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Escribir y leer desde los “Confines de la patria”

Por El Litoral

Domingo, 29 de agosto de 2021 a las 01:00

Por Carlos Lezcano
Especial para El Litoral

Confines de la patria”' es una antología de cuentos y poemas del nordeste argentino editada por la Editorial de la Gente que se gestiona desde el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y el Centro Cultural de la Cooperación. Se trata de dos tomos que cuentan con una selección de textos de Francisco “Tete” Romero, cuyo radar “orienta su brújula hacia la literatura contemporánea del nordeste que concibe su narrativa y poesía como una zona de la literatura latinoamericana, en especial el gran Chaco americano, que nace con dos grandes tradiciones: del Paraná y del desierto.
Romero realiza ese recorte desafiando al canon de la literatura argentina. Señala que ese sesgo está afectado fuertemente por el prejuicio centralista de la mirada porteña que manifiesta su predilección por textos escritos desde Buenos Aires. Por el contrario, la antología piensa desde los confines literarios de la Patria en relación a un centro que canoniza una tradición —la del Río de la Plata— como literatura nacional, y relega al resto de las tradiciones a las dimensiones menores de regional, del interior o provincial”.  Piensa “en los confines menos como lugares geográficos que como miradas culturales”.
El antólogo descree de las visiones de una nación homogénea y destaca por eso, una mirada plural y diversa que se expresa en los textos de los autores de nuestra región del NEA de manera compleja y potente. 
Se plantea entonces a la literatura como un diálogo con todos pero no desde una postura subalterna sino simplemente propia. Se cuestiona, por lo tanto, la mirada basada en una subordinación jerárquica entre lo metropolitano y las provincias, a la vez que propone nuevas formas de relaciones que mitiguen las desigualdades y asimetrías.
Las prácticas hegemónicas no solo son posibles a través de la imposición o la fuerza de los centros de poder político o económico porque operan como una compleja red de fuerzas, donde también juega la seducción y la persuasión. Como dice Ticio Escobar, “el campo en el que se juega lo hegemónico es un terreno resbaladizo en que las líneas procedentes de diferentes direcciones no solo se enfrentan, sino que se entrecruzan, se repelen, convergen o se entreveran formando tramas híbridas, es un ámbito crepuscular en el que aliados y adversarios pueden confundirse y donde las diversas posiciones tanto avanzan, chocan e intercambian sus lugares, como se repliegan y capitulan. (Es que siempre debe haber un grado de sutileza y manipulación en la estrategia de lo hegemónico)”.
Mempo Giardinelli, Miguel Ángel Molfino, Rodrigo Galarza, Osvaldo Mazal, Mariano Quirós, José Gabriel Ceballos, Estefanía Ceballos, Orlando Van Bredam, Claudia Masin, Franco Rivero, Patricia Severín y Ana María Donato integran el primer volumen.
Marina Closs, Adriana Helbling, Sandro Centurión, Lucía Perez Campos, Humberto Hauff, Evelin Bochle, Francisco Linares, Susana Szwarc, Graciela Elizabeth Bergallo, Fabián Yauzaz, Juan Mario Basterra, Lucas Brito Sánchez, Juan Genaro González Vedoya, Luis Edgardo Argañarás, Mario Doldan, Juan Solá, Carlos Busqued, Rocío Navarro y Mariana Rinesi integran el segundo volumen.
Francisco “Tete” Romero nació en Resistencia, es escritor, docente, profesor de Letras; es director académico del Instituto de Educación Superior de la Fundación Mempo Giardinelli, escribió varias novelas. En la entrevista nos cuenta cómo y porqué surge esta antología de escritores del nordeste argentino.

—¿Cómo surge “Confines de la patria” y por qué? 
—En principio la propuesta es del Centro Cultural de la Cooperación que tiene una editorial que se llama desde la gente dedicada a generar antologías de distintos lugares del país. Como yo doy desde el año 2016, una materia que se llama Literatura del Gran Chaco Americano, alguna vez se enteraron y me dijeron “¿Qué es el gran Chaco americano?”. Entonces les conté que es la zona compartida entre el Paraguay, sudeste de Bolivia, sudeste de Brasil y nuestro nordeste. Y en este caso les interesó hacer una cartografía, un mapa de la literatura actual que se escribe en Corrientes, Misiones, Formosa, Chaco y el norte de Santa Fe. Pero sucede que cuando empecé a hacer este trabajo, allá por el 2019 me quedó corto un sólo tomo. Me costó, no mucho, por suerte, convencer a la editorial que se necesitaban dos tomos para incluir a escritores, tanto narradoras, como poetas  de esta región compartida y así surgieron estos dos tomos que se presentaron en abril de 2021. 
—El prólogo es muy interesante porque cuestiona la idea de canon de la literatura argentina que pasa solamente por Buenos Aires. Compartís un universo de ideas en este tema con Mempo Giardinelli, que también habla de algo parecido. ¿Querés contarnos algo de esa idea del canon visto desde las provincias?
—Hace poco nosotros hicimos un trabajo con Mempo Giardinelli que se llama “Mapa crítico de la literatura argentina” y allí comparábamos 21 programas de literatura argentina de todas nuestras universidades y descubrimos que en nuestras universidades enclavadas en un determinado lugar, no se leía, ni se daba de leer a nuestros autores de nuestra región. Para darte un ejemplo en Jujuy no se lee a Héctor Tizón, en Córdoba no se lee a los cordobeses. Es como si se hubieran identificado desde el nacimiento del Estado argentino y cierta concepción cultural lo que sucede en Buenos Aires es literatura nacional.
Ahí hay una gran predicción que es la de Río de la Plata y el resto no aparece. Es decir que al escritor que le toca vivir en Corrientes o en Chaco queda fuera de ese canon. Parece que hacemos literatura chaqueña o literatura regional, y se habla de esa manera despectiva de nuestros escritores. O sea, lo nacional es lo que se escribe en un determinado lugar del país y el resto estamos condenados a escribir literaturas regionales o provinciales. Hay un fenómeno inverso porque hay una revalorización todavía no académica de que lo más potente de la literatura se está escribiendo en distintos lugares del país. Entonces, pensamos con Mempo a la literatura nacional como una diversidad dentro de ediciones culturales. La presencia de la literatura del noroeste es muy potente, la de Cuyo, la de Patagonia, la de Córdoba, la de Rosario que es distinta a la de Santa Fe. 
Pensar esa diversidad de tradiciones hace a revisar y releer una literatura nacional, y además a recuperar el autoestima. Cuando uno lee, por ejemplo, “Vísperas negras” o “Ivo el emperador” de José Gabriel Ceballos, o lee a Gerardo Pisarello, o lee al poeta enorme que es Francisco Madariaga, Rodrigo Galarza; las más jóvenes: Estefanía Ceballos, Mariana Rinesi o Franco Rivero, o el gran González Vedoya, dice “¿por qué tengo que pensar que esto es mi literatura provincial, si sus temas son universales, con una mirada local muy importante?”. Eso es sobre todo el planteo de fondo.
—También recordás este cuestionamiento que hace Giardinelli a Saer, para quien el río ha dejado pocas huellas en el imaginario literario, y Mempo claramente refuta este planteo y vos tomás esto también como un eje para contar desde allí.
—Claro, porque una de las grandes tradiciones de la literatura del Chaco ambiental y, particularmente del nordeste, es la tradición del río Paraná. Juan José Saer, el escritor santafesino, dice que es un río muy grande con poca literatura y, sin embargo, desde el principio de los tiempos literarios hay una vigencia hasta ahora, el río Paraná es un río mítico, generador del imaginario muy importante, que vos lo has estudiado a partir de toda la cultura guaranítica.
Los guaraníes han sido grandes navegantes que iluminaban a medida que viajaban, con un gran sentido del humor. Siempre recuerdo el libro sagrado de los muertos de los guaraníes como una pieza literaria extraordinaria y, sin embargo, por estar mirando casi peyorativamente lo tuyo, obnubilado por lo que se produce en otros lugares que puede ser muy bueno, no reparamos que hay textos, de narrativa o de poesía, donde el Paraná es casi un personaje te diría, no solamente una naturaleza de fondo. Hay que conocer el Paraná, sus leyes, para no morir en el intento.
Me acuerdo del gran Velmiro Ayala Gaúna del texto que se llama “Paraná y otros cuentos del Alto Paraná”, y la definición de Ayala Gaúna, además es bueno decir que fue el primero en nuestra región que escribió textos policiales con un comisario rural —Fruto Gómez— es que los paranaseros  son hombres que saben leer las leyes de la naturaleza. Así que vaya si no hay una vertiente tan rica como para releer nuestra literatura.
—Señalás algo de un gran escritor y crítico y profesor universitario que es Daniel Link, que me parece muy interesante. Él dice que los géneros son matrices o modelo de representación de la realidad y que en el devenir surgen modificaciones. No es lo mismo un escritor como lo señalamos recién del 40-50 como Velmiro Ayala Gaúna o Gerardo Pisarello, que un autor de hoy. El autor de hoy habla de su realidad, ¿no es cierto? Y esto es lo que vos hacés con esta antología, los ponés en circulación juntos. ¿Cómo es ese modelo de representación?
—Hoy hay un nuevo género que, si tomamos la literatura fantástica de los narradores actuales como Mariano Quirós, podemos ver que lo fantástico, lo siniestro, no está afuera, está adentro de la casa proveniente de generaciones que tienen vínculos familiares con otros. Ahí hay una mezcla entre el policial y lo fantástico, en el caso de Marina Closs, por ejemplo, su cuentos es “El pombero”, pero no es el pombero que podemos leer en la tradición, es un pombero ambiguo, que tiene una relación diferente con la naturaleza, la cuida. Hay una lectura ya marcada por una conciencia ambiental. En las tres generaciones de escritores que están en este libro, están los grandes padres: José Gabriel Ceballos, Orlando Van Bredam, Mempo Giardinelli. Ahí hay una presencia del género negro, el policial de la década del 80. 
En los más jóvenes es la literatura fantástica, este neofantástico del terror se entierra dentro de las casas y no fuera. Así que, hay marcas generacionales que como bien decía citando a Daniel Link, cuando se transforma la realidad, también se transforman los modelos de representación de esta realidad que nosotros llamamos género.
—En el Chaco tienen un gran escritor que murió el año pasado, que es Carlos Busqued, que pasa lo mismo. Es decir, es el mismo sol tremendo, pero las relaciones y lo que va sucediendo es diferente; y lo cuenta de manera diferente. Es un crimen, como tantos, pero está contado de otra manera.
—Sí, y con esa definición de que el calor… hay otra cuestión. Nosotros hemos hecho, me parece, del calor abrasador, esa descripción que en algún momento llamaron del desierto verde, casi un protagonista; es como el Paraná, es protagonista. Me acuerdo “Luna caliente” de Mempo, el calor suspira al interior de la cabeza, toda esa cuestión de ir al centro del Chaco, como volviendo, alguien que estaba en Buenos Aires. Gente que se va en determinado momento de casa, de Corrientes que regresa y,  ese regresó va a tener peripecias dramáticas.
—Contame algo de Patricia Severín, ¿quien es esta escritora?
—“Mudo de viento” es un cuento delicioso de Patricia Severín, que es tanto poeta como narradora del norte de Santa Fe. Fijate lo que busca en su cuento, al leerlo siento mucha nostalgia porque mi primer televisor fue comprado para presenciar la llegada del hombre a la luna. El 20 de julio de 1969 pasó eso y de eso habla Patricia Severín, un padre obsesionado por la astronomía que no deja que nadie se mueva porque el aparato fue comprado para eso, va a ser presenciado por equis cantidad de personas. Y una familia que se mueve pisando huevos en torno de ese padre nervioso; y hay un correlato entre el acontecimiento y la llegada del hombre a la luna de una familia que se va rompiendo a partir de este momento; pero la clave es que está relatada a partir de fragmentos. Uno de los hijos va contando cómo, a medida que eso va sucediendo, se va desencontrando con su hermano, desencontrando con su padre y es un texto reconstruido a partir de distintos puntos de vista; anclado en ese momento. El día que el hombre llegaba a la luna esta familia empezaba a descomponerse. Pero no hay un solo narrador, que es una característica de Patricia Severín. Tiene una característica —creo— de ese momento de la narrativa nordestina. 
No se cuentan la historia desde un solo personaje, como si necesitara asomarse desde distintos personajes. Desapareció ya el narrador omnisciente, que lo sabía todo. No, ahora hay un narrador o narradores que te van contando una historia incompleta a medida que la van entendiendo. Otra definición del lector.
—¿Cuál es la importancia de Orlando Van Bredam en la literatura del nordeste?
—Siempre digo que no podemos dejar de leer “Colgado de los tobillos”. Uno dice “colgado de los tobillos” porque el personaje narrador está conectando colgado de los tobillos, nada más y nada menos que el Gauchito Gil como personaje histórico está viendo colgado de los tobillos por el rabillo del ojo, como su verdugo va con el cuchillo con el que lo va a matar. Y en ráfagas, que para nosotros son casi una hora de lectura, porque es un texto breve, repasa la vida que lo llevó hasta allí.
Orlando Van Bredam trabaja entre el género negro y un costumbrismo instalado en el Colorado. Es un autor entrerriano, era poeta en Entre Ríos, Concepción del Uruguay, se transforma en un gran narrador formoseño, tiene novelas policiales como: “Teoría del descampado”; que empieza con un hombre va a salir de su trabajo todos los días y, sin embargo, chequea que todo esté bien en el capó de su auto y encuentra un cadáver. Así arranca la novelística. 
Es un escritor que traslada el género negro a Formosa la provincia que eligió para vivir. Así que es un gran narrador porque además tienen el microrrelato, y es un gran poeta. Te diría que el terceto de la gran delantera de narrativa del nordeste está integrada por Giardinelli, Van Bredam y Ceballos. 
—Siempre las antologías son puertas de entrada a la literatura y eso es, me parece, “Confines de la patria”. La palabra confín como ese lugar “lejos del centro”. Sostenés que se puede hacer buena literatura desde estos lugares. Me parece que hay una nueva etapa de la literatura editada en nuestra zona que también es muy valiosa y que formás parte de eso. También sos editor. ¿Cómo ves esto?
—Estoy convencido de que cuando nosotros hablamos de confines como el último lugar al que llega la vista y al mismo tiempo ese margen te da una posibilidad de mirar las cosas desde otro lugar y hay una potencia de estos márgenes. En mi caso como editor, como director de colección en una editorial puedo decirte que estamos orgullosos de Moglia en Corrientes, de Conceptos, de editoriales independientes, de paso vamos a rendirle un homenaje al queridísimo “Tony” Zalazar y el taller en un Ananga Ranga. Creo que hay dos generaciones nuevas de escritores que estamos tanto en la tarea de escribir como en la tarea de cuidar que haya colecciones, que esté de la mejor manera presentada e inventar un circuito para que los nordestinos también leamos a nordestinos, sin soberbia pero tampoco con baja autoestima.

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