“Es un embajador que todavía no fue ratificado ni llegó al país y ya está generando cortocircuitos que podrían ser evitados”, resumieron distintos diplomáticos nacionales y extranjeros cuando se les consultó sobre las declaraciones de Peter Lamelas en el comité de Asuntos Exteriores del Senado de los Estados Unidos el pasado martes.
Sucede que las palabras del médico, convertido con el paso de las décadas en empresario republicano, sobre la situación judicial de Cristina Kirchner, las elecciones legislativas de octubre y la relación de China tanto con las provincias como con la Casa Rosada hicieron mucho ruido en el arco político y diplomático en la Argentina.
Para el Gobierno nacional fue, además, un anticipo de la férrea posición anti-China con la que Lamelas llegará al país. Pese a que es una postura previsible viniendo de un embajador político que responde directamente a la línea política de Trump, la Casa Rosada entiende que tendrá que hacer un juego de equilibrio para mantener el vínculo pragmático que reconstruyó con el gigante asiático durante el último año.
Del Javier Milei de los insultos y las amenazas de cortar cualquier tipo de relación bilateral con China antes de asumir la presidencia en diciembre de 2023 al que permitió el ingreso de ciudadanos chinos sin visa, autorizó la llegada de un vuelo directo desde Beijing o impulsó la reactivación de la represa Jorge Cepernic en Santa Cruz -todo en los últimos meses-, corrió mucha agua debajo del puente.
En este plazo, el presidente argentino entendió que no podía prescindir del segundo socio comercial del país. Las inversiones y la presencia de China en sectores estratégicos ya están consolidadas y la Argentina necesita del mercado del gigante asiático para exportar sus carnes, alimentos y productos del agro. Pese a que el déficit comercial se agranda, sobre esto se sostiene la base del pragmatismo entre Buenos Aires y Beijing.
En este contexto, y con la afinidad política entre Trump y Milei, el futuro embajador Lamelas intentará aumentar la presencia estadounidense en el sector privado, en la explotación de minerales críticos y consolidar la influencia en el ámbito militar, al que la Argentina le viene dando espacio con la adquisición de los aviones caza F-16 y el memorándum de entendimiento para la compra de los blindados Stryker.
Es bien cierto que la Argentina busca y necesita contar con el poderoso apoyo de Trump por las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la lucha judicial que los abogados argentinos están llevando adelante en Nueva York por la expropiación de YPF.
El silencio oficial sobre los dichos en el Senado norteamericano es un claro síntoma del equilibrio que la Casa Rosada intentará hacer ante la presión de Washington: manifestar en público su acercamiento leal, y darle lugar en privado a las exigencias y conversaciones con el gigante asiático. El swap de monedas es otra pieza clave en este tablero de ajedrez.
Desde el ámbito diplomático también se vieron con incredulidad los comentarios respecto a la situación judicial de Cristina Kirchner y las próximas elecciones legislativas nacionales. “Nadie le explicó el principio de no injerencia”, reflexionó -casi en tono jocoso- un diplomático extranjero acreditado en la Argentina. Este mismo sector entiende que no es necesario expresar en público este tipo de posiciones.
Cada representante diplomático intentará impulsar la agenda política, económica y de seguridad de sus capitales, pero en muchas ocasiones el trabajo es subterráneo, sin tantos flashes de las cámaras o exposición en público.
Pese a las dudas que sectores de la oposición buscaron difundir sobre el derrotero que tendrá Lamelas en la cámara alta de Estados Unidos, su ratificación parece no correr riesgos y se espera que llegue a la Argentina entre septiembre y octubre, una vez que pase el verano norteamericano y el Senado vuelva a sesionar en pleno para validar su designación.
En este nuevo mundo donde la diplomacia presidencialista parece estar cada vez más presente, será cuestión de esperar algunos meses para entender si la posición que tomó Lamelas fue simplemente una distracción o será parte del ADN que adopte cuando se mude al imponente Palacio Bosch sobre avenida del Libertador.
TN