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Tengo miedo, ¿qué hago?

Una de las principales emociones que las personas han vivenciado actualmente es el miedo. 
Y con razón. Necesitamos comprender que se trata de una reacción de nuestro cuerpo que aparece cuando nos enfrentamos a un peligro. Las opciones son dos: huir o atacar. Por esa razón, ante un temor real, la sangre se dirige a los pies o a las manos. 
 

Por El Litoral

Domingo, 05 de septiembre de 2021 a las 02:23

Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial

Si bien esta emoción se activa por algo que sucede afuera, muchas veces es uno mismo quien la enciende por dentro, y la mantiene encendida. Cuando esto último tiene lugar, a medida que pasa el tiempo, el miedo se acumula en el cuerpo. Dicha condición podría derivar en estrés y los famosos “trastornos de ansiedad”, tan comunes hoy en día. 
Quien experimenta temor frente a un peligro irreal suele volcarlo en distintos lugares. Es por ello que nos ayuda grandemente a la hora de administrar esta emoción el reconocimiento del área donde la hemos colocado. Las siguientes son acciones típicas a través de las cuales uno transfiere su miedo: 

1. Agresividad y/o violencia. El agresivo o violento que parece ser una persona fuerte y segura, en el fondo, tiene miedo. Cuando tenemos seguridad interior, resolvemos cualquier cuestión dialogando. 
2. Conflictos sin atender. El que evita el conflicto, porque no quiere pelear ni discutir, le teme porque muy probablemente creció en un hogar donde había hostilidad. Entonces reprime las situaciones negativas. 

3. Bienes acumulados. El que acumula cosas materiales (que no son malas utilizadas como herramientas), suele buscar sentirse seguro porque, dentro de sí, teme no tener lo suficiente para vivir. 

4. Control de situaciones y personas. El que trata de controlarlo todo, por lo general, aunque no lo admita, tiene miedo de sentirse impotente. 

5. Procrastinación (dejar para después). El que vive procrastinando (postergando actuar) teme cometer errores y fracasar. Entonces, no empiezan o no terminan nada de lo que desea lograr. 

6. Resistencia a lo nuevo. El que nunca aprovecha las oportunidades de cambio permanece en su “zona de confort” porque, en realidad, siente miedo de enfrentar lo novedoso. 

¿Cómo deberíamos entonces administrar los miedos para que estos no tomen el control de nuestra vida y nos 
paralicen?
1. Colocar el miedo en distintas áreas puede limitar nuestra vida grandemente, pues no nos permite desarrollar todas las habilidades que tenemos. La buena noticia es que quien así lo decida tiene la capacidad de aprender a manejar sus temores y, a pesar de ellos, accionar. 

2. El primer paso para lograrlo, que es ineludible, es admitir que tengo miedo. Nadie puede ocuparse de algo que no ha sido reconocido. Luego, debo tomar la firme decisión de dejar de “barrerlo debajo de la alfombra”. Es decir, de colocarlo en lugares equivocados. 

3. Cuando disfrutamos de seguridad interior, no dejamos de sentir miedo. Pero este ya no nos paraliza, sino que avanzamos, aunque sintamos temor. Ser valiente no significa no temer, como muchos creen, sino mirar el miedo a los ojos y superarlo. 

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