Por Carlos Lezcano
Especial para El Litoral
El libro de Eduardo Ledesma hace visible una parte de los hechos de los 40 últimos años de vida institucional de la provincia de Corrientes, a través de entrevistas a hombres que tuvieron la responsabilidad de gobernar. En su título resuena aquella frase creada por el inefable Hugo Collinet en el año 1983, cuando estuvo a cargo del diseño de campaña de Pocho Romero Feris. En ese entonces instaló la frase: “Pocho, el hombre elegido”, dando por sentado que sería electo como primer mandatario en los albores de la democracia.
“Ha surgido el hombre,
con lenguaje diferente.
Proyectos con futuro,
calidad muy convincente.
Él es nuestro amigo,
la nueva generación
Sabe de nuestros problemas
y dará una solución”.
Así decía el jingle de la época creado desde la agencia “Vigencia”.
De la televisión al libro
Todo comenzó con una serie de entrevistas periodísticas hechas originalmente para televisión, transcriptas y publicadas en el diario El Litoral de Corrientes. Luego, el autor las reúne y amplía, de modo que lo que aquí ha quedado registrado es el producto de un trabajo minucioso de nuevos encuentros, otros diálogos, más preguntas y repreguntas, dirigidas a completar, replicar y confirmar cuestiones que se relacionaban, concatenaban o interceptaban en lo que unos y otros decían. Esto le permitió ahondar en algunos temas y usar la interrogación insistente como cruce invisible entre los personajes, lo que creó entre ellos una conversación que tal vez no se haya dado en la realidad, pero que enriquece y esclarece el contenido del libro.
A este énfasis profesional en las repreguntas hechas frente a cada gobernador y no a su lado, se le suma una laboriosa contextualización a pie de página, que permite abrir los enunciados de cada asunto tratado a un espacio más amplio de significaciones e interrogantes.
Más allá de las respuestas de cada uno, se leen en el contexto las anécdotas, referencias o visiones personales, momentos relevantes de los últimos 40 años de democracia en Corrientes, y con el uso de las categorías de análisis en boga en esos momentos, podemos comprender mejor los acontecimientos, sus ritmos históricos, sus rutinas institucionales, disrupciones, cambios de rumbos o puntos de fuga.
Esa manera de exponer los hechos y las ideas del período 1983-2023, tal como fueron vistos y vividos en su momento, nos permite rememorarlos en el contexto de las ideas vigentes durante la transición y consolidación del sistema democrático y, al mismo tiempo, conocer las reflexiones actuales de sus protagonistas sobre ellos, a la vez que reconsiderarlos con nuestra propia reflexión, a la luz de los acontecimientos devenidos y sus consecuencias actuales.
Esta reseña pone la mirada en los procesos más allá de las respuestas individuales y adhiere a la postura del autor cuando señala que lo más difícil de analizar es el período del gobernador Gustavo Valdés, por la proximidad de su gestión anterior y más aún, la actual.
A pesar de esa dificultad de perspectiva podemos vislumbrar algunas líneas generales de gestión estratégica, como su visión de modernización del Estado con el uso de la mayor cantidad de herramientas tecnológicas actuales que atraviesan su gobierno, como la creación de la empresa estatal Energía Correntina Sociedad Anónima, cuya misión es impulsar la generación, desarrollo, distribución y comercialización de energías renovables o blandas; y la empresa Telecomunicaciones Corrientes, Telco, que tiene como objeto la prestación de servicios de telecomunicaciones: conectividad a internet, telefonía, enlaces satelitales, arquitectura tecnológica para pequeños, medianos y grandes proveedores de servicios, radiodifusión, comunicación audiovisual, tendido de fibra óptica y otras modalidades de investigación y nuevas tecnologías aplicadas.
Es destacable también la incorporación del uso de redes en la comunicación de gestión que lleva adelante Valdés, con llegada a nuevos y variados públicos.
Lo que no podemos analizar aún es el impacto electoral de estas nuevas formas y su efecto en los jóvenes que se incorporan a la vida política. Como tampoco el producido final de su gobierno, por estar en curso.
La voz de los protagonistas
Los hechos recordados por cada gobernador no adquieren entidad de verdad histórica definitiva, pero nos presentan el valioso testimonio y las razones de quienes, en su momento, decidieron las instancias y, en definitiva, asumieron la responsabilidad última. Disponemos pues, en estas páginas, de sus verdades de los hechos pasados, subjetividades no confrontadas que, como dice María Silvia Leoni, “constituyen, por un lado, un insumo valioso y bienvenido para el trabajo de historiadores y otros cientistas sociales y, por otro, una contribución a la historia pública, a la democratización del conocimiento histórico”.
La historia implica un análisis de hechos y procesos, posar la mirada en los momentos de ruptura y/o continuidades, pero requiere de modo insoslayable la contraposición de fuentes, documentaciones diversas y testimonios complementarios a los oficiales.
Por lo tanto, este libro aporta, en un valioso trabajo periodístico, inusual e impecablemente realizado, una fuente viva, un testimonio protagónico de lo que el tiempo depurará como una lectura válida de la verdad histórica.
Encontraremos puntos de disidencias, como es obvio, pero también algunos temas de preocupación común en Los elegidos: el problema irresuelto de la coparticipación federal, las tensiones entre nación y provincia, las disputas por los fondos de regalías, las miradas estratégicas del corredor bioceánico y los temas pendientes de infraestructura, la relación con el Poder Judicial o la revalorización del instituto del Colegio Electoral en el plano nacional.
Transición y consolidación
Para un análisis general del libro podemos usar categorías de la ciencia política vigente en los 80-90, que ayudaron a pensar el paso de gobiernos autoritarios a regímenes democráticos en América Latina. Me refiero a las categorías de transición y de consolidación de un sistema a otro, sobre todo en el pensamiento de Guillermo O’Donnell.
Por supuesto que no es factible equiparar lo sucedido en el estado provincial al nacional, pero sí tomar en cuenta la categorización que nos permite comprender y diferenciar momentos, tales como la transición que contiene los gobiernos de Pocho Romero Feris y Ricardo Leconte, la crisis institucional en 1991 y la intervención federal de 1992, el fuerte liderazgo de Tato Romero Feris desde 1989 a 1999, y la intervención federal de 1999. Y la etapa de la consolidación, con la llegada de Ricardo Colombi, que claramente resulta inaugural en varios sentidos, así como la disputa de poder con su primo Arturo, que ninguno de los dos soslaya en las entrevistas, y puede leerse solo como un episodio en el afianzamiento de su poder y presencia en la escena local.
Una clave del primer momento está dada en la situación excepcional de simultaneidad que se nota en la convivencia del proceso de desintegración del régimen autoritario y la instalación formal y práctica del sistema democrático, cuya principal característica es la incertidumbre, ya que se trata de un sistema de equilibrios a través de consensos.
A Pocho Romero Feris y a Leconte les tocó el tiempo de la reparación, de la recuperación, del retorno a la democracia desde regímenes en los que la discrecionalidad y el autoritarismo, inherentes a las dictaduras, eran la forma de relación entre gobierno y gobernados. Las entrevistas a ambos dan cuenta de la necesidad y también la determinación de dialogar con todos los sectores y evitar confrontaciones sin retorno, conscientes de que estaban todavía caminando senderos difusos y suelos movedizos, en los que aún había dudas sobre la continuidad de la democracia.
Esta transición en Corrientes fue, de algún modo, tranquila y previsible, ya que algunos de los protagonistas centrales de la nueva vida democrática en los años 80, formaron parte de los gobiernos de facto. Por lo tanto, eran a la vez actores del viejo y el nuevo sistema y por qué no, garantes de su continuidad.
El asunto de los comienzos ha sido investigado desde diferentes disciplinas y en este caso el cambio de régimen no está dado solamente por una fecha cronológica taxativa, sino por una situación que nos invita a pensar ese tiempo como una zona de significación especial, durante la que conviven dos formas y en la que el clima de época tuerce la cancha hacia la nueva institucionalización de base democrática.
Los gobiernos de Romero Feris y Leconte cumplirían con las rutinas institucionales con un espíritu de convivencia, tensa en muchos casos, pero nunca con posturas irreconciliables entre gobierno, oposición y prensa.
Dentro del sistema republicano -una palabra muy pocas veces usada en el libro-, está prevista la intervención federal como solución de las crisis institucionales. En el lapso de estos 40 años, padecimos dos: la decretada por Carlos Menem en 1992 (con tres interventores diferentes) y la de Fernando de la Rúa en 1999 (dos interventores) que se extendió hasta 2001. Son hitos en estos años.
La pregunta de Ledesma a Tato Romero Feris es simple: “¿Qué fue el 99?”
La respuesta también es simple: “Un golpe de Estado. De las cúpulas políticas hacia un gobierno constitucional y elegido”.
Sin embargo, Pedro Braillard Poccard, ante la misma pregunta, responde que “fue un quiebre de los partidos provinciales, que eran los triunfadores de las elecciones desde el 83 en adelante, y después no lo fueron más. No lo fuimos más. Formamos diferentes alianzas, pero el protagonismo pasó a otros. Fue un momento importante en la vida de la provincia”.
La elección conceptual de Romero Feris es una construcción subjetiva –y parcial–. Es su lectura de los hechos ocurridos que interrumpieron la institucionalidad provincial y derrocaron a un gobierno que, efectivamente, era legal, pero que indudablemente para un numeroso sector de la ciudadanía había dejado de ser representativo y legítimo.
Por su lado, Braillard Poccard, quien es el gobernador destituido, hace una lectura con una perspectiva diferente: pone en evidencia un cambio de época materializado en las crisis de los partidos provinciales y la incapacidad de estos de comprender el momento en el que emergen nuevas formas de alianzas, nuevos partidos y nuevas agendas.
En la entrevista realizada a Raúl Romero Feris, el exgobernador pone sobre la mesa un tema complejo y de peso cuando sostiene que “la Justicia fue (parte de) una política más agresiva con el contrario. Creo que mi historia me releva de seguir explicando el tema. Yo creo que he tenido que vivir 20 años de persecución, de cárcel y demás, para terminar felizmente con el fallo de la Corte Interamericana”.
Se refiere al fallo del 28 de octubre de 2019 cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó una sentencia mediante la cual declaró que el Estado argentino era responsable por la vulneración a la libertad personal y a la presunción de inocencia por la detención ilegal y arbitraria en perjuicio de Raúl Romero Feris.
La reforma de la Constitución
En febrero de 2007 Arturo Colombi logró que se declarara la necesidad de la reforma de la Constitución Provincial, cuyo principal opositor fue la UCR, su propio partido. Se logró habilitar la reelección del gobernador, pero tal vez lo más sobresaliente fue la incorporación de los temas ambientales y las cuestiones relacionadas con el parque Iberá, un eje que más tarde será central en las políticas estatales. Y es bueno que en registros como este se ponga el acento en lo relevante de estas creaciones constitucionales y no solo en el artículo de la reelección, que no es una reforma menor, pero no tiene mayor trascendencia que las demás incorporaciones, tal lo que sucede con la reforma de la Constitución Nacional de 1994, sobre la que se insiste en recordar lo mínimo y no lo máximo.
El apagón ideológico
Sin duda, la aparición de Ricardo Colombi en la escena política correntina implica un cambio de época, que incluye el manejo eficiente de las estrategias electorales, pero también una visión coyuntural y a largo plazo de las agendas de gobierno y sobre todo acciones llevadas adelante con rigor sistémico.
La importancia del liderazgo de Ricardo Colombi, más allá de las críticas a sus formas de ejercer el poder, es central en todo el período, por su mirada estratégica y su acción ubicua dentro del territorio provincial.
El clima de época está signado por el declive de los partidos ideologizados y la fragmentación en entidades políticas más pequeñas que tienen como fin solamente lograr puestos marginales o subalternos del poder.
En esta línea Colombi construyó una alianza electoral con muchos partidos sin demasiadas diferencias entre sí en la que la preponderancia de la UCR es notoria.
La multiplicación de partidos no va a expresar la multiplicidad de posturas o ideas, sino más bien la necesidad de tener cabida en el reparto de cargos menores, pensado y manejado por Colombi.
Las identidades políticas de los partidos, hasta entonces, se conformaban en la competencia de alteridades en pugna. Es decir, que la identidad política se construyó siempre como un proceso de homogeneización interna y de diferenciación externa frente a otros. Pero esto no se ve en la política correntina de los 2000, en la que es difícil saber qué diferencia hay entre un partido y otro.
La coalición de partidos creada y monitoreada por Colombi resolvió el problema electoral con triunfos sucesivos, hasta hoy. Su impronta está marcada por el hecho de que, al asumir el gobierno, asumió el poder generando un clima de tranquilidad institucional con mano firme, con la que ordenó las cuentas públicas y garantizó la paz social.
Los reclamos de espacios de poder dentro de la coalición gobernante a partir de entonces nunca llegaron a tensiones extremas y, por lo tanto, nunca punzó el conflicto interno en el seno del espacio, porque su liderazgo, al menos hasta acá, es indiscutido e insustituible.
El protagonismo de Pedro Braillard Poccard en los 40 años de democracia es un hecho que no pasa desapercibido, más allá de las criticas habituales relacionadas justamente con su arraigada presencia que, leída en términos estrictamente políticos, muestra su férrea “estrategia de la voluntad” de seguir siendo un hombre de Estado.
Lo que demuestra el libro, además, es que Braillard Poccard es un dirigente con una sólida formación intelectual y talento para surfear los hechos y mantenerse vigente.
Conclusiones
No resulta ocioso recordar que el libro de Ledesma recopila las entrevistas a gobernadores electos que hablan desde ese lugar.
Este comentario omite decir algo de la actuación de la oposición porque no es asunto del libro, aunque resulta pertinente asegurar que para el funcionamiento pleno de la República se necesita de una oposición fuerte, con posibilidades reales de ser alternativa del poder, algo que no sucede. Pero esto es otro asunto.
Una conclusión que deja el libro de Ledesma es que, en estos últimos 40 años, los gobernadores han consolidado la llamada democracia procedimental, hecha de rutinas institucionales que cumple sus ritos rítmicamente, aunque también podemos sostener que aún quedan materias pendientes, sobre todo, la creación de un orden social más justo. Un procedimiento justo, por lo tanto, no crea necesariamente un orden justo o más equitativo para los ciudadanos. Algo, sin duda, faltó o falló. La prueba es evidente: en Corrientes la pobreza es de casi el 50% de la población, aunque muy pocos de los funcionarios locales se hagan cargo de este problema.
Por último, a 40 años de democracia, las entrevistas presentadas en el libro nos sugieren que el sistema democrático y sus procedimientos (también la entrevista periodística) son un punto de partida, pero nunca de llegada.