pérdidas lamentables de campos generosos, de animales, flora y fauna, retorciéndose en el humedal más importante que tiene nuestro país ante el mundo. 
Los grandes dolores son como partos difíciles para llenar de vida nuestras vidas; son anunciación y destino a desandar, ahora acompañados, protegidos por nuestros hermanos argentinos, salteando toda grieta que solo logra dividir por el interés desmedido de gente que vive por y para la política, sin aportar absolutamente nada por lo propio, donde vive la identidad que nos iguala, engrandece y caracteriza. Hay un dicho, no consignas que siempre son interesadas, ausentes, improcedentes, y que sin embargo fortalece la urgencia de acercarnos y “enchamigarnos”:  “Si quieres ir rápido, ve solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado”. Eso somos. Es como decirnos que “juntos somos más”. Por eso me motiva, por constituirse como reparadora, la letra de “La hermanita perdida”, que aludía al principio parodiándolo un poco, porque en realidad debemos volver a algo tan básico, que es la armonía entre nosotros, donde nada tienen que ver encuestas, ni listas ni colores, tan solo la argentinidad, sin que nadie quede afuera. 
Ver las fotos del suceso día por día es construir, es principio, hombres duros cansados pero abrazados compartiendo todo, gente de todas las especies y nivel, trabajando palmo a palmo, confundidos en un solo cometido, volver a la tierra madre y refrescarle su importancia, donde se dan todos los frutos nacidos del trabajo, del esfuerzo, del sacrificio, porque ella se lo merece como paliativo ante tanto irrespeto y abuso extremo. 
No solo el país ha regresado para arremangarse, sino que nosotros hemos roto la dura manera de convivir con ingratitud dentro del mismo país, para ser solamente uno, por eso viene bien ese llamado desgarrador pero positivo del reencuentro que bien plantean Yupanqui y Ariel Ramírez sobre las Islas Malvinas, hoy aplicable a Corrientes: “Ay, hermanita perdida. Hermanita, vuelve a casa”. Estamos volviendo a casa: el país, porque queremos ser otra vez ese grande sin fracturas, que la división nos sumió bastante tiempo y que hoy, felizmente, lo recuperamos desde Corrientes. Habida cuenta de 70 denuncias intencionales, el carácter retrógrado del fanatismo como pensamiento, nos quedan dudas que son preguntas: ¿por qué solamente a nosotros? ¿Por qué la evolución feroz del fuego, como una explosión totalmente destructiva, aún continúa? ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

Últimas noticias

PUBLICIDAD