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“Vitamanía D”: ¿por qué una vitamina ha cautivado al mundo?

Previene algunos tipos de cáncer, consigue que tanto el sistema inmunitario como el corazón trabajen a pleno rendimiento y sirve para tener unos huesos y dientes más fuertes, ¿por qué escuchamos hablar tanto de la nueva reina de las vitaminas? 

Literalmente, hace solo algunos meses únicamente asociábamos a la vitamina D con ciertos beneficios relacionados con los huesos y dientes fuertes, pero en este tiempo ha invadido la red: aparece en más de 150 millones de resultados, dos millones más que la famosa vitamina C, que en el inicio de la pandemia ocupó el trono y triplicó ventas.

Entre otras razones, el auge de la vitamina D se debe a que los científicos también están cada vez más interesados en ella. Solo en el último año se han difundido más de 5.200 investigaciones científicas relacionadas con la molécula (contando solo las que plasman su nombre en el título del artículo), casi el doble que una década atrás, según se constata con una búsqueda en el repositorio de estudios científicos de salud PubMed. Respecto a hace dos décadas, la cifra casi se ha cuadruplicado, y durante este tiempo ha sido relacionada con la salud del corazón, el sistema inmunitario y con el desarrollo (y, por tanto, prevención) de algunos tipos de cáncer.

La vitamina D tiene una buena dosis de originalidad. En este caso, es que no funciona de la misma manera que sus tocayas. “Las vitaminas son compuestos que necesitamos tomar exógenamente porque, en gran medida, no las sintetizamos. Sin embargo, en el caso de la vitamina D no es así, sí la sintetizamos, lo hacemos a través de la exposición al sol”, explica José López Miranda, jefe de Servicio de la Unidad de Medicina Interna del Hospital Universitario Reina Sofía e investigador del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic). Y, aunque la llamamos vitamina, “realmente es un sistema endocrino metabólico”. O sea, que funciona como una hormona.

Precisamente ahí está el secreto de su éxito. Según María Cortés Berdonces, especialista de Endocrinología y Nutrición del Hospital Ruber Juan Bravo de Madrid y coordinadora del Grupo de Metabolismo Óseo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (Seen), al funcionar como una hormona sus efectos se extienden a todo el organismo. “Como todas las hormonas que regulan nuestra fisiología, tiene función a muchos niveles, de ahí su influencia en tantos aspectos de nuestra salud y no solo en la ósea”, afirma Cortés Berdonces. Resulta que la vitamina D es esencial para favorecer y modular la absorción y el depósito de calcio en los huesos, pero también tiene otros efectos en distintas áreas. “Entre los más relevantes se encuentran su papel a nivel muscular, en lo relativo al cáncer, al metabolismo de la glucosa y al sistema inmune”, añade.

En el campo del covid-19 por ejemplo, los científicos buscan evidencias científicas sobre la influencia de la vitamina D en la enfermedad. Uno de los primeros pasos fue el ensayo clínico del Imibic y el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, que durante la primera ola del coronavirus quiso comprobar a través de 76 pacientes ingresados con neumonía por esta enfermedad si esos efectos moduladores de la respuesta inmunitaria que se le achacaban a la vitamina D eran efectivos.

El resultado fue que entre aquellos pacientes a los que dieron calcifediol, una prohormona que actúa como precursor de la generación de vitamina D, menos de un 10 % necesitó ir a la UCI. Sin embargo, entre quienes no recibieron esa suplementación, aproximadamente un 50 % acabó ingresando en la UCI. “Ese estudio piloto nos dio orientación para seguir, por eso diseñamos un gran ensayo clínico que está ahora en marcha con un tamaño de muestra mucho mayor, en torno a 1.000 pacientes de 12 grandes hospitales del país”, recuerda López Miranda, investigador principal del ensayo junto a José Manuel Quesada, un veterano estudioso de la vitamina D. En cualquier caso, lo cierto es que el déficit de vitamina D en la población mayor, y también en parte del resto, sí es una realidad en España: un documento de la Seen afirma que entre el 80 % y el 100 % de los españoles mayores de 65 años y el 40 % de los menores de 65 sufren déficit de vitamina D.

Podríamos pensar entonces en compensar estas dificultades con alimentos. Pero nos toparíamos con otra dificultad: al contrario que en el resto de vitaminas, no son la fuente principal. Se calcula que solo alrededor del 20 % de nuestra vitamina D proviene de la alimentación (pescados azules como el salmón, atún o caballa, huevos, lácteos suplementados en vitamina D, champiñones y setas). El resto procede del sol.

“El sol, la vitamina D y la salud de la piel”

Según la Sociedad Argentina de Sociedades de Endocrinología y Metabolismo (Saem), no es ninguna novedad hablar de las bondades del sol para la salud. Sin embargo, en la actualidad también conocemos los problemas que el sol puede ocasionar a nuestra piel. Lo importante es deslindar lo beneficioso de lo perjudicial. 

En principio debiéramos comentar que los rayos solares ultravioleta (UVb) son los que transforman a un precursor que se encuentra en la piel en colecalciferol, y éste al metabolizarse en el hígado se transforma nuevamente, esta vez en vitamina D. Y debemos saber que necesitamos una buena cantidad de esta vitamina circulando por la sangre para poder absorber eficientemente el calcio a través del intestino, dado que el mismo es imprescindible para conservar una buena densidad mineral ósea. Por otra parte, a medida que envejecemos es mayor la cantidad de vitamina D que necesitamos para el mismo efecto, pues las células de nuestro intestino asimismo envejecen y el máxima efecto de estos rayos UVb se produce justamente en el horario prohibido por los dermatólogos para evitar el cáncer de piel: en las horas del mediodía. No obstante, habría quizás una posibilidad de compatibilizar:

El cáncer de piel más frecuente es el epitelioma basocelular, y se da predominantemente en la piel de la cara, por lo que, si esta y las orejas se cubrieran con un buen protector, y a continuación se expusieran al sol brazos y piernas solo durante 10-15 minutos, tres veces por semana, según comunicaciones recientes sería suficiente para un buen nivel de vitamina D.

Por supuesto además de los lácteos y/o comprimidos de calcio, muchas veces es necesario ingerir suplementos de vitamina D, sobre todo aquellas personas añosas que no pueden exponerse al sol de ninguna manera, ya fuera por falta de movilización o por medicamentos que lo prohíben. Por lo tanto, si podemos, disfrutemos sanamente del sol. 

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