Por Rodrigo Galarza
Especial para El Litoral
En entregas anteriores nos acercamos a las obras de poetas de las nuevas generaciones, cada uno con una poética distinta, pero todas ellas atravesadas por al menos un rasgo común: el dolor del ser humano en el desarrollo de la vida cotidiana. Evelín Bochle no es una excepción: su palabra se trabaja a sí misma en “el trabajo y los días”; es decir, su verbo gris o volcánico, según demande su pulso de poeta-mujer, poeta-demiurga, poeta-marioneta (del absurdo existencial), se expande o encoge en juego dialéctico con el mundo. La antigua dualidad cuerpo-alma, instaurada por los griegos en occidente, se hace omnipresente en esta poesía, pero no como reflexión filosófica sino como mapa semántico de la vida y sus apuros: “Cosas que se pierdan/Se caen/Se rompen/De regreso a casa llevo conmigo/El miedo a quedarme sin ellas/Me lastima el interior de un automóvil/El olor a lavanda de un envase de plástico/El grito de la ventana de la casa”… ¿Hacia dónde nos lleva el cuerpo que nos fue dado? ¿De qué manera interacciona en el amor y con las cosas y los seres que pueblan el mundo? El cuerpo como atalaya de la mente (palabra erguida en los guaraníes); el faro testigo de lo que se pudre en el alma. El desconcierto ante las enfermedades del espíritu, de la mente que sacude el cuerpo ante la realidad muchas veces presentada como absurda y dolorosa al asumirla: Afuera/En cada lugar sufro un asalto carnicero/El kiosquero/ Los peatones/Las madres/El librero/Se convierten en usuarios hambrientos de mí” (…) “Se quedan con trozos de mi pobre carne/Guardan mis huesos en sus bolsillos”… El ser humano como suma de “finitudes” (si está ausente, lo trascendental). La intuición-ilusión de que debe haber algo más allá de expulsar el aire y empañar un cristal; en suma una voz que se traba y destraba a sí misma, que no se da concesiones, que sacude sus propios escombros para develar la belleza; y Evelín lo hace aunando varias tradiciones, alejándose de la correntina, acercando el collage de la poesía ¿argentina? ¿o porteña? de los 90: lo narrativo, la no pérdida de referente, la proximidad con el eslogan publicitario, etc.
La mayoría de los poemas de Bochle están atravesados por una “agonía” con el “tempus fugit”, tan antiguo como el ser humano, pero que en los tiempos que corren aquilata sus connotaciones negativas. Pareciera ser que somos seres condenados a realizar una y otra vez, hasta el hartazgo, acciones que no nos llevan a ninguna parte sino a la disolución misma de la vida. Bien lo señala la poeta empedradeña: “Entre el acelerador y los medidores de velocidad crece mi angustia/Siempre algún semáforo me gana/Me explota en la cara/Me gasta el minutero del reloj/Habrá que clavar el freno entonces/Quedar estático en el asfalto/Mientras/Cambiar el dial de la radio…”. Aquello que nos obligan a hacer como masticadores rumiantes de un sistema que tan magistralmente nos recordó Ferlinghetti, uno de los últimos poetas beat vivos: … “la poesía es lo que hay pavimentado/para hacer la autopista de los ejércitos de la noche”.
Muestrario mInimo
Cuando las cosas me duelen
Arden los pies sobre las
[escaleras urgentes
Derriten las suelas de los calzados [de la gente que anda
Laceran los pasos al cruzar
[las veredas
Al enderezar las esquinas
Los lunes se traen plasmas
[cada vez más finos
Más curvos
Latas de supermercado
Un jugo de naranjas atrapado
[en una botella
Manos incrustadas en un carrito [atiborrado de cosas
Cosas que se pierden
Se caen
Se rompen
De regreso a casa llevo conmigo
El miedo a quedarme sin ellas
Me lastima el interior
[de un automóvil
El olor a lavanda de un envase
[de plástico
El grito de la ventana de la casa
El chirrío agresivo de la licuadora
El andar asmático de la heladera
Los espasmos del frezeer
Las cosas que se comen
El café que se bate
La lata de cerveza
El maní salado
El acondicionador de aire
La estufa duele
Me duelen las cosas y
[con ese mismo dolor
Las quiero
Si supieran cuánto las quiero
Mi pobre esqueleto se viste
Se entretiene
Engulle
Bebe
Mete dentro de sí las cosas
Justo ahí
Donde más duele
Desentenderse del cuerpo
Sacárselo
Como si fuera un atuendo
Salir
Fuera de él
Como una cosa ajena
Despojarse
Del ardor de sus bordes
Del dolor de sus costuras
De la incomodidad de sus diseños
Desentenderse del cuerpo
Escurrirse
Desnudo de él
Bajo la insistencia de la lluvia
Meterse en la tierra
Ser gusano
Lombriz
Ser
La tierra
Adormecer el cuerpo
Disimular
Hacerse el distraído
A veces
Convencerse
Hasta la bocanada de aire
Helado
Que nos sacude de frío
Desentenderse
Hasta la urgencia devastadora
[de un dolor de muelas
Hasta el crujido insistente
[de las tripas
Hasta la sed
Hasta el insomnio
Hasta el ardor
Irreparable/De un beso
El despertador me arranca un pedazo de oído
Una boca a mi lado
[me arrebata la boca
Afuera
En cada lugar sufro
[un asalto carnicero
El kiosquero
Los peatones
Las madres
El librero
Se convierten en usuarios
[hambrientos de mí
Me toman por todas partes
Me tocan de todas formas
Se quedan con trozos
[de mi pobre carne
Guardan mis huesos
[en sus bolsillos
Se llevan un poco de mis venas
Se hartan un tanto de mis vísceras
Regreso coja
Ciega vuelvo porque
[se quedaron con mis ojos
Sorda
Sin tímpanos, ni martillo
Llego manca a mi casa
Retorno sin entrañas
Masticaron mi hígado
Sorbieron los jugos del estómago
Mordieron mis tripas
Pirañas de todos los días
Muda estoy
Lejos quedó mi voz
Metida en algún portafolio ajeno
Sin latidos me encuentro
El compás de mi cuerpo
[se lo guardó alguno
En algún rincón cualquiera
Con quién sabe qué cosas
Entro apenas en la casa
A tientas me tiendo al lado
[izquierdo de una cama
Sin piel me acomodo
[lo mejor que puedo
Entonces
Una boca a mi costado
Me devuelve en un beso mi boca
En la boca
Un resto
De sonrisa
Mi barro se arrastra
vestido y calzado
Rígido, seco
Arcilla virgen bajo el sol caliente
Mi hambriento barro deambula por entre códigos y listas de precios
Bien peinado anda
Aromado se desliza
Por entre los gritos
[de la gente que vende
Por entre el antojo
[de la gente que compra
Merodea
Entre macetas de cemento
Retorcidos árboles
[raíces raquíticas
Bocas de tormenta mastican
[botellas de agua
[mineralizada
Escupen un vaho
Húmedo
Tibio
Al regreso
El picaporte de la puerta es la boca [de un caníbal hambriento
Pero el rocío de la noche trae
[aliento a menta fresca
Un insecto se posa en el marco
[de la ventana
Se lame las patas largas
Afuera
Un grillo canta
Las ramas de los árboles
[se mueven
Sacuden los nidos que construyen [los pájaros
Los pájaros duermen
Bosteza el viento
El grillo
Calla
Mi ardiente barro besa
Cierra los ojos
Se hace lodo
Vive