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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

Develaron los itinerarios de vida de los más de 70 esclavizados de Corrientes

Un reciente estudio registró unos 62 esclavos de la provincia y unos 13 provenientes de otros territorios. Algunos, sobre todo las mujeres, pudieron permanecer en la ciudad.  

La historiadora Fátima Victoria Valenzuela develó en una reciente investigación los itinerarios y formas de vida de los esclavos liberados antes y después de 1854 en la provincia de Corrientes. Exploró dos situaciones: la permanencia de algunos esclavizados bajo la dependencia de sus antiguos amos y la emergencia de un mercado laboral donde se insertaron estos individuos. Desde 1854, los esclavizados empezaron a incorporarse al mundo laboral correntino desarrollando diferentes oficios y ocupaciones. En el espacio urbano, las antiguas esclavizadas se mantuvieron trabajando en el servicio doméstico durante algunos años tras la abolición. 

En la campaña, los itinerarios laborales fueron diferentes para varones y mujeres, estos desarrollaron desplazamientos y movilizaciones para mejorar sus condiciones de vida. Mientras que las antiguas esclavizadas se incorporaron al mundo artesanal o a la incipiente industria rural.

Valenzuela registró 62 esclavizados naturales de la provincia de Corrientes y unos 13 provenientes de otros territorios. La mayoría de los esclavizados tenían edades superiores a los 40 años, lo que implicaba haber nacido mucho tiempo antes de la Libertad de Vientres. 

La investigación fue publicada en la úlima edición del Anuario del Instituto de Historia Argentina, editado en la Universidad Nacional de La Plata. 

Sirvientes

“Los años de servicio y las formas de obtención de los esclavos nos permitieron observar que llevaban más de la mitad de su vida trabajando y conviviendo con su amo, aspecto central para repensar qué itinerarios laborales asumirían tiempo después de la abolición. Es decir, los esclavizados tenían una marcada permanencia de trabajo para un mismo amo en tiempos de la abolición, algo que generaba lazos parentales y de dominación”, indicó la historiadora.

En la Confederación Argentina, la abolición de la esclavitud quedó establecida en el artículo 15 de la Constitución Nacional sancionada el 1º de mayo de 1853. A partir de ese año, las provincias desarrollaron tareas orientadas al control fiscal y administrativo de los esclavizados existentes en sus territorios. 

Eso originó numerosos procesos de tasación y registros de esclavizados en las provincias de Santa Fe, Mendoza y Corrientes. En esta normativa constitucional no se definió ningún patronato para los antiguos esclavos y amos. 

Los esclavizados liberados empezaron a gozar de la plena libertad para elegir el medio o trabajo honesto.

En el caso correntino, durante el gobierno de Juan Gregorio Pujol se inició el proceso de abolición de la esclavitud mediante el cumplimiento de la CN. A raíz de esta política, se buscó tener un conocimiento cabal del número de esclavizados existentes y se pidió a los dueños de estos que presentaran sus documentos de propiedad para elaborar las cartas de libertad. 

Esto dio origen a la elaboración de los Registros de Asiento y Esclavatura, documentos que otorgaban la libertad y cerraban el ciclo abolicionista en la provincia de Corrientes. Sin embargo, el gobierno local intentó regular la transición del trabajo esclavo al libre a partir de la figura del sirviente, una nueva condición de dependencia laboral que emergió y se mantuvo poco tiempo en el espacio correntino.

Fuentes

Para poder avanzar en sus objetivos de investigación, Valenzuela exploró diversos corpus documentales que se conservan en el Archivo General de la Provincia de Corrientes. Para el momento previo a la abolición, trabajó con la correspondencia oficial y los expedientes administrativos. 

En relación a la esclavitud, la historiadora examinó los registros de asientos de esclavatura y concesión de libertad. Para el período posterior, exploró dos empadronamientos: el Censo Confederal de 1857 y el Primer Censo Nacional de 1869. 

Estas fuentes permiten conocer los oficios, ocupaciones, estructura doméstica y nuevas dependencias de los esclavos liberados.

Desplazamientos

“Los itinerarios nos mostraron que un porcentaje mayoritario de mujeres esclavizadas habían cambiado de patrones en el ámbito urbano; no obstante, siguieron ejerciendo actividades laborales vinculadas al servicio doméstico. Hacia 1869, encontramos estas antiguas esclavizadas desarrollando nuevos oficios, como ser lavandera y costurera. En el caso de los varones, observamos que solo un esclavizado vivía en la ciudad y había logrado su propia unidad doméstica”, detalló la historiadora.

En el caso de la campaña, observó que los varones liberados pudieron gozar de unidades domésticas propias, y a su vez, sus actividades laborales se vinculaban a las tareas de labranza o ganadería. Así, los encontró siendo jornaleros, labradores, peones en los departamentos de Lomas, Mburucuyá, Caá Catí y Empedrado. 

En ese sentido, los casos explorados permiten observar cierta movilidad y desplazamiento en el área rural en el período estudiado. En el caso de las mujeres liberadas desarrollaban oficios y tareas domésticas como costureras, tejedoras, lavanderas y sirvientas. Algunas de ellas eran cabeza de familia de unidades domésticas de la campaña, y otras en cambio, vivían en dependencias de sus patrones.

Posibilidades laborales

“Estos itinerarios de vida nos permitieron repensar los efectos de la disposición abolicionista sancionada en la Constitución Nacional de 1853. Aunque los esclavos fueron liberados, inicialmente sus formas de vida fueron muy semejantes en el ámbito urbano. Con el paso del tiempo, observamos reconfiguraciones laborales en el caso de las antiguas esclavizadas que reflejan un mundo laboral emergente y complejo”, agregó Valenzuela. 

En el ámbito rural, quizás, las posibilidades laborales fueron mayores para ambos sexos: la necesidad de fuerza laboral en estancias y chacras al sur de Corrientes, explica la constitución de sus propias unidades familiares y domésticas. Hilanderas, costureras, planchadoras y lavanderas aparecen como oficios que permitieron cierta movilidad social para antiguas esclavizadas en el área rural correntina. En el caso de los esclavizados, sus

posibilidades laborales fueron más amplias en diversos espacios que obligaron a su constante movilización y migración desde el sur al centro correntino.

Área de la ciudad

En el espacio urbano, Valenzuela encontró 12 antiguos esclavizados liberados que seguían habitando los cuarteles de la ciudad. De estos 12 individuos, 11 eran mujeres y 1 hombre. 

“Este aspecto es de singular relevancia porque nos permite observar un mayor predominio de presencia femenina en la ciudad”, precisó la historiadora.

Con respecto a los itinerarios laborales, encontró tres situaciones: los esclavizados que seguían trabajando para sus antiguos amos bajo la condición de sirvientes; los que habían cambiado de patrón; y los que habían constituido una propia unidad doméstica independiente.

En el caso de las esclavizadas, organizó los itinerarios laborales en tres momentos: 1854, 1857 y 1869.

En los primeros 7 casos, las mujeres esclavizadas habían cambiado de amos en tiempos de posabolición. El cambio de patrones parece ser una cuestión recurrente en el mundo laboral urbano de Corrientes. 

Estas mujeres vivían con sus patrones y formaban parte del servicio doméstico, o sea, prestaban servicios personales para realizar tareas vinculadas a la reproducción cotidiana de los miembros de una familia. 

A pesar de haber cambiado de patrones, estas antiguas esclavizadas seguían desempeñando una esclavitud doméstica más o menos disfrazada.

El único caso de una esclavizada que aún se mantenía con el mismo amo, el de Victoria Pampin, ilustra que todavía tiempo después de la abolición seguía en la casa de don Fermín Felix Pampin. Este caso demuestra que no todos buscaron nuevos caminos laborales; Victoria siguió formando parte de su antigua unidad doméstica. 

Ella trabajaba junto con otras sirvientas como Casilda y Gerónima Pampin. En este sentido, la historiadora aclara que vivir con el antiguo amo daba cuenta de la fragilidad laboral y de los cortos márgenes de independencia laboral que se daban en el espacio urbano de la ciudad de Corrientes. “Y si centramos la mirada en los cambios o rupturas laborales, esta esclavizada seguía formando parte del servicio doméstico; con lo cual la abolición no habría representado una gran ruptura en su vida laboral”, recalcó Valenzuela.

En el caso de los varones, solo un esclavizado se encontraba habitando la ciudad y con una unidad doméstica propia. Manuel Torres, esclavo proveniente de Buenos Aires de Teodoro Gauna, había alcanzado la libertad y se desempeñaba como albañil. Su unidad doméstica estaba compuesta por su esposa, Rosario Pintos, y su pequeño hijo Faustino Torres.

En el caso de las mujeres, dos antiguas esclavizadas vivían en forma independiente a cualquier patrón y eran cabeza de familia; o sea tenían una unidad doméstica independiente en la ciudad de Corrientes. Juana Paulina Gonzalez tenía una casa en la ciudad propia y vivía junto con María de los Ángeles, Juana y Josefa, mujeres que se dedicaban a hilar o cocer. Dolores González que vivía junto con sus hijos: Juliana, Carmen, Celestina, Manuel, Juana y Juan Antonio.

Con el paso del tiempo, las antiguas esclavas van a ir modificando sus trabajos y ocupaciones en el área urbana. Si se revisa el primer censo nacional de 1869, María del Carmen Machado aparece como lavandera, o Dolores Gonzales como costurera. Lo cual permite pensar en su inserción en el mundo laboral vinculado al mundo artesanal o protoindustrial, en formación en Corrientes.

Área rural

Un gran número de esclavizados había sido empadronado en el área rural de la provincia de Corrientes. En

la campaña, Valenzuela pudo seguir a unos 11 hombres esclavizados y unas 12 mujeres. El mundo laboral fue más diversificado en el área rural debido a los procesos socioeconómicos estructurales que se estaban produciendo a mediados del siglo XIX. Se requería mano de obra para atender las actividades ganaderas en constante auge y existía una gran disponibilidad de tierras que permitió la adjudicación de estas a particulares. 

Estas situaciones coyunturales explican la inserción laboral de los antiguos esclavizados y la posibilidad de construir sus propias unidades familiares en la campaña correntina.

Los varones esclavizados siguieron ocupándose de las actividades vinculadas al campo, por esa razón, los encontraron siendo jornaleros, labradores o peones. Pero la diferencia sustancial en estos años de posabolición radica en la movilización, migración y dispersión en diferentes espacios de la campaña correntina. 

A lo que se suma que estos pudieron convertirse en estancieros en la región de Caá Catí, aspecto que denota cierta movilidad social ascendente en una coyuntura de crecimiento económico y requerimiento de mano de obra en el mercado laboral rural.

En la campaña se dieron mayores posibilidades para la formación de unidades domésticas propias, a diferencia de la ciudad en donde solo se encontró 3 casos. Por ejemplo, Valentín Monzón estaba casado con María Recalde y tenían varios hijos que vivían en su misma casa. Juan Romero residía junto con su esposa Cipriana Rivero y sus tres hijos. Juan Vicente Fernández tenía su unidad familiar integrada por su mujer Victoria Beloso y sus once hijos en Yaguareté Corá. 

En cambio, otros antiguos esclavizados vivían en las chacras o estancias de los patrones. Estos últimos no eran los mismos amos, sino que habían generado nuevos lazos laborales y de dependencia. Por ejemplo, Miguel Aguirre se desempeñaba como un labrador de la chacra para Simón Alegre, un comerciante de Yaguareté Corá. Si se observa su itinerario, había abandonado a su antiguo amo y emigrado del Pay Ubre a Yaguareté Corá. 

Manuel Torres, también, había migrado y se desempeñaba como peón en la estancia de Marcelino Romero. Pedro Solís, antiguo esclavo de Andrés Galarza, se transformó en sirviente de Nicacia Acuña en el partido de Mburucuyá.

La vida laboral de las mujeres liberadas fue diversificada. De las 12 esclavizadas, 4 aparecían sin profesión, 2 eran sirvientas y 6 hilanderas, tejedoras y costureras. O sea, formaban parte de la denominada industria doméstica rural. Es decir, el mayor número de antiguas esclavizadas se encontraba desempeñando tareas y oficios vinculados a una proto-industria rural.

De estas 6 mujeres desempeñando oficios, encontraron que 4 de ellas formaron su casa en independencia a sus patrones. Lo que refleja ciertas posibilidades económicas alcanzadas con su desempeño profesional e incluso una mirada centrada en la unidad doméstica. 

Esto permite visualizar que estas mujeres eran jefas de familias que tenían a su cargo a sus hijos y estaban solas y/o abandonadas. Por lo cual, era necesario encontrar en el mercado laboral correntino emergente una garantía de lograr su subsistencia para ellas y sus hijos. 

Esto explica su emigración en torno a mejores oportunidades para el desempeño de sus oficios. 

Anastacia López, antigua esclava de Esteban Pacheco, había emigrado de Mburucuyá al Partido de Lomas. En este nuevo lugar se desempeñaba como costurera y tenía una unidad doméstica integrada por sus dos hijos. Simona Benites, antigua esclava de José Vargas, se desempeñaba como costurera en Monte Caseros y tenía tres hijos a su cargo dado que estaba viuda. María Gauna, de la testamentaría de los Gauna de Bella Vista, se encontraba viviendo en el partido de San Luis del Palmar como costurera. En su casa, vivía junto con cinco hijos a su cargo. Gregoria Gómez, esclava de Ramona Arriola, se encontraba viviendo en Saladas y se desempeñaba como costurera. Su pequeña unidad doméstica la integraba ella junto con sus tres hijas. 

En solo dos casos vinculados al trabajo protoindustrial vivían con sus patrones, como el de María Cabrera que era hilandera en la casa de Pedro Leiba, un labrador en el partido de Yaguareté Corá. 

Aunque la mayoría de las mujeres lograba independencia, en ocasiones, no conseguían constituir una casa propia con el peculio obtenido en los oficios requeridos en la industria rural correntina. En cambio, las mujeres que se desempeñaban en los trabajos domésticos habitaban el mismo hogar que sus patrones como Lorenza Monzón que era sirvienta en la casa de don Juan Rivera y Mónica Monzón y se desempeñaba como lavandera doméstica de don Pío González, un carpintero de Caá Catí. 

Desconcierto

Los jueces de Paz y el departamento de policía elaboraron en 1854 unos 75 documentos de esclavatura y concesión de la libertad, a partir de los documentos de propiedad aportados por los amos, bajo el gobierno de Juan Gregorio Pujol. 

La medida abolicionista generó desconcierto en los propietarios que reaccionaron escondiendo sus esclavizados ante el miedo de no recibir la indemnización y perder el dinero que representaba su propiedad.

Los esclavizados acusaban a las autoridades y a los amos por ocultarlos. Los amos alegaban que no contaban con los papeles de propiedad como excusa que impedía la formulación de las cartas de libertad. 

Múltiples acciones dificultaban y entorpecían el proceso de otorgamiento de la libertad de los esclavizados hacia 1854.

Esto conducía a que no se podía saber exactamente cuántos esclavizados había en la provincia, porque no todos los amos presentaron a sus esclavizados.

Por último, la abolición no logró resolver el problema de la indemnización. El Gobierno tenía información precisa del valor del esclavo y de los años de servicio que había tenido con dicho amo, pero no desarrolló el pago a los amos, en la documentación, se alegaba que habría de esperar que la Confederación estableciera la ley especial para indemnizar a los amos.  No obstante, esa ley especial nunca se aprobó. Esto derivó en que los amos no recibieron el pago de sus esclavizados cuando se otorgaron las cartas de libertad. 

El reclamo por la falta del pago fue una constante denuncia que efectuaron los propietarios hasta avanzada la década del 60. Concepción de Meza en su testamento, por ejemplo, señalaba que tenía un crédito pendiente contra la nación procedente del valor de una esclava suya llamada Juliana Infante. 

 

 

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