Según Otondo, es “fundamental” tener en cuenta cuestiones eco fisiológicas de cada comunidad del pastizal. Es decir, dar un manejo especifico diferenciado, de acuerdo a la época del año, respetando los tiempos de pastoreo y descanso necesarios y realizando, además, pastoreos estratégicos puntuales.
Así, los potreros con lomas y medias lomas son óptimos para su uso durante el invierno, por producir abundante forraje todo el año por tener especies de invierno y de verano y ser más seguros en casos de inundación. “Allí, es necesario un pastoreo estratégico a fines de verano, que elimine el forraje estival, favoreciendo el recambio por invernales que iniciarán su nuevo ciclo y proveerán de comida al ganado”, explicó el técnico.
Este manejo de recambio se hace a la inversa en los potreros conocidos como bajos dulces, que son los sectores que permanecen encharcados en gran parte invierno y están dominados por especies de verano de muy buena calidad nutricional. Por esto, son excelentes productores de forraje a la salida de primavera y durante el verano.
Finalmente, los bajos alcalinos –conocidos como de “barro blanco” o de “pelo de chancho” – son menos productivos debido a fuertes limitaciones edáficas y están dominados por especies de verano de menor calidad forrajera. Para llevar adelante estos manejos se dividen los potreros, mediante alambrados eléctricos, según el ambiente y oferta de forraje para no más de 3 o 4 días de pastoreo.