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Sin dinero, un correntino caminó 6 km para convertirse en campeón de kick boxing

Ahora busca continuar, pero la economía propia se lo impide.
 

Lunes, 25 de julio de 2022 a las 01:00

Gastón Gómez Cisilín
[email protected]

“La gente debe saber que jamás se tiene que rendir, siempre hay que levantar la cabeza”, dijo con una voz tenue y largas pausas, Víctor Torres, un joven de 19 años que acaba de consagrarse campeón de kick boxing nacional de la zona NEA. Su historia trasciende lo deportivo: es sinónimo de lucha diaria, de superar pensamientos negativos y un entorno tóxico. Sin dinero, debió caminar más de 6 kilómetros para emprender el viaje y traer una medalla a Corrientes. 
A primera vista no parece un peleador con una vida difícil y con varias limitaciones, no se deja desanimar y busca salir adelante, sin miedo a perder lo que no tiene.
La vida del campeón nacional de kick boxing del NEA, comenzó hace casi dos décadas en Corrientes. Es el primero de siete hermanos y hasta los cinco vivió en la capital antes de emigrar a Buenos Aires junto a su familia.
Tras un lustro en la ciudad de la furia, volvió a la provincia con 10 años y se asentó en el barrio Caridi junto a su familia, en la casa de su abuelo, y luego se mudó a unas pocas cuadras de allí.
Sus padres se separaron en enero de este año y a Víctor lo afectó la situación, que se sumó a otras vicisitudes de la vida cotidiana que le hacían tener una gran ansiedad, entonces decidió apostar al kick boxing, desde el año pasado empezó a practicarlo y comenzó a dar los primeros pasos en una prometedora carrera.
“Sentía que estaba rodeado de peleas en mi familia y eso me ponía nervioso. Las situaciones me daban mucha ira que se volvía incontrolable y golpeaba cualquier cosa. Entonces por eso decidí entrar. Me servía para descargar lo que pasaba”, relató.

En el barrio
El bajo Caridi es un humilde barrio de la capital correntina que se ubica en la zona sur, en el límite de la costanera, a metros de la playa Arazaty. Predominan las calles de tierra, aunque se puede decir que de día y de noche es una zona totalmente diferente.
“En mi barrio no hay códigos, igual te roban o te pelean. A nosotros, gracias a Dios, no nos pasó nunca nada, ni nos molestan. A mí me conocen todos, porque siempre ayudé y nunca le falté el respeto a nadie. Son todos humildes, nunca tuve problemas”, contó Víctor.

Su inicio en el deporte
El correntino decidió buscar un deporte para poder descargar lo que le generaban las discusiones en el seno familiar. Primero intentó con el básquet pero no tuvo éxito, luego con el fútbol, pero no tenía continuidad. 
Un día cuando paseaba en la zona del parque Mitre, descubrió que en el Club Talleres se realizaban entrenamientos de deportes de lucha. Con ayuda de su padre decidió comenzar, sin pensarlo dos veces. 
“Siento que estoy rodeado de los problemas y eso casi me lleva a dejar el kick boxing; mi profesor Gustavo Vergara en el Club Talleres me ayudó mucho a seguir y hasta ahora entreno, gracias a él y por él también salí campeón”, dijo a El Litoral.
La situación económica del joven no es la mejor, y para participar junto a su club en el 22º Open Nacional de Kick Boxing zona NEA, organizado por la Federación Argentina de Kick Boxing y la Asociación Mundial de Organizaciones de Kick Boxing (Wako), tuvo que salir de su hogar a las 3 de la madrugada y caminar hasta avenida Independencia al 4700 porque no tenía plata para pagar el colectivo.
“Decidí irme solo, caminando y no hacer caso a nadie, pero sentí que hice bien, porque si no lo hacía no iba a poder ganar la medalla que yo quería. La pelea la gané en los últimos 10 segundos, cuando ya no daba más”.
“Mi papá siempre fue duro conmigo y no mostraba afecto. No me gustaría ser como él; en cambio mi mamá siempre estuvo conmigo, en cada problema que tuve ella me dio su apoyo, siempre estuvo”, admitió.
La confianza que le tenía su familia y el apoyo de algunos de sus integrantes hizo que Víctor se animara a concretar sus sueños. Sin embargo, no todos creyeron en él. “Mi padre no creía en mí. De hecho, me dijo que iba a perder, que no iba a ganar la medalla; cuando volví y llegué a mi casa, le mostré que podía ganarla y le dije: acá está”.
El joven deportista, de escasos recursos económicos, necesitó no solo el apoyo de su familia sino de un Estado que le garantice poder concretar sus sueños.
“Voy a seguir en este deporte hasta donde pueda, le agradezco a mi mamá por el apoyo y no pienso dejar por el momento”, dijo emocionado. Espera dentro de poco poder tener otra pelea que lo ayude a progresar. “Mi entrenador me comentó que tendré otra pelea que me ayudaría a ir a Brasil o a Buenos Aires, pero el problema es que no me alcanza la plata. 
Para ir hasta la competencia que gané en Formosa no tenía dinero, me salió el Progresar, que eran 10.000 pesos, y no me quedó nada porque lo usé solo para ir”.  
La comitiva correntina que compitió en Formosa estaba compuesta por seis deportistas, y tres de ellos se trajeron premios. 
“Lo que debería comer un boxeador yo no puedo costearlo, no nos alcanza para tener una mejor alimentación tampoco”.
Otras de las metas de Víctor es convertirse en profesor del deporte y llegar a cinturón negro o terminar la escuela y entrar en Prefectura o Gendarmería.   

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