Cuatro regalos de la vida
Por Bernardo Stamateas
Colaboración especial
Debido al temor a la muerte no confesado, una persona puede recurrir al humor y, por ejemplo, hacer chistes en un velorio. Es la forma de recordar: “Yo todavía estoy vivo” (porque la partida del otro que lamento me habla de mi propia finitud). La verdad es que no lloramos solo a quien ya no está entre nosotros sino a nosotros mismos porque somos conscientes de que un día estaremos allí.
¿Por qué nos asusta tanto el de la muerte?
Porque provoca en nosotros estos grandes temores:
1. El modo en que nos vamos a morir.
2. El más allá (qué hay del otro lado).
Algunos expresan su deseo de no perder la lucidez o de no sufrir antes de morir. Porque la mayoría de nosotros le tenemos miedo al cómo. Y muchos también le temen a lo que se van a encontrar “después”. Hay quienes creen en la existencia del cielo y el infierno y quienes piensan que no hay nada más allá. Para un creyente, la muerte consiste en cambiar de vehículo, es decir, dejar el envase y pasar a un estado mejor.
Esta convicción, si bien no cancela completamente el miedo a la muerte, lo disminuye grandemente. Y, sobre todo, nos permite adoptar una actitud positiva mientras transitamos por este mundo. En verdad no es tan importante cómo y cuándo moriremos sino cómo enfrentamos la vida hasta que llegue ese momento, pues, aunque no lo reconozcamos, ella nos ofrece a todos por igual la posibilidad de disfrutar de estos cuatro regalos para ser plenos y felices:
1. Abundancia de deseos
Las dos únicas necesidades que las personas tenemos son comida y sueño. Todo lo demás son deseos. Nuestras necesidades básicas siempre serán satisfechas de alguna forma, pero fuimos creados para satisfacer también nuestros deseos que tienen que ver con los sueños, con aquello que nos impulsa a seguir adelante.
2. Abundancia de palabras
Cuando somos ricos en palabras positivas de sabiduría, logramos avanzar en la vida. Nuestra mayor fortaleza no se encuentra en lo que tenemos o lo que nos ocurre sino en lo que decimos. Las palabras poseen el poder de crear o destruir.
3. Abundancia de herencia
Nuestros seres queridos, que pueden ser de sangre o no, son nuestra extensión y todo lo bueno que logremos en la vida es una bendición que les dejaremos a ellos en herencia. Por eso, no es egoísta procurar siempre la mejora continua y las mejores cosas para nosotros.
4. Abundancia de vida
interior
Cultivar nuestra vida interior, volvernos a nuestra parte más profunda (el espíritu), nos afirma, nos fortalece, nos libera del miedo a la muerte y nos permite mirar hacia adelante y nunca dejar de proyectar y crecer.
Cada uno muere como ha vivido.
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