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El Yeti o el Abominable hombre de las nieves

Existen en todo el mundo animales desconocidos cuya existencia no está comprobada científicamente, como el Yeti o el monstruo del Lago Ness, y hay una disciplina dedicada a la investigación y estudio de estas especies, la criptozoología, que actualmente cuenta con modernos elementos para una investigación profunda de esta temática.
¿Qué es? Una foto de Pie Grande obtenida en 1978.

Por Francisco Villagrán

Especial para El Litoral

Son conocidos en todo el mundo los relatos sobre animales fantásticos, pero que dejan un margen de duda al no estar comprobados científicamente. Es el caso del famoso y legendario Yeti o el Abominable hombre de las nieves, quien vive en las altas montañas de la cadena de los Himalayas, en la zona fronteriza del Tibet, China y Nepal, donde en muchas ocasiones ha sido visto. Los científicos no dudan de la existencia de este misterioso ser de aspecto humanoide, cuya corpulencia queda de manifiesto al medir las huellas fotografiadas sobre la nieve. Asimismo, son notables las semejanzas entre esta criatura, el Yeti, y otra que se oculta en los bosques norteamericanos y en parte de Canadá, al que llaman Sasquatch o Pie Grande (Big Foot). No sólo en el Everest hay este tipo de animales, en América también los hay y los científicos consideran que es primo lejano del Yeti y también ha sido fotografiado en varias ocasiones, aunque las fotos no son muy claras.

La tercera expedición argentina al Himalaya se realizó casi a fines de 1971, en condiciones meteorológicas muy adversas, con temperaturas de 40º bajo cero y vientos de casi 160 kilómetros por hora; no tuvo la suerte de ver coronada la ascensión con el éxito esperado. Sin embargo, las dramáticas circunstancias que se conjuraron en contra de los intrépidos escaladores, habrían sido en algún momento agravadas por la presencia de un ser misterioso conocido en Nepal y Tibet como Metohkang o el Yeti, términos que en castellano son sinónimos del “Abominable hombre de las nieves”. En una de las transmisiones radiales que se realizaban diariamente desde el Himalaya hacia la Argentina, captadas por radioaficionados locales, se pudo establecer que cuando los expedicionarios argentinos retornaron al campamento, luego de haber salido a reparar un puente, encontraron las carpas destruidas y las latas de alimentos esparcidas por todo el suelo, rotas y en su mayoría vacías. En el lugar encontraron unas enormes y extrañas huellas de pies, de 34 cm de largo y 18 cm de ancho.

Sin embargo, cuando los alpinistas regresaron a Buenos Aires, desmintieron en cierta forma esa inusual información y sugirieron, en conferencia de prensa, que lo acontecido podría haberse debido a la intempestiva acción depredadora de un águila gigante, que merodeaba por esas altitudes. Una explicación bastante absurda que a nadie convenció, siguiendo quizás las órdenes de las autoridades superiores. A pesar de esta explicación tranquilizadora para muchos, otro miembro de la expedición relató a la prensa que, en un monasterio cercano a cargo de lamas tibetanos, se conserva con gran veneración  el cráneo de un Yeti que tiene forma cónica y una altura de 35 centímetros. Con esta última aseveración volvió a plantearse un viejo interrogante: ¿existe realmente el Yeti? Y si existe, ¿qué es? ¿animal u hombre? Para algunos puede ser el famoso eslabón perdido. Otra posibilidad.

Un coronel del ejército inglés, Alexander Waddel, escribió en un libro publicado en 1898, “Among the Himalayas”, que vio rastros de un Yeti en la nieve, en una región situada al noreste de Sikkim. Cuando otro expedicionario británico, el general Charles Bruce, preguntó en 1922 al lama del monasterio de Rongbuk, acerca de la verdad de la existencia del famoso Hombre de las Nieves, el gran sacerdote le respondió con la mayor naturalidad que cinco de esos hombres vivían en la parte alta del ventisquero. En 1945, el explorador y alpinista austríaco Henrich Harrer vio en la nieve unas huellas extrañas y descomunales que probablemente pertenecían al Yeti.

En 1949, el sherpa (guía de montaña) Sen Tensing avistó a uno de estos seres, cerca de un monasterio, quizás el mismo al que hizo referencia el expedicionario argentino, en el que estaba el cráneo del Yeti. Tensing lo describió como una criatura de 1,80 metro de alto que caminaba sobre sus patas traseras. Añadió que carecía de cola y estaba totalmente cubierto de un pelaje color ladrillo, a excepción de la cara, que era lampiña y roja. El testimonio de cientos de integrantes de distintas expediciones al Himalaya y a otros macizos montañosos de Asia, coinciden en afirmar que, por encima de los 3.000 metros sobre el nivel del mar, habitan criaturas todavía desconocidas.

Increíbles testimonios

Resumiendo todos los detalles proporcionados por testigos y basándonos en rastros, huellas y objetos hallados, se puede describir al hombre de las nieves destacando algunas de sus características: se comporta como un hombre, usa instrumentos rudimentarios, su altura oscila entre los dos metros y dos metros y medio, pesaría alrededor de unos 400 kilos y su cuerpo se halla cubierto por una espesa capa de pelos. La cara, de aspecto simiesco, es desnuda. Caminan erectos, solamente apoyados en sus piernas, aunque pueden ayudarse con los brazos, que son extremadamente largos. Su dieta es omnívora, es decir que comen todo tipo de alimentos.

Pero, ¿qué clase de animal es un Yeti? De acuerdo a los datos con que se cuentan hasta ahora, no se pueden unificar opiniones. Por un lado, un grupo de científicos cree que se trata de una especie de simio humanoide desaparecida de la Tierra hace más de un millón de años. Otros aseguran que se trata de una estirpe sobreviviente de manera inexplicable, del famoso hombre de Neanderthal. Las montañas del noroeste de los Estados Unidos y parte de Canadá albergan a un presunto pariente lejano del Yeti, al que llaman simplemente Sasquatch o Pie Grande, que sería una criatura de la misma especie y probablemente con un pasado común muy próximo. Hay muchos testimonios de gente que vio, fotografió o filmó a estos raros animales en los bosques, y todos coinciden con su descripción: humanoides altos, robustos, cubiertos de pelo oscuro que se pierden en la espesura de los bosques. Sin duda tienen muchos puntos en común con sus parientes del Himalaya. Pero la aparición de seres semihumanos no acaba con Pie Grande o el Yeti, en otros lugares del planeta, como Africa, también hay firmes testimonios de la presencia de extraños antropoides de aspecto humanoide, que son reconocidos y vistos por nativos de ese continente. Pero eso ya es materia de otra nota.

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