Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial
Los profesionales de la Medicina, frente a emergencias y catástrofes, emplean lo que se conoce como “el triage”. En francés quiere decir “clasificar o seleccionar”. Se trata de un método que le otorga un color a cada persona accidentada según su gravedad. Así, por ejemplo, alguien fallecido tendrá el color negro; alguien que requiere inmediata atención tendrá el color rojo; y alguien que puede ser atendido en la siguiente hora tendrá el color amarillo.
Esto les permite ordenarse, pues son capaces de priorizar el orden de atención de sus pacientes. Pero para conseguirlo, es importante que el objetivo esté explicitado para todo el equipo. Que cada uno sepa qué se espera de él o de ella. Es en realidad un recurso psicológico que trae orden a una situación caótica. En nuestra vida, también tenemos que establecer la urgencia de cada actividad si deseamos ordenarnos.
Priorizar
Hoy en día la mayoría de las personas vivimos vidas con muchísimas tareas por realizar. Por eso, nos urge aprender a priorizar fijando un orden de urgencia, para no terminar estresados o, en el peor de los casos, enfermos. ¿Cómo hago para priorizar?, muchos me preguntan. Comenzando por recordar que cada actividad tiene su nivel de importancia. No todas son urgentes y, por ende, no deberían ocupar la misma cantidad de tiempo.
Preguntas clave
Algunas preguntas útiles que podemos hacernos para empezar son:
l ¿Qué cosas debo hacer ya?
l ¿Qué cosas debo hacer en las próximas horas?
l ¿Qué cosas pueden esperar?
l ¿Qué cosas puedo delegar en alguien más?
Planificar
La clave para responderlas y llevarlas a la práctica se llama planificación. Planificar es decidir cómo voy a usar mi tiempo. Aun cuando uno se jubila, necesita determinar eso y organizarse. Cuando alguien estuvo ocupado toda su vida, al dejar de trabajar, puede sentir ansiedad y depresión. Por eso, alguien inactivo (por la razón que sea) debería activar el deseo de ocupar su tiempo en cosas que lo hagan disfrutar y a la vez sean productivas.
¿Por qué a veces nos cuesta establecer nuestras prioridades? Básicamente por estas dos razones:
1. Por carecer de hábitos sanos para clasificar las tareas (falta un objetivo claro).
2. Por creernos omnipotentes (el famoso “todo lo puedo” que nos hace mover en desorden).
Detenerse
Si sos muy activo y tenés dificultades para hacer un alto, sería saludable aprender a determinar cuándo estás en tu margen: el punto en el que necesitás detenerte sí o sí y descansar. Y si sos de posponer y dejar todo para más adelante, harías bien en saber que existen dos clases de posposición. Una es útil (para mejorar mi presente) y otra es inútil (porque tengo miedo).
El orden siempre nos facilita la vida. Por eso, necesitamos ordenarnos en nuestra casa, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones interpersonales. Pero además en nuestro interior. Esto implica mirar hacia adentro y ver cómo están nuestras emociones. Todos nacemos con recursos infinitos pero, para ser capaces de usarlos, tenemos que reconocerlos y saber bien dónde están. Solo así podremos emplearlos en beneficio propio y de los demás y multiplicarlos.
Una cuestión mental
En un artículo para CNN, la especialista Margaret Moore reunió una serie de recomendaciones para intentar poner orden al “cerebro”. No sólo se trata de ordenar la oficina, el hogar o la agenda, se trata -principalmente- de alcanzar un mayor orden mental, con una perspectiva calmada, sabia, positiva y estratégica. ¿Cuáles son los pasos?
1. Dominar el frenesí. Antes de centrar la atención, es necesario hacerse cargo del frenesí emocional negativo (la preocupación, la ira, la tristeza, la irritabilidad). Este frenesí abruma la corteza prefrontal, la región del cerebro que realiza la función ejecutiva, por lo tanto no puedes “pensar bien”. Demasiado estrés negativo afecta a la capacidad de concentración y daña la salud.
Qué hacer. Dormir bien, ejercitarse, hacer ejercicios de concentración, e intentar andar más tranquilo algunos momentos del día.
2. Mantener la concentración. Con la mente un poco más calmada, identificar una tarea y realizarla. Solo una a la vez. Apagar el teléfono y el correo electrónico, cerrar la puerta y como primer paso encender un cronómetro durante 20 o 30 minutos.
3. Aprender a parar. El cerebro concentrado también necesita ser capaz de parar de una forma tan segura como lo hace un automóvil con unos buenos frenos frente a una señal de alto. Las regiones de radar del cerebro examinan el entorno interno y externo todo el tiempo, incluso cuando uno está concentrado. Las distracciones son inevitables pero en lugar de sucumbir sin pensarlo, mientras estas en medio de una tarea importante (incluyendo actividades saludables como el ejercicio, cocinar alimentos saludables o relajarte), hay que detener, respirar y considerar si la distracción es lo suficientemente urgente como para que supere a la prioridad actual.