Viernes 19de Abril de 2024CORRIENTES16°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$848,5

Dolar Venta:$888,5

Viernes 19de Abril de 2024CORRIENTES16°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$848,5

Dolar Venta:$888,5

/Ellitoral.com.ar/ Cultura

La radio enseña

Me permito reeditar porque el medio debe volver a recordar y hacer cumplir principios básicos, que hacen de la radio el teatro de la vida.

Por Adalberto Balduino

Especial para El Litoral

Apelo y vuelvo a un artículo que me satisface, ya publicado, pero que guarda un poco de los sueños perdidos de una actividad que, como el sentido común de los argentinos, fue perdiendo la magia, pero más que nada la intención de interesar con certezas, creando conciencia, enriqueciendo el arte interpersonal de la comunicación para que las palabras tengan sentido, fuerza tenaz y solidaridad.  

El radioteatro, amén de ser comedia radiofónica, teatro radiofónico o radio comedia, es el fruto de una expresión de gran fuerza didáctica, que logra transmitir por igual el humor, el amor, el drama, las ideas actuadas que ayudan a ilustrar el conocimiento con una llegada auspiciosa donde todos se dan por enterados. Esa cohesión, adhesión, aprendizaje de primera mano, permite transmitir y tomar cuerpo de lógica y pensamiento, de la forma más ajena. El receptor abierto y las enseñanzas actuadas, para ser verosímiles, logran penetrar sin ningún inconveniente todas las tramas, todas las palabras, todas las enseñanzas de buen agrado. Ese aprendizaje resulta muy útil llevando al radioteatro a la enseñanza de algo específico como lo hiciera Incupo, el Instituto de Cultura Popular, Reconquista, Santa Fe, desde su nacimiento en 1968, con el propósito de orientar a personas de las zonas rurales marginales, con la saludable finalidad de enseñar a leer y escribir.

La radio siempre fue el vehículo utilizado por su inmediata proyección familiar. Justamente, todo comenzó con el radioteatro en 1920 en los Estados Unidos, o en la Argentina por 1930 por Radio del Pueblo y más tarde por LR1 Radio El Mundo. Se rescatan a los pioneros, como al precursor Andrés González Pulido, con “Chispazos de Tradición”, o Juan Carlos Chiappe. Se destacan nombres de intérpretes, pioneros del nuevo género llamado radioteatro: Olga Casares Pearson, Domingo Sapelli, Nora Cullen, Héctor Bates, etc.

Muchas anécdotas han tenido lugar en su derredor por ser una expresión de rápida masificación popular en el mundo entero. La que más se recuerda es indudablemente la que le cupo al elenco norteamericano, Teatro Mercury, el 30 de agosto de 1938, encabezado por el actor y director Orson Welles, en el radioteatro irradiado por CBS Columbia, con la emisión  de “La Guerra de los Mundos” de H. G. Wells, adaptada para radio. Para conferir mayor carnadura, lo lanzaron como informativo, copiando hasta incluso el tono de un caracterizado periodista, anunciando la caída sobre la tierra de meteoritos que contenían en su interior naves galácticas marcianas. De inmediato, se produjeron muestras de pánico en calles de Nueva York y Nueva Jersey. La gente desesperada bloqueó los teléfonos  en hospitales, comisarías y diarios. La locura fue tal, cuya duración de programa sumó interminables 59 minutos, que debieron ser explicados a posteriori con la disculpas del caso, especificándose que se trataba solamente de un radioteatro de ciencia ficción. Sin llegar a ser radioteatro, el programa español “El loco de la colina”, conducido por el periodista Jesús Quintero, y que se emitía por Radio Nacional de España en la década del 80, concitó largamente la atención por la forma tan espontánea e inteligente de producirla y llevarla como estandarte de libertad con absoluto liderazgo. Algo de eso imita el actor José Sacristán en la película “Solos en la madrugada”, de José Luis Garci, en el memorable parlamento final, que tiene lugar en un estudio de radio.

Así como Incupo utilizó el radioteatro para sus fines didácticos en la Argentina, también debemos señalar al excelente ciclo “Las dos carátulas”, teatro leído, cuyo título está dedicado en homenaje a los mascarones que representan al llanto y la alegría, nacido el 9 de julio de 1950, primeramente por la llamada Radio del Estado y después Radio Nacional de Argentina. Podemos recordar algunos directores como Osvaldo Bonet, Onofre Lovero, Antonio Cunill Cabanellas; actores como Alfredo Alcón, Lydia Lamaison, Violeta Antier, Cipe Lincovsky, etc.

Es increíble cómo la radio da muestras de inquietud y propuestas a través del oyente cuando se habita un estudio, y desde ese lugar enfrentamos un micrófono. Todo resulta diferente; la bajeza de decir que los programas son malos porque la gente así lo pide es mentira. La gente quiere más y mejores programas. Lo que sucede es simple, por la gran gimnasia del ocio que practican algunos argentinos, improvisados y arrogantes productores que enlatan cualquier bazofia, y así sin ningún arrepentimiento avanzan y crean adefesios “culturales” que nada arrojan. Lo más triste es que el oyente toma lo que le dan sin posibilidades de cristalizar su descontento. La radio tiene lo mejor para brindar de la enseñanza primaria, la básica y esencial en la cadena del aprendizaje, la que hoy escasea, la del respeto, las buenas conclusiones, las informaciones, la difusión de referentes de la gran cultura popular-no populachera, de aquellos que arrojaron enseñanzas puras, ejemplares. Porque la radio, amén de entretener debe asumir la formación del oyente, con creatividad, búsqueda, calidad superlativa y no por ello ser aburrida. Estar en sintonía con la palabra justa y todo el bagaje de sabiduría es crecer entre todos.

El radioteatro, como otras tantas armas de educación masiva hoy dejadas de lado, ayuda a crecer si la selección de textos es la acertada y conforma el contenido didáctico-educativo pretendido, por eso tomo una expresión de Jesús Quintero, que reafirma y fortalece el deseo ferviente por incentivar la educación a través de la cultura que imprime la radio: “Amo todo lo que nos ayuda a crecer. Odio el odio y todo lo que nos empequeñece y nos denigra.”

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error