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Pagani y el dilema de los autos eléctricos: ¿son ecológicos o no?

El afamado diseñador argentino afincado en Italia, donde fundó una fábrica de superdeportivos de ensueño, dijo que por el momento no producirá versiones eléctricas porque las fuentes de generación, en un 90 por ciento, siguen siendo no renovables. Un estudio norteamericano le da la razón. 

José Luis Zampa

El constructor argentino de supercars Horacio Pagani, dueño de la compañía que lleva su nombre, advirtió en las últimas semanas que Pagani Automobili no desarrollará automóviles eléctricos no solamente porque carecen de emoción sino porque la sostenibilidad de las fuentes de energía utilizadas para alimentar las baterías de estos vehículos sigue sin estar garantizada.

“Ahora mismo el 90 por ciento de la energía eléctrica se produce mal porque no es renovable”, sostuvo el fundador de una de las marcas más exclusivas del mundo al argumentar por qué —al menos por el momento— su compañía no lanzará al mercado versiones de emisión cero de sus modelos, entre ellos el nuevo C10 próximo a ser presentado en septiembre de 2022.

En los últimos meses la prensa especializada evaluó la posibilidad de que el C10, que llegará al mercado con un motor Mercedes Benz V12 turboalimentado (una tradición de la firma presidida por el argentino originario de Casilda), incluyera una variante eléctrica. Pero el propio Pagani lo desestimó en declaraciones a la revista inglesa Autocar: “Si el 90 por ciento de la producción de energía eléctrica es no renovable, es una tontería pensar que unos pocos deportivos con motor a combustión puedan tener impacto negativo en el clima”.

Pagani abrió así el debate sobre el acelerado proceso de electrificación de los automóviles, una tendencia a la que los distintos países se sumaron mediante reformas legislativas que obligan a las terminales a producir automóviles “limpios” (esto es sin residuos de dióxido de carbono) en un lapso de tiempo que se abrevia inexorablemente.

En la Argentina desde el año pasado el Gobierno nacional impulsa un proyecto legislativo para que desde 2041 todos los automóviles producidos en el país incorporen motorizaciones eléctricas, con lo cual las expresiones de Pagani se convierten en una luz de alerta dado que, en su gran mayoría, la generación eléctrica proviene de la quema de carbón y combustibles fósiles.

Horacio Pagani decidió hace cuatro años crear un departamento especializado en el desarrollo de modelos deportivos eléctricos, pero se topó con el inconveniente de que el resultado “no transmite las emociones que sí logran los motores de combustión”. El gran problema pasa por el peso de las baterías, lo que resta rendimiento al vehículo en función de que los superautos construidos por el santafesino en Módena se caracterizan por la ligereza de sus carrocerías, que no superan los 1.300 kilos de peso.

El dilema del fabricante argentino es —también— el dilema de todos los amantes de los autos con pistones y árboles de levas a partir del interrogante de si es realmente inevitable la extinción de los impulsores a explosión.

En la actualidad se calcula que hay unos 1.400 millones de vehículos circulando por el planeta. La pregunta es qué pasaría si en un plazo razonable (supongamos 10 años) todos esos vehículos pasaran a estar movidos por unidades de potencia electrificadas. ¿De dónde saldría la energía para abastecerlos?

Un reciente estudio del Argonne National Laboratory de Estados Unidos ofrece una respuesta al señalar que fabricar autos eléctricos produce más dióxido de carbono que producir vehículos de combustión interna debido a los métodos para extracción de minerales (como el litio) que luego son usados en la confección de baterías.

Según este estudio, que analizó los procesos de producción de energía eléctrica en distintos países, para que un auto Tesla Model 3 sea menos dañino que un Toyota Corolla a nafta en China o Polonia, sería necesario que ambos vehículos recorrieran más de 126.000 kilómetros, ya que en esos países la mayoría de la electricidad disponible proviene del carbón.

En la Argentina pasaría más o menos lo mismo dado que el país cuenta con fuentes hidroeléctricas y nucleares (que son más amigables con el medio ambiente), pero conserva usinas térmicas como la central del ex hipódromo capitalino, que abastece a decenas de miles de usuarios mediante motores diésel.

Ergo, en ese contexto, cambiar un modelo a nafta por uno eléctrico no tendría diferencia en cuanto a las emisiones de CO-2 ya que el origen de la energía sigue siendo no renovable. Conclusión: al menos en este momento histórico y dadas las tecnologías utilizadas para la generación de energía, los autos eléctricos no son tan ecológicos como parecen.

 

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