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Bailando por una banca

Así como en el Bailando de Tinelli, muchos de los bailarines son de madera, en el Legislando del Congreso de Milei, abundan los troncos. Así, tenemos una de las conformaciones parlamentarias más indigentes de la historia legislativa de la Argentina. No es ningún orgullo pertenecer a esa especie de mercado persa, dónde todo se compra y todo se vende y dónde la chabacanería hace presa de sus integrantes.

Miércoles, 31 de diciembre de 2025 a las 12:26

“Pensé que el Congreso era algo serio, pero es peor que el Bailando”

Virginia Gallardo, Diputada Nacional LLA

 

                   Lo expresado por la diputada nacional Virginia Gallardo, en las poltronas de un programa televisivo que hasta hace poco la tuvo como panelista, quedó resonando en las mentes de los televidentes y de aquéllos que, como yo, leyeron sus declaraciones.

 

                   Escuché a muchos descalificar su candidatura. Vivimos en una sociedad rápida para prejuzgar, ya sea por el origen, el oficio o la clase social, lo que importa una discriminación inconstitucional. La contracara social es la lentitud social para juzgar a los que ya en sus bancas demostraron que se venden, que se pasan de bloque, que insultan, que agreden o que son simple levantamanos.

 

                   No pienso igual. A los pingos se los ve en la cancha, y ella tiene menos de un mes en la misma. Los cargos legislativos no exigen títulos ni pergaminos, ni la política es una carrera universitaria. Por ende, quienes ocupen bancas pueden provenir desde cualquier lugar social, desde la carpintería, la universidad o las tablas.

 

                   Lo importante es su desempeño funcional, y falta tiempo y perspectiva para juzgarla en esa labor. O sea, veremos el andar de nuestra comprovinciana.

 

                   Sin embargo, hay que destacar la espontaneidad en sus respuestas, aquéllas que lanzan quiénes no temen ser políticamente incorrectos cuando de decir sus verdades se trata. O sea, para ser justos, no hay que fijarse quién lo dijo sino lo que dijo.

 

                   Y Gallardo dijo una gran verdad (algo que muchos pensamos), utilizando la metáfora “tinellesca” del Bailando. Le pegó a la política, y en especial a sus colegas, dónde más les duele: “pensé que el Congreso era algo serio” (cómo indica la cátedra), “pero es peor que el Bailando” (o sea algo así como una bolsa de gatos, imprudente, informal, teatrero, frívolo, ligero).

 

“El Congreso no sólo parece ser el escenario del mercadeo de las leyes, sino además un espacio frívolo que alcanza los niveles del Bailando de Tinelli”

 

                   Y aquí viene aquello que le da de lleno a la calidad de las instituciones en el país, en especial en el poder dónde está instalada la pluralidad política y social: el Congreso.

 

                   Escaso nivel en el debate parlamentario, alta agresividad en los discursos, pobre contenido en las exposiciones, reiterados espectáculos impropios de una institución del estado argentino.

 

                                       La Cámara de Diputados atraviesa una paradoja inquietante: mientras los desafíos del país se vuelven más complejos, el debate público se achata y el tono se agria. La escena parlamentaria, que debería ser el espacio privilegiado para el intercambio de ideas y la construcción de acuerdos, se parece cada vez más a un ring donde prima la descalificación rápida sobre el argumento trabajado.

 

                   Si uno investiga antecedentes de su funcionamiento, se encontrará con un oficialismo que hace de la agresión y la confrontación, no un suceso aislado sino una estrategia.

 

                   Es el nivel parlamentario no sólo más pobre de la historia legislativa argentina, sino también con mayor grado de agresividad. Lo de la maquilladora de Milei es ya un clásico. Un comprovinciano y su contendiente Zago, protagonizaron el episodio más violento que se registró en el recinto.

 

                    La chatura del debate no es solo una cuestión estética. Cuando las intervenciones se reducen a consignas, frases hechas o provocaciones diseñadas para las redes sociales, se empobrece la deliberación democrática. Los problemas estructurales —economía, educación, seguridad, federalismo— requieren matices, datos y escucha activa. Sin embargo, el ruido constante desalienta la profundidad y premia la estridencia.

 

                   A esto se suma un nivel de agresividad que erosiona la legitimidad del Congreso. Insultos, interrupciones y gestos de desprecio no solo tensan el clima interno, sino que envían un mensaje preocupante a la sociedad: que la política es incapaz de tramitar conflictos sin violencia simbólica. En un contexto de malestar social, ese mensaje alimenta el desencanto y la desconfianza.

 

“Mientras la agresión, la chatura, la ordinariez, paguen políticamente más que los valores institucionales, el asunto no va a mejorar. Y en eso, la sociedad tiene la principal responsabilidad”

 

                   Es más, no creo que le falte capacidad intelectual al promedio de los diputados, es que no la emplean, especialmente los libertarios. La agresión, la descalificación, el insulto, no son reacciones temperamentales ni deficiencias intelectuales, forman parte de una estrategia cuidadosamente diseñada desde lo más alto del poder, para representar la disrupción de la nueva fuerza, que va con todo contra la casta.

 

                   Aunque ante la pobreza franciscana del debate, cualquiera que sepa el abecedario aparece con posibilidades de ser rey, todo está tapado con un manto de piedad ante una sociedad que hace del seguidismo una patética conducta general.

 

                   Recuperar la calidad del debate no implica uniformidad ni silencios incómodos. Implica reglas claras, sanciones efectivas y, sobre todo, una decisión política de poner el contenido por encima del show. El Parlamento puede volver a ser un aula cívica, no un escenario de pelea.

 

                   Depende de quienes lo habitan y de la responsabilidad que asuman frente a la ciudadanía.


 

 

 

                  

 

                  

 

                  

 

                  

 

                  

 

 

 

 

                  

 

 

                  

 

                  

 

                  

 

 

 

 

 

 

 

 

                  

                  

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