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Memoria, Verdad y Justicia

Por El Litoral

Jueves, 24 de marzo de 2022 a las 02:13

Por Diógenes González
Senador provincial
Especial para El Litoral


El Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia es el día en el que se conmemora en Argentina a las víctimas de la última dictadura militar autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”, que usurpó el gobierno del Estado nacional argentino entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. Durante aquellos días previos se respiraba una sensación de ingobernabilidad, había inflación y crisis sindical, pero lo que se iniciaba aquella fatídica madrugada del 24 de marzo sería peor. A través de cadena nacional por televisión y radio asumía el control del país una junta de comandantes en jefes integrada por las tres Fuerzas Armadas: el teniente general del Ejército, Jorge Rafael Videla, el almirante de la Marina, Emilio Eduardo Massera y el brigadier de la Fuerza Aérea, Orlando Agosti. Control del país que significó el derrocamiento del gobierno constitucional de Isabel Perón, la disolución de los partidos políticos y del Congreso de la Nación, la anulación de la libertad de prensa y expresión, el reemplazo de la Corte Suprema de Justicia, la supresión de todas las actividades políticas sindicales, entrega económica y fundamentalmente la muerte de miles de argentinos.
La dictadura contó con un amplio abanico de medios de los cuales se valió para legitimar su gobierno y sus acciones, particularmente las que tendían a eliminar a aquellos considerados como “subversivos”. Desde propagandas gráficas hasta cortos audiovisuales, pasando por revistas y periodistas que escribían para legitimar las acciones del gobierno militar, la dictadura pronto encontró un fuerte aparato propagandístico para sostener sus acciones.
Recordando el slogan publicitario “Usted lo vivió. Recuerde y compare”, que hacía alusión a ciertos desencuentros e intereses de determinados sectores sociales que fomentaban la anarquía y el desorden, la dictadura militar construyó un andamiaje retórico e imaginario sobre la realidad del país y lo difundió a la sociedad, que sirvió para marcar este quiebre en la historia argentina, donde se planteaba un “antes” sumido en la violencia, el caos y el descontrol, para luego pasar a un “después” donde predominaba el orden y la paz.
Bajo la denominada “lucha contra la subversión”, el gobierno de facto se ocupó de construir un entramado conflictivo verosímil para presentar a la ciudadanía argentina y así justificar y equiparar de algún modo los actos de violencia y terrorismo perpetrados por las Fuerzas Armadas durante el terrorismo de Estado en Argentina en las décadas de 1970 y 1980, con los actos de violencia de las organizaciones guerrilleras. Lo cierto es que esa guerra no fue real. La hipótesis de la guerra subversiva contra los grupos revolucionarios, montoneros y guerrilleros, se extendía a todos aquellos que no estaban de acuerdo con la dictadura.
De esta manera se llevó a cabo, en la etapa más oscura de nuestra historia, un plan sistemático donde desaparecieron, asesinaron, torturaron, secuestraron, se apropiaron de niños recién nacidos en cautiverio, obligaron a exiliarse y borraron la identidad de miles de personas 
Para llevar adelante este plan perverso, la junta militar dividió al país en distintas zonas, subzonas y áreas donde en las principales guarniciones militares, comisarías y edificios de las fuerzas armadas se montaron centros clandestinos de detención, con salas de torturas y amplios espacios para alojar a los cientos de secuestrados que ingresaban todos los días a la feroz maquinaria represiva. Llegaron a existir más de 350 de estos centros en todo el país. Los secuestros fueron hechos de forma absolutamente ilegal y en la clandestinidad.
El Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia es una fecha en la que se conmemora y se busca mantener vivos en la reflexión y memoria social los tristes acontecimientos producidos en la última dictadura militar. No con el objetivo de depositar una visión estática sobre aquella etapa tan oscura, no con el objetivo de perpetuar un ánimo social irreparable, no con la intención de vivir con la mirada puesta en el pasado, pero sí con el objetivo de tener presente los errores cometidos y las consecuencias terribles que de ellos pueden desprenderse, sí con el objetivo de una consciente muestra de respeto por las familias víctimas de la desaparición de un hijo, una hija, una nieta o un nieto, sí con el objetivo de buscar justicia y dar luz a los acontecimientos que tuvieron lugar en aquella triste etapa de la historia argentina.
Fueron siete años de terror padecidos por millones de argentinos para luego poder ejercer nuevamente su ciudadanía. Son 46 años de memoria activa, permanente, sin olvidar y gritando fuerte “¡Nunca más!”.

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