A Agustín Etcheto (34) no le alcanzan las palabras para agradecer. “Con lo que te pasó a vos, se salva uno en un millón”, le dijo uno de los médicos que lo atendió. “Mi cumpleaños es el 10 de diciembre, pero ahora tengo otro que es el 20 de abril”, admite él ahora a las risas. Lo que le ocurrió hace nueve días en un campo en la zona de Orense, partido de Tres Arroyos, al sur de la provincia de Buenos Aires, prácticamente no tiene explicación.
El hombre, que trabaja como peón rural en el campo de su familia, recibió una descarga eléctrica de un cable de alta tensión que lleva 13.000 voltios. Son líneas que se utilizan para transportar grandes cantidades de energía a largas distancias y la mayoría de los trabajadores o chacareros que han sufrido un hecho similar no lo pudieron contar, porque es fulminante y se lleva la vida en segundos.
Eran poco antes de las once de la mañana cuando Agustín, esposo de Patricia (33) y papá de Renata (3), terminó de fumigar en el campo de su mamá, Mirna Hansen (55), quien le dio la vida dos veces: cuando nació y cuando le regaló las zapatillas que lo terminaron salvando.
La máquina iba de tiro de un John Deere 2730. Estacionó, levantó las alas, que tienen diez metros de cada lado, y cuando tocó el tractor para subirse sintió una descarga brutal. “Doy gracias a que no me alcancé a agarrar de la manija, toqué el fierro y ahí me tiró para atrás”, le dice por teléfono a Clarín desde su casa, reponiéndose.
La corriente eléctrica le entró por el dedo mayor de la mano izquierda y salió por el dedo chiquito del pie derecho, dio a conocer ayer la prensa metropolitana.
“Me tiró de rodillas, me venció... la media se me derritió en el pie”, agrega.
Mientras todo esto pasaba, el peón nunca se dio cuenta de que el ala derecha de la fumigadora estaba tocando el cable de alta tensión. La mayor parte del shock eléctrico la asimiló el tractor.
(JML)