Capítulo 3º
n Con sincera conmiseración por los hombres que ejercen su autoridad “de facto… Compadezco a los que no saben mantener ese reposo y esa serenidad que es la dignidad del gobierno. Deseo que no tengan que responder ante la posteridad el caudal de los sacrificios en aventuras inciertas…”.
“En Río de Janeiro donde fijó su residencia y desde donde mantuvo los posibles contactos partidarios, recibió la decisión radical de que encabezara la fórmula para la elección presidencial de noviembre de 1931. Renunciada por entender que debía facilitarse la renovación de los dirigentes y por escrúpulos legalistas, pues no habían transcurrido aún de la terminación de su mandato los seis años que la constitución establece, el partido insistió en ella y Alvear aceptó la candidatura. Pero las posibilidades de triunfo de ella eran tantas que la dictadura de Uriburu terminó vetándola y auspiciando la del general Agustín Pedro Justo en elecciones jaqueadas de violencia y prescripciones.”
Vuelto al país en 1932 Alvear se reintegró a la actividad partidaria. Identificado con una línea de intransigente oposición al general Justo, siguió siendo la víctima de mayor Jerarquía que la violencia y el fraude señalaron como clima normal de la política de un gobierno que no disimulaba su orfandad popular.
Para perturbar la reorganización partidaria del radicalismo, el más concreto episodio de subversión ocurrido en el territorio era interceptado como un movimiento revolucionario que preparado por la jefatura de Alvear estaba destinado a conmover el orden… Y así pretendían justificarse los atropellos que los alegatos de los abogados de la defensa han documentado. “La detención del doctor Alvear se produjo en forma irregular, con el empleo de subterfugios que importaban un vejamen inútilmente inferido. Se le dijo que el Juez lo citaba para prestar declaración en el Departamento de Policía y se lo condujo, sorpresivamente, al crucero “25 de Mayo”, donde permaneció incomunicado. La incomunicación rigurosa del doctor Alvear ha excedido el término establecido por el artículo 257 del Código… Violando los artículos 23 y 95 de la Constitución Nacional, el presidente de la república, por su propia autoridad, trasladó al doctor Alvear a Martín García, con prohibición terminante de pasar los dinteles de su celda, en una casa habitación con techos de cinc, que hacen insoportable, mientras los condenados presos en la Isla, gozan de relativa libertad.”
Cuando el ex presidente expresó su voluntad de abandonar el territorio argentino, en ejercicio del derecho le fue desconocido por el Poder Ejecutivo; concedido por el juez de primera instancia, el Poder Ejecutivo no acató la orden y el asunto pasó a la Cámara de Apelaciones la cual por fin hizo lugar al recurso el 21 de febrero de 1933.
La situación volvería a repetirse meses después. Reunida la Convención Radical en Santa Fe, a fines de 1933, un episodio revolucionario pareció razón suficiente para imaginarlo a Alvear causante del mismo y nuevamente fue llevado preso a Martín García. Desde allí dirigió “al general Justo” (enero de 1934) una comunicación en la cual, negándose a reconocer ninguna participación en los sucesos producidos en Santa Fe, le manifestaba que “La Convención Nacional del radicalismo se había reunido allí para fijar las orientaciones del partido. Si de ellas hubiera de resultar la preparación de un movimiento revolucionario, puede estar usted seguro de que él no sería referido un inflexivo motín aislado, sino un gran movimiento nacional, digno de “La Unión Cívica Radical y de los hombres que hoy la dirigen, los que en tal caso sabríamos asumir las responsabilidades…”
Para medir lo que estas sanciones contra Alvear significaban se impone una comparación. En 1874, sesenta años atrás, detenido el general Mitre por su reconocida jefatura de la revolución estallada ese año contra el presidente Sarmiento y alojado en la cárcel de Luján, Mitre pudo escribir el prólogo a su historia de San Martín y de la independencia sudamericana…
Ya para ese entonces a las preocupaciones que suponían el enfrentamiento con el gobierno de Justo se agregaron, para Alvear, el amanecer de corrientes juveniles que dentro del radicalismo buscaban ensanchar sus demandas programática y cuestionaban el sometimiento del país a los intereses del capitalismo internacional… Ese relacionar la estructura económica social de la oligarquía argentina con los factores extranjeros no figuraba en la política de Alvear: éste seguía ajustando su conducta de líder a la defensa del sufragio libre…
En 1937, proclamado nuevamente candidato a la presidencia, el fraude comicial le dio el triunfo al doctor Roberto M. Ortiz, el candidato oficial. Desde 1939, el candidato oficial. Contra el bando nazi - Desde 1939, el estallido de la Segunda Guerra Mundial, movilizó los sentimientos de Alvear, que no vaciló en definirse contra el bando nazi: claro que la contienda iniciada en Europa hizo más completa su tarea de jefe del partido en el cual no tardaron en surgir las divergencias que ese acontecimiento de la historia universal desataba en todas las latitudes…
Con el partido radical sacudido por ásperos enfrentamientos y el mundo ensombrecido por los triunfos obtenidos por el nazismo en los años 1940 y 1941, Alvear, cumplidos ya los setenta y tres años, sintió a comienzos de 1942 que su salud decaía… La crisis en la dirección partidaria, que ya no era acatada como antes, debió vivirla Alvear desde su lecho de enfermo, y enfermo envió su renuncia a una jefatura que veía discutida… Su alejamiento coincidía con la reagravación de la afección cardíaca que lo obligaba, por imperativa prescripción médica, a guardar reposo absoluto…Para asegurar este cumplimiento, doña Regina lo vigilaba celosamente, y prohibía las visitas… Los dirigentes del radicalismo vivieron dramática instancia de tratar la renuncia de un jefe que se despedía de ellos y del mundo…
Entendieron que además de rechazar la dimisión era imprescindible la visita… Saben que será posible conversar con el líder, pero saben también que el partido no lo olvidaría nunca si se quedasen quietos.
Llegan a la quinta donde el ex presidente aguarda su muerte. Allí se les explica: el reposo ordenado por los médicos, la necesidad de evitarle cualquier emoción… Pero Alvear ha oído voces de los visitantes y exige que lo enteren de cuanto ha ocurrido. Acceden sus secretarios, y al escuchar el relato, el enfermo se incorpora, se reanima. La esposa ha llegado inquieta y exclama: “¡Esto es lo que quería evitar!”… Marcelo Torcuato de Alvear comprende la ansiedad de quien desea retenerlo siempre un día más: sin embargo con dulzura en la voz, le ruega:
“¡Regina, por favor, déjame vivir!” y este final donde en conducta las palabras vida y muerte se equiparaban, resultó ser el testamento político de Alvear...
El ritual lo repetía todos los 23 de cada mes. Una mujer menuda, que había pasado los setenta años, iba al panteón de los Alvear, casi pegado a la entrada del cementerio de la Recoleta. Luego de colocar rosas blancas y rojas -colores característicos del Partido Radical- en la sillita plegable que llevaba se sentaba junto al féretro del que había sido su marido. Y le hablaba.
Ella era Regina Pacini y era la viuda de Marcelo T. de Alvear, ex presidente, uno de los exponentes de esa clase patricia porteña con antepasados que ya habían hecho historia cuando estas tierras eran virreinato. Su corazón había dicho basta el 23 de marzo de 1942. Tenía 73 años. Ella, dos años menor, fue una de la protagonista de una historia de amor de película. Regina nació en Lisboa, Portugal, el 5 de enero de 1871. Su padre, el barítono italiano Pietro Pacini, era director del Teatro Real de Lisboa y autor de innumerables óperas. Siendo muy niña, la llevaron a un circo y quedó impresionada por un artista que, con un silbato, imitaba el canto de los pájaros. Ya en su casa, ella hizo lo mismo, pero con su voz. El padre vio el talento de su hija y la mandó a tomar clases de canto.
Alvear un ejemplo para los políticos de hoy. Un radical que gobernó como un gran Liberal. Sin dudas el mejor presidente que supimos tener en el Siglo XX. (A la par de Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Pellegrini, Roque Sáenz Peña, Frondizi, Illía.